UN RECUERDO DE LA ESCLAVITUD EN EL BRASIL

Por:
Elaine Tavares

Publicado el 01/12/2008

Cuando el gobernador de Pernambuco, Caetano de Melo Castro, decidió colocar
la cabeza de Zumbi dos Palmares en un poste para satisfacer los que se
creían ofendidos por la idea de libertad que él representaba y para dar una
lección a los negros que soñaban en huir para los quilombos, jamás podría
imaginar que estaba dando alas al héroe negro. Intentado borrarlo de la
memoria y mostrar que estaba realmente muerto y humillado, el mediocre
gobernador sólo consiguió hacer con que los negros que miraban la cabeza
salada, estiraran su mirada para más allá de la muerte, para más allá de la
prisión, y vieran el horizonte de belleza que él representaba.

Zumbi fue vencido en 20 de noviembre de 1695, después de largas y duras
batallas. Mas cuál, esa es una información errada. Su cuerpo fue violado, su
quilombo diseminado, mas la idea que habitaba en su cabeza jamás se rindió.
Su nombre crió alas, su cuerpo se fue transformando en otros tantos cuerpos
negros, que huían de las garras del dolor y creaban espacios de libertad. Su
deseo de vida digna, de riquezas repartidas, de trabajo colectivo, siguió
cabalgando por los campos, colinas y montañas. El guerrero es, tal cual
decía su pueblo, inmortal.

Es por eso que en todo noviembre su imponente figura vuelve a intimidar a
las personas. Él reaparece, lanza en puño, mirada ardiente, a decir que
todavía hay mucho que libertar. Está el prejuicio, la discriminación, la
violencia, el odio. Está la pobreza, el desempleo, el tratamiento desigual.
Y nosotros, al verlo pasar, sentimos que no hacemos aún lo suficiente, que
es preciso más. Zumbi nos inflama, nos desconforma, nos abre los ojos. Zumbi
nos saluda, majestuoso, y nos invita a seguirlo. Ah, ese hombre que fue
traicionado, que perdió la cabeza y la vida, allí está, en el  asfalto, en
la ciudad, buscando los seguidores para un nuevo quilombo. No más Zumbi, el
nieto de la princesa Aqualtune, mas el que pasó a ser cuando su cabeza
circuló por los  fundones del Brasil. El espíritu. Entonces, cuando en las
noches de este noviembre escuchamos el rumor delicado del viento, sabemos:
es el espíritu... ¡Y lo acompañamos, para el mundo que vendrá, construido
por todos nosotros!


Versión en español: Jole de Melo, Cordeiro, Rio de Janeiro, Brasil.