RECTIFICACION SOBRE LA GUERRA DEL PACIFICO

Por:
Rodolfo Becerra de la Roca

Publicado el 01/02/2009

La agresión no es una epopeya

 

 

Con el título “Epopeya” se está pasando un documental chileno, al que ya me referí anteriormente cuando se anunciaba el vídeo (EL DIARIO 14/6/07). Ahora que lo he visto en su integridad, me corresponde volver al asunto con el debido conocimiento, por haber sido uno de los entrevistados por los realizadores del vídeo.

 

Ya critiqué de comienzo el indebido título, del que ahora comprendo su objetivo: hacer conocer como un acto heroico una aventura de bandidaje para apoderarse de territorios ajenos, repletos de riqueza, como fue la agresión que dio inicio a la llamada Guerra del Pacífico.

 

Una larga entrevista que duró casi dos horas, se reduce a unas pocas frases acomodadas según las conveniencias de la producción que no es otra que, disfrazar ante la opinión pública internacional -porque está dando la vuelta al mundo en History Chanel- la más brutal guerra de conquista protagonizada por el llamado Caín de América, sin que se hubiera dado un motivo que justifique el latrocinio.

 

Con un tono de enfado me dijo otro de los entrevistados, un honorable y distinguido historiador, “fuimos engañados porque no pasa de ser una producción patriotera”, porque nos aseguraron que se realizaría una producción completamente imparcial, pero lejos de esto, resultó una burda difusión para avivar un nacionalismo chauvinista.

 

En la anterior nota precisamos lo que se entiende por epopeya, un hecho heroico, de valor extraordinario de una persona o de una nación en torno a un gran ideal que puede ser de libertad, una hazaña de emancipación, una gesta de reivindicación, en fin ¡de defensa de derechos!

 

La barbarie de una agresión injusta, una aventura de atraco, el asalto y despojo injustos no pueden estar en la categoría de una epopeya. Por eso repudiamos el nombre dado al documental chileno.

 

“Epopeya’ será el glorioso apóstrofe de Avaroa, la defensa de Pisagua, la embestida de los Colorados, la Guerra de los 15 años del Alto Perú, y tantos episodios épicos en resguardo de nobles propósitos.

 

En el vídeo aparecen comentarios de los otros historiadores entrevistados contra la actuación boliviana en esa malhadada contienda bélica, que no son veraces y no disimulan un cariz prejuicioso. Así, el peruano Nelson Manrique reprocha que después de “un año de empezada la guerra no vuelve a combatir un solo soldado boliviano”, sin sopesar las circunstancias del conflicto en que, lamentablemente la alianza no fue tal, por los resquemores y miramientos entre ambos y sin considerar que el Ejército boliviano se destruyó valientemente defendiendo territorio peruano; y que la continuación de la guerra hasta Lima, por la ambición insaciable de Chile, fue terrible precisamente por los enredos y la falta de coherencia de los caudillos peruanos.

 

Por su parte el chileno Sergio Villalobos dice “además el aporte de Bolivia en la guerra nunca fue muy importante ni podía hacerlo”. Esta expresión delata lo desalmada de la agresión contra un Estado débil y pobre que salía al mismo tiempo de la hambruna, de las pestes y de los terremotos que asolaron sus puertos, a los que se sumó la brutal e infame agresión chilena que ahora llaman con toda desfachatez: ¡Epopeya!

 

El aporte de Bolivia estuvo por encima de sus posibilidades, fue consecuente y heroico. Ved a esos bravos bolivianos desafiando a un descomunal desembarco en Pisagua, o a los temerarios (batallones) Amarillos y Colorados en el Campo de la Alianza en una resistencia sin ejemplo en los fastos de la guerra.

 

Ni chilenos ni peruanos pueden desmerecer el valiente comportamiento de nuestros antepasados. Lo que hubo es falta de unidad y confianza recíproca entre los aliados, incapacidad en la dirección de la defensa, falta de una clara estrategia y carencia de elementos de guerra, de los que Chile estuvo provisto con el auxilio de los ingleses.

 

Para concluir, es necesario expresar nuevamente que el origen de la guerra no estuvo en la violación del Tratado de 1874 ni en la firma de ningún Tratado secreto con el Perú; pues uno y otro son falaces; porque la cacareada violación no se cometió por Bolivia, como demostramos con evidencia jurídica en tantos trabajos, ni el Tratado de Alianza Defensiva con el Perú tuvo nada de secreto, fueron simples pretextos para cometer el asalto del Litoral boliviano.

 

Es hora de que Chile muestre al mundo ese triste episodio de codicia y despojo, con la verdad de los hechos, sin disfraces ni tergiversaciones de lo que verdaderamente aconteció.

 

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