ENTRE LA PUREZA TEORICA DE JAM Y EL ECLACTICISMO DEL MESPC DEL MAS

Por:
Alberto Bonadona

Publicado el 01/11/2015

¡O siglas benditas que ahorran espacio y que hacen de la lectura un laberinto! Poco a poco se esclarecerán, lo aseguro, aunque no por ello se ordene el galimatías de ideas económicas que continúan. 
Juan A. Morales (JAM) criticó, en días pasados, en este mismo periódico, el modelo económico social comunitario y productivo (MESCP). Observó que el modelo que lleva adelante el gobierno del MAS "no ha recibido atención alguna de economistas extranjeros de prestigio”. Entre sus críticas destaca la hibridez del MESCP y que éste muta constantemente.  Además, le concede el conservadurismo de la Escuela Austriaca por comprar oro y mantener el tipo de cambio fijo.
  Por sus políticas de expansión del gasto y de inversión pública -señala JAM- se acerca al keynesianismo sin mayor embarazo por su heterodoxia frente a los sabios austriacos de la acción humana, considerada el factor categórico para el funcionamiento del mercado. 
Hasta aquí se podría preguntar a JAM si él, o cualquier otro economista, ha leído algún sesudo artículo publicado en la AER (American Economic Review)  o cualquier revista de prestigio internacional que resalte lo que no existe: la ortodoxia de algún gobierno, que no sea el de Singapore. 
 Ese país vive en una dictadura capitalista dinástica desde hace más de cuatro décadas. Esa economía es un  caso digno de estudio, no sólo porque exhibe la mayor libertad de mercado, sino porque –con el uso de diversas técnicas represivas- ha eliminado la oposición política de manera más exitosa que Pinochet en Chile. 
 Y hablando de este dictador latinoamericano, se debe destacar que no fue del todo ortodoxo con la economía derechista de Friedman al respetar subvenciones para la leche a los niños y ancianos, políticas de vivienda subvencionada, o en la intervención estatal en la economía al no privatizar a Codelco (la mayor empresa estatal del cobre). No dudo que algún economista puede calificarse a sí mismo fiel seguidor de algún extinto o viviente denotado economista y calificarse a sí mismo como intelectualmente impoluto. 
De seguro que no será alguien que lleva a la práctica su teoría, porque la práctica, especialmente hoy en día, exige el mayor de los eclecticismos en cuanto a inspiraciones teóricas. Creo que JAM ataca al MESPC por el lado equivocado. La política monetaria que ha aplicado este gobierno es uno de sus mayores éxitos. Se basa en la bolivianización que, como política estatal, se inició cuando JAM era presidente del BCB y profundizada por este gobierno, especialmente con el doble y discriminador encaje bancario, que exige a los bancos crear reservas en el BCB de dos dólares por cada tres que  reciben; mientras a los depósitos en bolivianos sólo les exige el 12,5%. 
 Es posible que la bolivianización haya conducido al callejón sin salida del tipo de cambio fijo. Un callejón que preserva la estabilidad macroeconómica del país y que tiene el otro gran sustento de contar con millonarias reservas del dinero del imperio (RIN).  Esperar que un país con escasa manufactura, como Bolivia, pueda competir con una activa política cambiaria es una ilusión. Otra sería la situación si Bolivia no tuviera las RIN suficientes como ahora las tiene. Las mismas, desde enero a octubre, tan sólo cayeron en algo más de 1.000 millones de dólares. Por supuesto que seguirán cayendo por el lado de la pérdida de valor de las exportaciones, causa  principal de la acumulación de RIN en la década pasada. 
 Por suerte y por diseño, esta es la condición que permite a Bolivia pasar el invierno económico que afecta a los países vecinos y así esperar que la China recupere su vigor  y Estados Unidos crezca con mayor energía para que los precios de las materias primas se reanimen. 
 Otra puerta abre ahora el cambiante modelo MESPC para evitar la caída de las RIN:  préstamos chinos y alemanes, donaciones de este último país y la esperanza (nunca sólida  en la teoría económica) de ser el destino de inversiones de los grandes centros capitalistas. Si para esto último se hospedaron los jerarcas del Gobierno en un siete estrellas "bien vale una misa”. La creación de un sector productivo estatal, un alejamiento sin duda del pensamiento de Mises y Hayek, niega la vigencia del 21060, como lo hacen los bonos o las desacertadas medidas para proteger las computadoras Quipus. Sin embargo, la eficiencia de las empresas del Estado debe ser una preocupación de las actuales autoridades económicas por encima de toda ortodoxia teórica o ideológica.
 Por más hibrido que sea, considero que para alcanzarla se debería recrear el marco regulador con mayor autoridad y profesionalismo que se alcanzó en la época de la privatización, sólo que en este momento histórico se debería dirigir a las empresas públicas sean o no monopólicas.  Y ya que habló del 21060, tan bien ponderado por JAM, no sólo por lo que logró económicamente, sino por lo que alcanzó en los medios académicos internacionales, no se debe olvidar que fue promulgado para reparar un desastre económico que puso a la economía boliviana de ejemplo de hiperinflación en todos los libros de macroeconomía escritos por autores estadounidenses, cuyas traducciones son parte cardinal del currículo universitario en Bolivia.
  Hoy no se puede mostrar a Bolivia desde esa perspectiva, sino desde aquella que logra bajas tasas de inflación, un crecimiento del PIB en condiciones internacionales adversas, un respaldo de millonarias reservas -aunque impregnadas de un fetichismo aurífero- y, principalmente, de un uso generalizado de la moneda nacional. Aspectos que pueden no llamar la atención de los académicos internacionales porque no hay desastres y, por supuesto, son ellos los que pierden. Es el momento de que los locales enseñen lo que aquí se hace y no esperar que sean ellos los que hablen de esta economía y sus devaneos híbridos.
 
Alberto Bonadona 
Cossío es economista.