La reunión de presidentes en Costa Do Sauipe, Brasil, a convocatoria del Presidente brasileño, constituye un paso más en la larga, ardua y accidentada ruta hacia la integración regional.

 Entre los elementos centrales de la declaración suscrita, está el llamado a Estados Unidos a levantar el embargo impuesto contra Cuba, el reclamo a Gran Bretaña para resolver el diferendo sobre la soberanía de las Malvinas y el planteamiento de reformas profundas a los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, a quienes se atribuye gran responsabilidad en las crisis económicas de los países latinoamericanos.

La incorporación de Cuba al seno del Grupo de Río es otro paso importante en vías de la conformación de un nuevo polo regional que tenga personalidad propia.

Son también consistentes los acuerdos para formalizar el Banco del Sur, que se alimentará con parte de las reservas internacionales de los países miembros y que debe servir para financiar proyectos de desarrollo e infraestructura subregionales. Esta iniciativa ya está suficientemente madura para concretarse de una buena vez. Mayores retrasos colocarán a las declaraciones en la larga lista de fracasos de las diversas iniciativas integracionistas subregionales.

En ese contexto, el acuerdo final de la Unasur, también reunida en la misma sede, para la creación del Consejo Sudamericano de Defensa, como respuesta regional a la reactivación de la IV flota estadounidense, es un claro posicionamiento y mensaje a la nueva administración norteamericana, de la que se esperan cambios en su relacionamiento con el nuevo y emergente polo.

Bolivia tuvo un logro y un traspié: aseguró que las exportaciones destinadas al mercado norteamericano, afectadas por la suspensión del ATPDEA, las absorberán los países de la Unasur. Ese un logro. El traspié estuvo en la inoportuna propuesta del presidente de conminar al gobierno norteamericano a que suspenda el embargo contra Cuba. Fue sonoramente inoportuna porque, faltando poco más de un mes para el cambio de mando en Estados Unidos, había que esperar que el nuevo mandatario de ese país desarrolle y exponga su política hacia la isla.

El presidente Lula, al rechazarla, puso entonces la diferencia, al calificarse como más "prudente" que su colega boliviano.

Hay sombras y nubarrones todavía. Está el rol de Brasil en la Unasur y el Grupo de Río. ¿Pretende sustituir en formas y métodos al denominado imperialismo norteamericano? Su disputa con Ecuador, que ha incluido en su voluntario default en el pago de su deuda a varias operaciones con Brasil, ha influido de alguna forma en las reuniones. ¿Seguirán gobernando Odebretch, Queiroz Galvao, Camargo Correa u OAS?