AUTONOMÍAS INDÍGENAS Y DISGREGACIÓN NACIONAL

Por:


Publicado el 01/03/2009

La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyu, CONAMAQ, protagonizaron ayer el primer enfrentamiento con el gobierno a raíz de la aplicación de la nueva Constitución Política del Estado, cuyo primera paso para aplicarla lo dio el gobierno, al presentar un proyecto de ley del Régimen Electoral que prevé una menor representación indígena y campesina que la que esperaban proveniente de las circunscripciones especiales, lo que ha sido interpretado como una traición de autoridades y "tecnócratas" del gobierno.

 

 

Ayer hubo ya una acción de hecho de varios sectores indígenas que proclamaron a sus regiones como territorios autónomos, en tanto que en otras regiones se adelantaron voluntades para conformar autonomías indígenas con la perspectiva de controlar los recursos naturales de sus respectivas zonas.

 

Hay ya síntomas de caos. El ambiente enrarecido aloja un descontento creciente de otros sectores del propio MAS y sus aliados en torno al gabinete ministerial recientemente posesionado. ¿Son los "tecnócratas traidores" los que están en la mira de las "bases" masistas? Las señales apuntan a eso.

 

 

Lo cierto es que nuestro país ha iniciado su camino hacia uno de los momentos más delicados y posiblemente más dramáticos de su historia. El gobierno, si bien cuenta con un importante respaldo popular, éste parece haberse debilitado rápidamente con los escándalos de corrupción destapados en YPFB y con las decisiones del Presidente de ratificar en sus cargos a personalidades que sus propios aliados y militantes ya han identificado como nocivos para aquel. Enfrentar la avalancha de demandas y descontentos políticos en un contexto en el que las críticas empiezan a cuestionar las decisiones del propio presidente, agrava el marco general en el que el país transita por las inciertas aguas que se deben atravesar hasta abril de 2010, pasando por las elecciones generales de diciembre de este año.

 

 

Frente a lo anterior, los bolivianos tenemos que afirmar nuestra voluntad de vivir en paz y en unidad, única receta aplicable a las tendencias disgregadoras que ya se manifiestan en sectores indígenas y campesinos.

 

 

El mal nacional anotado también tiene correlato en la región tarijeña. La convocatoria al Encuentro Departamental a realizarse la próxima semana está sufriendo duros embates políticos de partidos y regiones, lo que ha obligado a sus gestores a invocar unidad departamental para ponerse de acuerdo sobre asuntos estratégicos relativos a la implementación de la nueva Constitución. Y es que hay razones para preocuparse si esa invocación no está acompañada de un mensaje de unidad departamental articulada a la unidad nacional. Esa bandera debiera líderizar Tarija. El Encuentro Departamental que garantice la unidad departamental en el marco del fortalecimiento de la unidad nacional, frente a las amenazas del fraccionamiento interno debiera ser una consigna lanzada al conjunto del país.

 

 

Cualquier error en esta coyuntura, tanto de autoridades y líderes departamentales como de los dirigentes y autoridades nacionales, podría arrojarnos a un camino peligroso que es imprescindible evitar. Ojalá que todos los actores políticos tengan la suficiente lucidez y compromiso con Bolivia, nuestra primera prioridad.