SENEGAL NO ESTA TRANQUILA

Por:
Momar Dieng

Publicado el 01/04/2009

Las muertes de Nino Vieira y Tagmé Na Wai en Guinea Bissau amenazan seriamente a Senegal

¿La mano de Gambia o el poder de los narcotraficantes? Para explicar la violencia de los últimos días, que se ha cobrado las vidas del presidente de la República y del jefe del Estado Mayor del ejército de Guinea Bissau, las hipótesis se enfrentan. Pero permanece una certeza extraordinaria, Senegal no está tranquilo.

 

Cuando alrededor de las 16 h. del lunes pasado se oyó un gran estruendo en la sede del Estado Mayor de Bissau, donde se encontraban el general Batisto Tagmé Na Wai y sus hombres, al principio todo el mundo creyó que se trataba de una explosión accidental. En realidad, según nuestras informaciones, era la primera descarga del ataque lanzado por soldados «lealistas» no identificados contra el fogoso general que en otros tiempos rindió grandes servicios a Senegal en la lucha contra la rebelión de la Casamance. Rápidamente, Tagmé Na Wai se dio cuenta de que él era el objetivo principal de ese ataque contra su cuartel general. Pasada la sorpresa, la resistencia se organizó urgentemente.

La calma fue muy breve, ya que recién pasadas las 17 h. surgieron violentos intercambios de disparos entre los asaltantes «legalistas» favorables al régimen del presidente Joao Nino Vieira y las fuerzas del jefe del Estado Mayor de Guinea Bissau que se encontraban en el cuartel general. Después de más de una hora de duros enfrentamientos armados, Tagmé Na Wai y cinco de sus hombres resultaron muertos en el sitio. Y según el teniente coronel Bwam Natcho, asistente de Na Wai citado por AP, fue una bomba oculta «bajo una escalera que conduce a su despacho», la que acabó con la vida del general.

Ampliamente informado de la evolución de la situación, el todavía presidente Nino Vieira reforzó disimuladamente su seguridad de manera drástica. La nutrida guardia presidencial, de alrededor de 500 hombres bien entrenados, es ya (y permanentemente) sobre la que se sustenta, sobre todo después la fracasada rebelión de noviembre de 2008. La confusión era casi absoluta en la capital. Una situación que empeoró con el ataque contra la residencia presidencial que llevaron a cabo los fieles de Na Wai. Eran aproximadamente las 22:45 h. No cabe duda de que el objetivo era la venganza. Los combates se prolongaron hasta la una de la mañana. En el fragor de la lucha, el presidente en ejercicio de Guinea Bissau, a su vez, perdió la vida a esa hora. Según uno de sus próximos citado por la agencia Reuters, el presidente «se negó a abandonar su residencia cuando los diplomáticos de la embajada de Angola en Bissau fueron a buscarlo, a él y su esposa, para llevarlos a un lugar más seguro».

Sobre las ramificaciones en torno a esta casi guerra civil, las fuentes generalmente bien informadas apuntan a Gambia. En efecto, se dice que son los amotinados que no consiguieron tomar el poder en noviembre del año pasado y se refugiaron después en el país de Yaya Jammeh, quienes habrían regresado este fin de semana para, de alguna manera, acabar el «trabajo inconcluso» Sin embargo, también parece posible que este arrebato de violencia sea la traducción armada de consideraciones relacionadas con el muy jugoso tráfico de drogas, sector en el que los beneficios económicos serían cruelmente superiores al PIB de ese pequeño país situado al sur de la Casamance.

Así pues, Senegal ha sido interpelado inmediatamente por la situación. El presidente Abdulaye Wade ya ha dado al ejército la orden de reforzar sus tropas en la frontera, bloqueando todos los accesos posibles al territorio nacional, a la espera de decidir qué actitud adoptar. Según nuestras informaciones, un «miedo» que algunos asimilarían a una gran «preocupación» más que legítima, impregna el palacio de la avenida Senghor.

 

Ahí, sin embargo, un oficial senegalés que se expresa amparado por el anonimato, ha indicado que «Senegal debería tener la posibilidad de adoptar posiciones sobre un conflicto (Guinea Bissau) de este tipo en el que sus intereses de seguridad están directamente en juego». En términos menos diplomáticos, un apoyo anunciado a un equipo creíble que estuviera listo para tomar eficazmente el control total del poder.

Pero en Bissau, la situación tiende a normalizarse. Los militares lealistas que no habían descartado volver al poder aprovechando la confusión, dieron marcha atrás rápidamente.

 

Según nuestras informaciones, han optado por dejar al Primer Ministro, Carlos Gomes Junior, dirigir los «asuntos corrientes» hasta la instalación del presidente de la Asamblea Nacional llamado a gestionar la transición política.

Senegal no está a salvo
Tanto Vieira como Na Wai eran dos de los aliados más seguros de Senegal, un país con problemas, que han desaparecido de un golpe, dejando la seguridad de nuestro país en una situación crítica, por no decir más. Según un experto militar contactado por Le Quotidien, a la vista de lo que está pasando en casa de nuestros vecinos próximos, puede ser que las cosas no sigan siendo como antes. La desaparición violenta y brutal de los dos generales rivales es un duro golpe para la estrategia senegalesa de lucha, por una parte, contra los irredentos de la Casamance y por otro lado contra la omnipotencia de los cárteles que manejan el comercio de la droga. Nino Vieira y Tagmé Na Wai siempre aportaron su apoyo al ejército senegalés contra los rebeldes del Movimiento de las Fuerzas Democráticas de Casamance (MFDC). ¿Dónde buscará ahora el Estado senegalés esos apoyos?

Guinea Bissau, un eslabón extremadamente débil de la lucha contra el narcotráfico que castiga esa zona subregional tormentosa, se ha convertido en imprescindible para el polo colombiano de Medellín, uno de cuyos representantes está detenido actualmente en Dakar tras el desmantelamiento de una red de traficantes en Mbour.


Según nuestras informaciones, existe una estrategia global dirigida a convertir las zonas costeras africanas en una base del narcotráfico. El reciente ataque fracasado contra el palacio presidencial de Malabo, en Guinea Ecuatorial, y el recrudecimiento de prácticas mafiosas en la península de Bakassi (territorio camerunés restituido por Nigeria) dan prueba de esta obsesión.