LA HORA DE RETOMAR EL CAMINO DE SAN MARTÍN Y BOLÍVAR
Hacia la Cumbre de Bahía

Por:
Marcelo Gullo

Publicado el 01/01/2009


La Cumbre convocada por Lula, en Bahía, carece de sentido si los presidentes latinoamericanos no comprenden el horizonte estratégico y si no evalúan correctamente los signos de los tiempos. El centro máximo del poder mundial esta atravesando su crisis más profunda de los últimos cincuenta años.


Desde el punto de vista de la configuración del poder internacional ya es posible afirmar el fin de la hegemonía absoluta de los Estados Unidos sobre el sistema internacional. En las tierras de la antigua Mesopotamia murió el proyecto del unilateralismo absoluto. Caminamos hacia el multipolarismo de los Estados Continentales. Los Estados Unidos, China, la India, Rusia, y la Unión Europea -que es un estado continental en construcción- serán los protagonistas del nuevo concierto internacional. Los Estados que no logren agruparse para constituir un Estado Continental tenderán a convertirse en el coro de la historia, en objetos de la historia y no sujetos de la historia, estados subordinados de forma perpetua, meros segmentos indiferenciados del mercado internacional.


Estamos ante uno de los momentos decisivos de la historia. El futuro se juega hoy. Por tal motivo la reunión  de Bahía adquiere un carácter especial.


El debate principal de la Cumbre debería entonces, girar en torno a "cómo alcanzar el nuevo Umbral de Poder". Nuestros lideres deberían discutir sobre cuáles son los recursos de poder  necesarios para superar nuestro endémico "estado de subordinación" general y en particular, nuestro estado de subordinación ideológico-cultural. En el ámbito de la Realidad Internacional, en donde el poder es la medida de todas las cosas, sólo los Estados que alcanzan el "Umbral de Poder" -es decir el poder mínimo necesario para no caer en el estadio de subordinación- son  verdaderos "sujetos" de la Política Internacional. Los Estados que no llegan a ese Umbral de Poder, aunque puedan alcanzar una gran prosperidad económica, tienden a convertirse, inevitablemente, en "objetos" de la Política Internacional, es decir en "Estados subordinados.


El Umbral de Poder necesario para que un Estado no caiga en el estadio de subordinación está, siempre, relacionado con el poder generado por los otros Estados que conforman el Sistema Internacional. Cuando una - o varias- unidades políticas aumentan considerablemente su poder, provocan un cambio sustancial en el Umbral de Poder  vigente. El mismo que las otras unidades políticas necesitan, para no caer en el "estadio de subordinación". Así, cuando se produjo la formación de los grandes Estados nacionales, el español en 1492, el francés en 1453, y el inglés en 1558,  éstos, elevaron el Umbral de Poder  y, las unidades políticas que no lograron convertirse en Estados nacionales, como los Estados-ciudad de la Península itálica, se convirtieron, progresivamente, en Estados subordinados.


Sólo cuando Prusia se fundió en Alemania, dejó de ser el "brazo armado de Inglaterra" en el continente europeo. Sólo entonces, dejó de ser artífice de la ambición ajena, para pasar a ser artífice de una ambición propia. Sólo sirviendo al conjunto de Alemania, Prusia pudo dejar de ser la "sirvienta inglesa" de la Europa Central, para pasar a ser "el corazón de una potencia mundial". Hoy el Brasil tiene dos rostros, el rostro integracionista y el rostro hegemónico y, excita entre llevar adelante una política de sincera integración igualitaria o una política hegemónica disfrazada de integracionismo. Sobran ejemplos en Bolivia, Paraguay y Ecuador de la política hegemónica brasileña. La elite intelectual y política brasileña debe dejar de pensar que lo fundamental es que el Brasil se industrialice para comenzar pensar cómo se industrializa el conjunto. El Brasil solo puede ejercer su liderazgo si sabe fortalecer sistemáticamente a sus socios, sino generará su propia soledad.


Sin embargo, es preciso remarcar, que gran parte de lo que el Brasil se decida a hacer depende de lo que los países hispanoparlantes  y principalmente del poder hispano-parlante más importante del Cono Sur, la Argentina, este dispuesto a hacer. Un sector importante de la elite dirigencial de Buenos Aires, que encuentra sus raíces más profundas en el unitarismo porteño rivadaviano, propone une alianza entre Argentina y Brasil de espalda a sus hermanos hispano-sudamericanos. Este sector quiere someterse al poder brasileño, como antes lo hizo con el poder ingles, para apoyados en un poder externo, mantener su situación de privilegio y someter a su vez al interior del país. Los neo-rivadavinos tienen vocación de sirvientes, de "capangas". No les interesa la suerte de Bolivia, Paraguay, Uruguay, como no les interesa  la suerte de Salta, Jujuy, Tucumán, Formosa o Corrientes, solo les interesa mantener los privilegios de la polis oligárquica porteña. Polis extendida, ahora, desde Barrio Norte a los barrios privados que salpican la provincia de Buenos Aires hasta Pilar, el nuevo cuartel oligárquico. Siguen pensando como Rivadavia y representando los mismos intereses. Frente a la opción rivadaviana se levanta el camino sanmartiniano y bolivariano, el de marchar hacia los Andes para buscar realizar una alianza hispanoparlante que nos permita sentarnos con nuestros hermanos lusoparlantes en incondiciones de igualdad. Entonces si, juntos hispanoparlantes y lusoparlantes, podríamos conformar un Estado Continental que nos permitiera ser protagonistas de la historia y no objetos de la historia.


El centro máximo del poder mundial esta atravesando su crisis más profunda en los últimos cincuenta años. Cuando el imperio español entró en su crisis más profunda nos insubordinamos y realizamos nuestra primera independencia. Trunca, por cierto, porque terminó en la desunión de nuestra Patria Grande. Hoy es la hora de nuestra segunda independencia. Es la hora de la construcción de la nación inconclusa. Es hora de insubordinarnos y construir la Patria Grande con que soñaron Bolívar, San Martín, Artigas, Martí, Ugarte, y Perón. Es la hora de nuestra insubordinación fundante. Solo si se comprende que es la hora de nuestra insubordinación fundante, de realizar nuestra segunda independencia -como sostuvo Martí- la reunión Bahía tiene sentido.


*Marcelo Gullo

Doctor en Ciencia Política

Autor de:

 "La insubordinación fundante. Breve historia de la construcción del poder de las naciones", (prólogo de Helio Jaguaribe) ed. Biblos, Bs. As. 2008.

"Argentina -  Brasil  La gran oportunidad ( prólogo de Helio Jaguaribe) ed. Biblos Bs. As. 2005