EL RIVAL DE EVO

Por:
Editorial Periódico “El País” (Tarija)

Publicado el 01/01/2009

"La oposición está liquidada pero no la derroté yo, los opositores se derrotaron con su falta de propuesta"... "En el momento que propongan normas neoliberales, un partido (opositor) está liquidado". Esas fueron las sentencias presidenciales recogidas por las agencias de prensa internacionales convocadas por el primer mandatario ayer. ¿Se deduce entonces que el MAS no tiene rival político en el horizonte? ¿El presidente no ha aprobado y ejecutado normas "neoliberales"?.

La elección de Evo Morales en diciembre de 2005, estuvo antecedido por un proceso de desintegración social, político y económico que estuvo a punto de liquidar el país. Evo fue elegido porque propuso un programa de gobierno que apuntaba a revertir esos graves riesgos por la vía del refortalecimiento del Estado nacional y la recuperación de los recursos naturales estratégicos.


Si bien en sus primeros meses de gobierno avanzó decididamente en el cumplimiento de su programa de gobierno, iniciando el proceso de alfabetización, dictando la nacionalización de los hidrocarburos y convocando a la Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución Política del Estado, esos progresos fueron rápidamente neutralizados por otros actos de su propio gobierno contradictorios con los anteriores.

El decreto nacionalizador quedó virtualmente incumplido con la firma de los nuevos contratos petroleros, verdaderos tesoros neoliberales, los que impiden a YPFB asegurar inversión en exploración y desarrollo de campos, hecho que obligó a la estatal, dos años después, a programar inversiones propias, luego de valioso tiempo perdido. Empujó al país al enfrentamiento y la disgregación impulsando un proyecto constitucional de corte indigenista que desconoce los avances en la construcción de la nación boliviana, articulada a la identidad latinoamericana.


Asimismo, los pocos resultados rescatables del trabajo de la Asamblea Constituyente fueron virtualmente borrados de un plumazo por una "comisión clandestina" conformada por parlamentarios del oficialismo y la oposición, los que, atribuyéndose roles de constituyentes y suplantando a la Asamblea (poder constituyente), "arreglaron" el texto constitucional para someterlo a votación, introduciendo protecciones a derechos invocados por transnacionales, obtenidos durante el oscuro neoliberalismo "capitalizador", contrapuestos a los del interés nacional.


Paralelamente, para combatir la arremetida de la oposición de derecha, que avanzaba básicamente sobre los errores políticos (oponerse a las autonomías en el referéndum autonómico de 2006) y de gestión del propio gobierno (fracaso de la refundación de YPFB, y escándalos de corrupción recurrentes, entre otros), tuvo que someter al país y su gobierno a los intereses empresariales y geopolíticos brasileños, a condición de que Brasil quite respaldo a algunos prefectos proclives al separatismo y que adelantaron gestiones para empujar a la división por la vía del "protectorado".


En ese contexto, la oposición de derecha a Evo Morales no está precisamente derrotada. Parece más bien haberse sumado al carro oficialista, cuyo Ministerio de Hacienda y Banco Central son fieles ejecutores de la continuidad neoliberal que discursivamente ataca.

La verdadera oposición al gobierno está en el pueblo boliviano, que aplaude los avances y anota los retrocesos del gobierno, haciendo un balance permanente, diario y riguroso de los resultados. La corrupción en los más altos niveles de gobierno, millonarias licitaciones seriamente cuestionadas, los retrocesos en la nacionalización y la fracasada gestión de YPFB, así como la recientemente denunciada administración de Comibol y la persistente exportación del ahorro interno (la expresión más empobrecedora que el actual régimen mantiene vigente), constituyen la verdadera oposición al actual régimen de gobierno. Por lo anotado, el presidente está en lo cierto cuando recuerda que la oposicón de derecha se derrotó sola por falta de propuestas. Varias de ellas y sus prácticas más nefastas las tomaron sus más directos colaboradores de gobierno.