
La crisis financiera era inevitable.
No nos cogió desprevenidos la explosión brutal de la actual crisis que además había yo evocado hace unos meses cuando los economistas convencionales se esmeraban en minimizar sus consecuencias, particularmente en Europa. Para entender su génesis, conviene abandonar la definición corriente del capitalismo que se suele definir, hoy día, como "neo-liberal globalizado". Esta calificación es engañosa y oculta lo esencial. El sistema capitalista actual es dominado por un puñado de oligopolios que controlan la toma de decisiones fundamentales en la economía mundial. Unos oligopolios que no sólo son financieros, constituidos por bancos o compañías de seguros, sino que son grupos que actúan en la producción industrial, en los servicios, en los transportes, etc. Su característica principal es su financiarización. Con eso conviene comprender que el centro de gravedad de la decisión económica ha sido transferido de la producción de plusvalía en los sectores productivos hacia la redistribución de provechos ocasionados por los productos derivados de las inversiones financieras. Es una estrategia perseguida deliberadamente no por los bancos sino por los grupos "financiarizados". Más aún, estos oligopolios no producen provechos, sencillamente se apoderan de una renta de monopolio mediante inversiones financieras.
Este sistema es
sumamente provechoso para los segmentos dominantes del capital. Luego
no estamos en presencia de una economía de mercado, como se suele
decir, sino de un capitalismo de oligopolios financiarizados. Sin
embargo, la huida hacia delante en las inversiones financieras no
podía durar eternamente cuando la base productiva sólo crecía con
una tasa débil. Eso no resultaba sostenible. De allí la llamada
"burbuja financiera" que traduce la lógica del sistema de
inversiones financieras. El volumen de las transacciones financieras
es del orden de dos mil trillones de dólares cuando la base
productiva, el PIB mundial, sólo es de unos 44 trillones de dólares.
Un gigantesco múltiple. Hace treinta años, el volumen relativo de
las transacciones financieras no tenía ese tamaño. Esas
transacciones se destinaban entonces principalmente a la cobertura de
las operaciones directamente exigidas por la producción y por el
comercio nacional e internacional. La dimensión financiera de ese
sistema de los oligopolios finaciarizados era – ya lo dije – el
talón de Aquiles del conjunto capitalista. La crisis debía pues
estallar por una debacle financiera.
Detrás de la
crisis financiera, la crisis sistémica del capitalismo
aviejado.
Pero no basta con llamar la atención sobre la
debacle financiera. Detrás de ella se esboza una crisis de la
economía real ya que la actual deriva financiera misma va a asfixiar
el desarrollo de la base productiva. Las soluciones aportadas a la
crisis financiera sólo pueden desembocar en una crisis de la
economía real, esto es una estagnación relativa de la producción y
lo que ella va a acarrear : regresión de los ingresos de los
trabajadores, aumento del paro laboral, alza de la precariedad y
empeoramiento de la pobreza en los países del Sur. En adelante
debemos hablar de depresión y ya no de recesión.
Y detrás de esta
crisis se perfila a su vez la verdadera crisis estructural sistémica
del capitalismo. La continuación del modelo de desarrollo de la
economía real tal y como lo venimos conociendo así como el del
consumo que le va emparejado, se ha vuelto, por primera vez en la
historia, una verdadera amenaza para el porvenir de la humanidad y el
del planeta.
La dimensión mayor
de esta crisis sistémica concierne el acceso a los recursos
naturales del planeta que se han vuelto muchísimo más escasos que
hace medio siglo. El conflicto Norte/Sur constituye por lo tanto el
eje central de las luchas y conflictos por venir.
El sistema
de producción y de consumo/despilfarro existente hace imposible el
acceso a los recursos naturales del globo para la mayoría de los
habitantes del planeta, para los pueblos de los países del Sur.
Antaño, un país emergente podía retener su parte de esos recursos
sin amenazar los privilegios de los países riscos. Pero hoy día ya
no es el caso. La población de los países opulentos – el 15% de
la población del planeta – acapara para su propio consumo y
despilfarro el 85 % de los recursos del globo y no puede consentir
que unos recién llegados accedan a estos recursos ya que provocarían
graves penurias que pondrían en peligro los niveles de vida de los
ricos.
Si los Estados Unidos
se han fijado como objetivo el control militar del planeta es porque
saben que sin ese control no pueden cerciorarse del acceso exclusive
a esos recursos. Como bien se sabe, China, la India y el Sur en su
conjunto también necesitan esos recursos para su desarrollo. Para
los Estados Unidos se trata imperativamente de limitar ese acceso y,
en último recurso, sólo existe un medio : la guerra.
Por otra parte, para
ahorrar las fuentes de energía de origen fósil, los Estados Unidos,
Europa y otras naciones desarrollan proyectos de producción de
agro-carburantes en gran escala, en detrimento de la producción de
víveres cuyos precios en alza los azotan.
Las
respuestas ilusorias de los poderes vigentes.
Los poderes vigentes,
al servicio de los oligopolios financieros, no tienen otro proyecto
sino el de volver a poner de pie este mismo sistema. Esas
intervenciones de los Estados ¿qué son sino las que les manda la
misma oligarquía ? Sin embargo no es imposible el éxito de esta
puesta de pie si las infusiones de medios financieros resultan
suficientes y si las reacciones de las víctimas – las clases
populares y las naciones del Sur – no dejan de ser limitadas. Pero
en este caso el sistema sólo retrocede para mejor saltar y una nueva
debacle financiera, aún más tremenda, será ineludible ya que las
"adaptaciones" previstas para la gestión de los mercados
financieros y monetarios resultan ampliamente insuficientes puesto
que no ponen en tela de juicio el poder de los oligopolios.
Por
otra parte, resultan divertidísimas estas respuestas a la crisis
financiera mediante la inyección de fondos públicos astronómicos
para restablecer la seguridad de los mercados financieros :
privatizados ya los provechos, en cuanto resultan amenazadas las
inversiones financieras se socializan las pérdidas. ¡ Cara: gano
yo, cruz: tú pierdes !
Las condiciones de una respuesta
positiva a los desafíos.
No basta con decir que las intervenciones de los Estados pueden modificar las reglas del juego, atenuar las derivas. También es necesario definir sus lógicas y sus impactos sociales. Desde luego, en teoría, se podría volver a fórmulas de asociación de los sectores públicos y privados, fórmulas de economía mixta como ocurrió durante los "treinta años gloriosos" (los años 1945/1975) en Europa y durante la era de Bandung, en Asia y en África, cuando el capitalismo de Estado dominaba ampliamente, acompañado por políticas sociales fuertes. Pero este tipo de intervención del Estado no está a la orden del día. Y ¿ están las fuerzas sociales progresistas en medida de imponer una transformación de esta amplitud ? Todavía no, opino yo.
La verdadera
alternativa pasa por el derrocamiento del poder exclusivo de los
oligopolios, el cual es inconcebible sin, finalmente, su
nacionalización democrática progresiva. ¿Fin del capitalismo? No
lo creo. Creo en cambio que son posibles unas nuevas configuraciones
de las relaciones de fuerzas sociales que impongan al capital a
ajustarse, él, a las reivindicaciones de las clases populares y de
los pueblos. A condición que las luchas sociales todavía
fragmentadas y a la defensiva, en su conjunto, consigan cristalizarse
en una alternativa política coherente. Con esta perspectiva, resulta
posible el comienzo de una larga transición del capitalismo al
socialismo. Los avances en esta dirección, claro está, siempre
serán desiguales de un país a otro y de una fase de su despliegue a
otra.
Las dimensiones de la
alternativa deseable y posible son múltiples y conciernen todos los
aspectos de la vida económica, social, política. Evocaré a
continuación las grandes líneas de esta respuesta necesaria.
1) - La reinvención
por los trabajadores de organizaciones apropiadas que hagan posible
la construcción de su unidad con el fin de trascender su dispersión
asociada a las formas de explotación vigente (paro laboral,
precariedad, informalidad)
2) - La perspectiva
es la de un despertar de la teoría y de la práctica de la
democracia asociada al progreso social y al respeto de la soberanía
de los pueblos y no disociada de éstos.
3) - Liberarse del
virus liberal fundado en el mito del individuo que ya pasó a ser
tema histórico. Los rechazos frecuentes de los modos de vida
asociados al capitalismo (múltiples enajenaciones, consumerismo y
destrucción del planeta) señalan la posibilidad de esta
emancipación.
4) - Liberarse del
atlantismo y del militarismo que le está asociado, ambos destinados
a hacer aceptar la perspectiva de un planeta organizado sobre la base
del apartheid a escala mundial.
En los países del
Norte el desafío implica que la opinión general no se deje encerrar
en un consenso de defensa de sus privilegios con respeto a los
pueblos del Sur. El internacionalismo necesario pasa por el
antiimperialismo, no por el humanitarismo.
En los países del
Sur, la estrategia de los oligopolios mundiales lleva consigo el
hacer recaer el peso de la crisis sobre sus pueblos (desvalorización
de sus reservas de cambio, baja de los precios de las materias primas
exportadas y alza de los precios de los productos importados). La
crisis ofrece la ocasión del renacimiento de un desarrollo nacional,
popular y democrático autocentrado, que someta las relaciones con el
Norte a sus exigencias, esto es la desconexión. Lo cual implica:
a) El dominio
nacional de los mercados monetarios y financieros
b) El dominio de las
tecnologías modernas en adelante posible,
c) La recuperación
del uso de los recursos naturales,
d) La derrota de la
gestión mundializada dominada por los oligopolios (la OMC) y la del
control militar del planeta por los Estados Unidos y sus aliados,
e) Liberarse de las
ilusiones de un capitalismo nacional autónomo en el sistema y de los
mitos pasadistas.
f) La cuestión
agraria, en efecto, está en el centro de las opciones por venir en
los países del tercer mundo. Un desarrollo digno de así llamarse
exige una estrategia política agrícola fundada sobre la garantía
del acceso a la tierra para todos los campesinos (la mitad de la
humanidad). En contrapunto, las fórmulas preconizadas por los
poderes dominantes - acelerar la privatización de la tierra agrícola
y transformar la tierra agrícola en mercancía – llevan consigo el
éxodo rural masivo que bien venimos conociendo. Como el desarrollo
industrial de los países concernidos no puede absorber a esta mano
de obra surabundante, ésta se amasa en las barriadas o se deja
tentar por las aventuras trágicas de una huida en balsa por el
Atlántico. Existe una relación directa entre la supresión de la
garantía del acceso a la tierra y el acrecentamiento de las
presiones migratorias.
g) La integración
regional, al favorecer el surgimiento de nuevos polos de desarrollo,
¿ puede constituir una forma de resistencia y de alternativa ? La
regionalización es necesaria, tal vez no para gigantes como China y
la India o incluso para Brasil, pero seguramente sí para otras
muchas regiones, en Asia del sur-este, en África o en América
Latina. Este continente está un poco en avance en este dominio.
Venezuela, oportunamente, ha tomado la iniciativa de crear el Alba
(Alternativa bolivariana para América Latina y el Caribe) y el Banco
del Sur (Bancosur), incluso antes de la crisis. Pero el Alba – un
proyecto de integración económica y política – todavía no ha
recibido la adhesión de Brasil ni la de Argentina. En cambio, el
Bancosur, supuesto promover otra forma de desarrollo, asocia
igualmente a estos dos países pese a que, hasta hoy, sigan teniendo
una concepción convencional del papel que ha de desempeñar un
banco.
Avances en esas direcciones, al Norte así como al Sur,
bases del internacionalismo de los trabajadores y de los pueblos,
constituyen las únicas garantías de la reconstrucción de un mundo
mejor, multipolar y democrático, única alternativa a la barbarie
del capitalismo alicaído.
Más que nunca la
lucha por el socialismo del siglo 21 está a la orden del
día.
Traducido por Manuel Colinas para Investig'Action -
www.michelcollon.info