LOGICA DEL HERMANO MAYOR

Por:
Eduardo Paz Rada

Publicado el 01/04/2009

América Latina esta viviendo uno de los más importantes procesos de su historia debido, por una parte, a la crisis que vive el capitalismo mundial, encabezado por Estados Unidos, lo cual permite ciertos grados de libertad de acción y, por otra parte, a las nuevas tendencias políticas, sociales, culturales y económicas que han desarrollado varios gobiernos de la región al influjo de la emergencia nacional y popular. Esto no significa, de ninguna manera, que exista homogeneidad en las posiciones de quienes administran los distintos Estados Nacionales.

La crisis que sufre aún la Organización de Estados Americanos (OEA), después del choque Caracas-Washington de 2007, y la presencia cada vez más sólida de proyectos como la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), que impulsa un Consejo de Defensa, un Sistema Monetario y niveles de coordinación política o la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) que suma adherentes alrededor del liderazgo de Hugo Chavez, sobre la base de un fuerte discurso antiimperialista, son señales de que existen nuevos vientos que soplan en América Latina en la búsqueda de un horizonte común que la conviertan en un bloque de influencia en el mapa mundial de decisiones, a la altura de la Unión Europea, Estados Unidos, el Mundo Arabe, China o India.

En este contexto, sin embargo, las disputas por conducir la política regional están marcadas y alineadas por distintos polos de influencia. Tres son los ejes de movimiento de la geopolítica latinoamericana.

El primero, bajo fuerte influencia norteamericana, tiene en los gobiernos de México, Colombia y Perú a los alfiles que postulan un acercamiento permanente y tradicional con Estados Unidos levantando un programa de “mantener alianzas” con el poderoso del norte y, de esta manera, sacar las mayores ventajas posibles, olvidando, por supuesto, la tesis Monroe de la “primacía y dominio de Estados Unidos en el Continente”

Un segundo está formado por Brasil Chile y Argentina. En el mismo, e inclusive para todos los países sudamericanos, Brasil tiene el rol de HERMANO MAYOR que se manifiesta en las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con todos los países que se encuentran en el radio de su influencia o hinterland. La posición de este eje intenta ser de equilibrio entre los otros dos polos que se manifiestan opuestos. Busca convivir con la economía capitalista de libre mercado, inclusive impulsando los postulados neoliberales tan venidos a menos con una relativa independencia de la administración norteamericana. Al respecto, Brasil y el gobierno de Luis Lula Da Silva juegan un rol muy importante por sus condiciones de desarrollo económico y su calidad de potencia emergente del sur planetario.

El tercer eje está formado por los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y en importante cercanía por Paraguay, Nicaragua, Honduras y probablemente se incorpore el nuevo gobierno del FMLN de El Salvador.

Está caracterizado por discursos fuertemente antiimperialistas que se han manifestado en los choques violentos de los gobiernos de Caracas y La Paz con en el de Washington, que incluyeron las mutuas expulsiones de sus embajadores. Esta tercera posición, si bien pretende buscar alternativas propias o endógenas en el orden político, económico y diplomático, aun no ha conseguido formular una propuesta estratégica que alcance la Unidad de América Latina, como condición imprescindible para tener un lugar en la geopolítica mundial apuntando a un socialismo nacional latinoamericano.

Por otro lado, las tendencias geopolíticas y estratégicas de la región se han visto marcadas por acercamientos y rivalidades entre Brasil y otros países de la región, sobretodo los que tienen alguna relación de negocios importantes para las empresas brasileñas, sean estas privadas, transnacionales o estatales.

En estas relaciones, Brasil juega el papel de HERMANO MAYOR que, al mismo tiempo, protege a los países menores de las presiones norteamericanas y europeas y también abusa de ellos cuando están presentes sus propios intereses.

Todo este panorama, sobretodo en los casos de Bolivia y otros países como Paraguay, Uruguay, Ecuador, e inclusive Colombia, Venezuela y Argentina, presenta a Brasil como la potencia regional que establece las reglas de juego internacionales en sudamérica y el ritmo de las reformas y cambios de los otros países en relación a su propia perspectiva. En los últimos años los intereses petroleros, industriales, agrícolas, y de infraestructura caminera del Brasil han provocado roces de importancia con los otros países.

Este panorama pone en la agenda del análisis y el debate la caracterización de Brasil: se trata de un subimperialismo regional o de una semicolonia dependiente del capitalismo imperialista.

Por otro lado, corresponde reflexionar sobre las posiciones que adoptará Brasil en la hipótesis de que asuma la Presidencia de este país un político tradicional a partir de las elecciones que se realizarán el próximo año, momento en el que Lula Da Silva termina su mandato de ocho años. La posición de equilibrio que mantiene hasta ahora se transformará en una de mayor acercamiento a las potencias imperialistas o se mantendrá en el mediano plazo.

En el caso de Bolivia, la dialéctica del HERMANO MAYOR ha resultado muy impactante y peligrosa, porque el proceso de transformaciones, incubado por el movimiento popular de octubre de 2003, ha sido frenado y distorsionado precisamente por el condicionamiento brasileño y la presencia de empresas como Petrobrás, Quiroz Galvao u Odelbrech, pero, al mismo tiempo, el gobierno brasileño ha generado un importante respaldo internacional y regional al gobierno de Evo Morales Ayma.