BOLIVIA EN PELIGRO DE DISGREGACION NACIONAL

Por:
Daniel N. Moser

Publicado el 01/05/2009

Socialismo Latinoamericano

 

El fundamentalismo indigenista se complementa con los grupos oligárquicos, de terratenientes y neoliberales, que aspiran a fracturar al país. Ahora proponen un Estado federal binacional. La sugerencia tiende a fortalecerse de manera peligrosa.

 

Diálogo con Andrés Soliz Rada, dirigente histórico de la Izquierda Nacional boliviana y ex ministro de Hidrocarburos de Evo Morales.

 

 

 

 

Daniel N. Moser (DNM): ¿Es correcto caracterizar al proceso boliviano como popular, nacional, antiimperialista y revolucionario?

 

Andrés Soliz Rada (ASR): Es indudable que el proceso boliviano tiene respaldo popular. Los triunfos del Movimiento al Socialismo (MAS) en las elecciones presidenciales con el 54 %, en el referéndum revocatorio con el 65 % y la aprobación a la Nueva Constitución Política del Estado (NCPE) con el 61 % así lo demuestran. Parte importante de ese respaldo procede del reconocimiento de derechos de pueblos precolombinos en la nueva Constitución Política del Estado (NCPE). Sin embargo, el MAS, al haber hipertrofiado el antagonismo entre indígenas y mestizos, ha debilitado en gran medida su carácter nacional y antiimperialista, que lo aleja del ideal bolivariano, para beneplácito de los separatistas, vinculados a capitales transnacionales. Ese ideal estará cada vez más lejano, en la medida en que permitamos que se astillen nuestros países. Esto ocurre con la forzada presencia de 36 naciones indígenas en el texto constitucional, la que es usada como pretexto para disgregar a la nación boliviana, que es parte del proyecto de confederación de naciones de América Latina y el Caribe. En este punto, la IN tuvo que abandonar la ortodoxia de Abelardo Ramos, para quien la nación boliviana (al igual que la argentina o chilena) es inexistente ya que sólo existiría la Nación Latinoamericana. Esta actualización de nuestras concepciones se tornó indispensable ante la arremetida indigenista impulsada por los centros de poder mundial.

 

 

DNM: Llama profundamente la atención su planteo de “disgregación nacional” en Bolivia, a partir de acciones de un gobierno con el perfil del de Evo Morales.

 

ASR: No es exagerado hablar de disgregación nacional. El actual vicepresidente Alvaro García Linera (AGL) dijo que no se trata de dividir a Bolivia, sino de dividir lo que ya está dividido. (Semanario La Epoca, 04-11-01). En todas las naciones del mundo existen grietas y rajaduras. El deber de los gobernantes es soldarlas para salir adelante y no profundizarlas para destruirlas. AGL, antes de la Asamblea Constituyente, anunció que los municipios de mayoría indígena conformarán territorios indígenas, los que se convertirán en departamentos indígenas, hasta culminar en regiones indígenas (Periódico La Prensa, 17-06-07). El alter ego de AGL, el sociólogo y ex constituyente del MAS, Raúl Prada Alcoreza (RPA), sostiene que la autonomía regional, reconocida por la NCPE, servirá para reconstituir el Tawantinsuyo o Imperio Incaico (La Prensa, 13-01-09). En septiembre de 2005, RPA escribió que la revolución sólo será posible si disolvemos el Estado y que la vía electoral es sólo un pretexto para impulsar un cambio más profundo, que implica la destrucción del Estado actual (Citado en La Razón, 29-03-09).

 

 

Aquí está el meollo de la situación presente. En tanto mucha gente piensa que el gobierno del MAS ha caído en el descontrol por el abandono de la nacionalización de los hidrocarburos, la desinstitucionalización del país (no reemplazada por otra), la prolongación de la corrupción neoliberal (que ha alcanzado a algunos dirigentes de movimientos sociales), la quiebra de la administración de justicia, con linchamientos impunes y asaltos indígenas a cooperativas mineras de otros indígenas, lo que significaría errores y fracasos del régimen, en la lógica de AGL y RPA se trata más bien de triunfos que aceleran la destrucción del débil Estado nacional, a fin de sustituirlo por el Estado plurinacional de las 36 naciones indígenas. La habilidad de AGL ha residido en rodear a Evo Morales de un grupo de incondicionales. Mi persona, por ejemplo, pese a haber ejercido el cargo de ministro de Hidrocarburos y Energía, durante siete meses y 15 días, ni una sola vez, repito, ni una sola vez pudo hablar a solas con Evo, ya que la vigilancia estalinista del grupo palaciego es implacable.

 

 

Muchos pensaron, yo entre ellos, que AGL moderaría sus tesis al llegar a la Vicepresidencia. Pero no es así. Por el contrario, actúa en la lógica del indianismo más radical. En los alrededor de la ciudad de La Paz han surgido entidades que asaltan y ocupan domicilios particulares. Lo mismo sucede con viviendas predios en varias regiones del país.  La colisión entre justicia ordinaria y justicia comunitaria ha generado una alarmante inseguridad ciudadana. Cuando estas situaciones se generalizan, llega un momento en que ya no es posible distinguir entre idealistas y delincuentes.

 

 

El fundamentalismo indigenista se complementa con los grupos oligárquicos, de terratenientes y neoliberales, que aspiran a fracturar al país. Ahora proponen un Estado federal binacional. La sugerencia tiende a fortalecerse de manera peligrosa. Estos sectores también han usan la violencia indiscriminada, como la masacre de más de una decena de campesinos en Pando, la humillación de indígenas en Sucre (la capital de la República), donde alrededor de veinte personas fueron casi totalmente desnudadas, puestas de rodillas y obligadas a besar la bandera departamental. Los separatistas anhelan que Beni, Pando, Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz se conviertan en protectorado de potencias extranjeras, en tanto que dirigentes regionales de este último departamento han conformado la Federación Latinoamérica de Autonomistas, junto a voceros del Estado venezolano de Zulia y del ecuatoriano de Guayaquil. Grupos de choques de los separatistas han impedido durante meses el ingreso del presidente Morales a capitales de departamento, han asaltado reparticiones públicas, han apaleado a migrantes quechuas y aymaras y han golpeado a soldados y policías.

 

 

Es obvio que un gobierno que promueve confrontaciones étnicas, como el MAS, no tiene una visión nacional. Por otra parte, su antiimperialismo es aparatoso y vocinglero, pero no es consecuente con la defensa de la soberanía y la economía del país. Tal el caso de la expulsión del embajador norteamericano, acompañada de discursos anticapitalistas, en tanto se envía tropas al Congo y Haití, como parte de contingentes de Naciones Unidas, y se depositan las reservas monetarias de Bolivia en Bancos Europeos y en el Tesoro de EEUU. La inauguración de obras es frecuente, pero su falta de concreción es casi total. En más de tres años de gobierno, ni una sola molécula de gas ha sido exportada con valor agregado. El incumplimiento de la nacionalización del gas y del petróleo fue continuada con la suscripción de nuevos contratos, aprobados por unanimidad en el Parlamento por el MAS y los partidos neoliberales. Acaba de anunciarse que la reorganización de YPFB, columna vertebral de la economía boliviana, estará asesorada por el Banco Mundial, el BID, Holanda (sede de la Shell) y Noruega, cuya empresa estatal, la State Oil, es funcional a las transnacionales.

 

 

La recuperación estatal de algunos centros mineros como Huanuni y de la fundición de estaño es positiva, pero no alcanza a modificar el cuadro global. Es difícil que estas medidas tengan éxito, si AGL continúa considerando, como lo hace en el libro Las vías de la emancipación (2008), que “el capitalismo de Estado es insostenible técnicamente”. En realidad, el capitalismo de Estado, con control social, dentro de una planificación estratégica, es el único camino que tiene Bolivia para enfrentar a las transnacionales. El entorno palaciego hizo creer a Evo que era un gran gobernante, por que había incrementado los ingresos nacionales, gracias a la subida de las cotizaciones bursátiles del gas y los minerales. Como esa coyuntura ha cambiado por la crisis mundial, ahora sale a relucir un régimen sin capacidad de gestión. Lo que si funciona es la distribución de bonos de beneficencia para ancianos, estudiantes y madres de familia, a costa del capital de arranque para la industrialización del país. El antiimperialismo es mucho más que una palabra sonora, es una política destinada a fortalecer la economía pública y la autodeterminación de Bolivia. Por estas razones estimamos que el antiimperialismo del gobierno tiene mucho de poses, declaraciones y discursos. El carácter revolucionario de un régimen en una semicolonia se advierte por la disminución de la opresión imperialista. Y esto, evidentemente, no está ocurriendo en el país

 

 

DNM: ¿Cómo el indigenismo pudo desarrollarse hasta los extremos mencionados?

 

ASR: El indigenismo cabalgó sobre formas de exclusión social y de mentalidad racista, que subsiste en núcleos de raigambre oligárquica, y en la ola de indignación que provocó las políticas neoliberales y que significaron la liquidación de las empresas estratégicas del Estado. En lo estructural, es evidente que Bolivia nació con una “falla geológica”, debido a que los constituyentes que acudieron a la Asamblea fundacional de 1825, apenas representaban al 2% de la población del Alto Perú, integrada por herederos de los encomenderos españoles y criollos. La expoliación de los indígenas después de la guerra de la independencia (1809-1825), continuó siendo brutal, al igual que las masacres periódicas, incesantes asaltos a las tierras de comunidad y cobro del tributo indígena en beneficio de los nuevos gobernantes. Esta situación cambió con la revolución del 9 de abril de 1952, el acontecimiento más importante de la historia de Bolivia, que eliminó el pongüeaje (la servidumbre de la gleba), expropió a los latifundistas del occidente del país y decretó el voto universal, con lo que viabilizó la igualdad de la ciudadanía en el plano jurídico. Sin embargo, es obvio que una opresión de siglos no desaparece de la noche a la mañana. Por esta razón, la construcción del Estado nacional pasa por la articulación política y cultural de indígenas y mestizos, que debe estructurar al movimiento patriótico que requiere Bolivia para avanzar en su camino liberador. Sobre este tema, escribí lo siguiente en el libro La conciencia enclaustrada (1995): “El concepto de Movimiento Patriótico es irremplazable, aunque ya no puede ser un conglomerado social con predominancia blancoide-mestiza. Se trata, más bien, de elaborar un nuevo mestizaje, con la presencia de las culturas originarias, lo que redundará en un concepto de construcción nacional con bases más amplias y democráticas”.

 

 

La Izquierda Nacional puntualiza que Bolivia es un país semicolonial, de donde emerge que la contradicción fundamental en el país opera entre el imperialismo y la nación oprimida. La contradicción principal supedita a las demás y les imprime su propio rumbo. El estalinismo y colonialistas, a fin de desviar la lucha liberadora de los pueblos oprimidos, han hipertrofiado otras contradicciones, como las existentes entre dictadura y democracia, civiles y militares, campo y ciudad, creyentes y ateos. Con estos planteamientos combatieron a Villarroel y Perón. No pueden confundirse legítimas reivindicaciones culturales de pueblos indígenas, con el forzado reconocimiento a 36 naciones inventadas, como hace la NCPE, con el propósito de astillar a Bolivia. 

 

 

Sabemos que no toda comunidad humana es una nación, sino aquella que, gracias a determinado nivel del desarrollo económico y social, alcanza esa condición por su origen común, historia, lengua e idiosincrasia, a la que ha accedido por el control básico del mercado interno y una fuerte conciencia en torno a un destino compartido. Las denominadas naciones indígenas, que aparecen en la NCPE, carecen de esa conciencia, la que ha tratado de ser introducida desde fuera, sin los reparos necesarios, a través del Convenio 169, de la OIT, y de la Asamblea de la ONU, de 2008. Bolivia es el único país del mundo que ha adoptado el texto de la ONU en forma integral dentro de la NCPE. Ningún otro cometió la locura de imitarlo. Costó mucho que el MAS aceptara la palabra República en la NCPE, lo que finalmente sucedió en el artículo 11. Entre tanto, el texto zonal otorga el calificativo de “naciones” a conglomerados humanos que, en algunos casos, tienen una población de pocas decenas de personas. Desde luego que todos los habitantes del país merecen profundo respeto como seres humanos, sin perder de vista que estas personas, al igual que el resto de la ciudadanía, desean mejorar sus niveles de vida, salud y educación como parte de la comunidad boliviana y no formando “naciones”, a las que se reconoce también autonomía territorial y derechos sobre los recursos naturales. Evo se ufana de haber erradicado el analfabetismo. Si eso es evidente, es obvio que todos los grupos indígenas fueron alfabetizados en castellano, que es el idioma que permite a los bolivianos comunicarse entre si y con los hermanos de la América Morena. Las culturas más fuertes en Bolivia, como la aymara, quechua y guaraní han influido de manera determinante en la cultura boliviana y han modelado la cultura indomestiza. La propuesta de las 36 naciones, de raíz estalinista, ha recibido el desenfrenado apoyo de ONG, que han financiado la NCPE, ya que sirve a los centros de poder mundial en su propósito de apropiarse de los recursos naturales estratégicos y de la biodiversidad de los países pobres. Lo indomestizo explica la existencia de Bolivia. Nadie ha podido establecer rasgos étnicos que diferencien a un indígena de un mestizo. No existen rasgos somáticos, idiomáticos o culturales que los diferencien. El avance del indigenismo a ultranza es, por tanto, el triunfo del colonialismo de las grandes potencias sobre Bolivia.

 

 

DNM: ¿No era más efectivo mantener sus críticas dentro del gobierno de Evo, y más aun desde su condición de Ministro de Estado?

 

ASR: El presidente Morales me invitó a formar parte del gabinete en el inicio de su gobierno, en un momento en que la tendencia indigenista aún no había ocupado la mayoría de los espacios de poder.. La invitación se hizo ante la necesidad de reforzar la credibilidad de la nacionalización de los hidrocarburos. La IN en Bolivia, al igual que en la Argentina, es fuerte en lo ideológico y débil orgánicamente. En el caso mío, aporté a esa credibilidad, al haber defendido la nacionalización de la Gulf Oil Company, en 1969, durante el gobierno del general Alfredo Ovando, respaldado por Marcelo Quiroga Santa Cruz. Entre 1989 y 2002, la IN formó parte de Conciencia de Patria (CONDEPA), dirigida primero por el comunicador social Carlos Palenque y después por Remedios Loza Alvarado, la primera mujer de pollera (chola) que llegó al parlamento. Si bien CONDEPA levantó las banderas de la industrialización y la revolución moral (como parlamentario propuse la Ley de Investigación de Fortunas), en la práctica incumplió estos postulados, lo que facilitó su debilitamiento y desaparición digitados por los partidos neoliberales. En el gabinete de Evo, impulsamos la aplicación del decreto de nacionalización, sobre todo al elevar la carga impositiva de las petroleras del 50 al 82 %, elaborar auditorías que, al demostrar las estafas de las compañías, debían consolidar ese incremento. Así mismo, exigimos el control estatal mayoritario de las empresas del sector que estaban en manos de transnacionales.

 

 

Las dificultades comenzaron cuando decisiones importantes en el área de hidrocarburos eran adoptadas a espaldas del ministro. En ese contexto, AGL se comprometió con Lula a no aplicar el decreto de nacionalización en las refinerías de Petrobras. El retroceso fue dado a conocer por el vicepresidente en conferencia de prensa y sólo después se la hizo saber al ministro. En forma previa, Evo y AGL dejaron cesantes a técnicos y profesionales de mi confianza, los que fueron reemplazados por allegados al grupo palaciego. Todo lo anterior hizo mi renuncia inevitable. Sólo después observé con mayor claridad el papel decisivo de las ONG en el gobierno. Ahora estimo que si Evo quiere recuperar su credibilidad muy debilitada debe revelar los aportes que recibió de las ONG y de organizaciones políticas extranjeras para sus campañas electorales. Si se conociera este dato, muchas de las medidas adversas al interés nacional encontrarían la explicación que se busca. Permanecer en el gabinete de Evo equivalía a abandonar los postulados esenciales de la IN a los que la IN no puede renunciar si quiere seguir existiendo como corriente ideológica. 

 

 

DNM: Algunos podrían interpretar de sus afirmaciones que la IN boliviana está en la oposición al gobierno de Evo. ¿Está en la oposición, o cómo definiría la posición de la IN boliviana frente al gobierno de Evo? además, ¿es realmente el gobierno “de Evo”, o siendo él el líder popular se encuentra sometido u obligado a negociar con factores de poder de las fuerzas que integran el gobierno?

 

ASR: La IN ha mantenido frente al MAS la posición del apoyo crítico. El apoyo ha ido disminuyendo y ha radicalizado sus críticas, en la medida en que Evo ha incumplido sus promesas de defender al país frente a los centros de poder mundial y las oligarquías de países vecinos, especialmente de Brasil y Chile. Sin embargo, sus críticas se diferencian de las posiciones racistas y neoliberales de terratenientes y neoliberales. Éstos exigen al presidente la aplicación estricta de las políticas de ajuste estructural que aplicaron a su paso por el gobierno. La IN, en cambio, reclama a Evo consecuencia con las políticas antiimperialistas que predica. Todas las críticas de la IN al régimen vigente van acompañadas, de manera inexorable, de ataques puntuales a candidatos y dirigentes de los partidos oligárquicos y reaccionarios. La IN no deja de recordar el entreguismo y desgobierno de los opositores identificados con los regímenes neoliberales. Hace notar que Evo es un presidente rodeado de indigenistas a ultranza, sin dejar de mencionar su cuota de responsabilidad por permitir que su entorno palaciego nuble las perspectivas de cambio que tanto esperanza generaron en Bolivia y América Latina. La IN no pierde la esperanza de ganar al campo nacional a importantes sectores del MAS, no comprometidos con el plurinacionalismo a ultranza ni con los retrocesos neoliberales del entorno palaciego. La IN trata, al mismo tiempo, de desarrollar su propia organización política mediante la revista Patria Grande, a la que considera el germen de un movimiento patriótico que, aliado a contingentes del MAS y otros sectores del campo popular, encontremos una salida a la frustración y angustia que parece acentuarse cada día en la sociedad boliviana.

 

 

DNM: ¿Qué perspectivas ve a la situación boliviana?

 

ASR: Las perspectivas son extremadamente complicadas, más aun si se tiene en cuenta que la guerrilla de Sendero Luminoso en el Perú, en la década de los 90, se realizó a pocos centenares de kilómetros de la Provincia Omasuyos, de La Paz, base de los “Ponchos Rojos” de Achacachi, que en varias ocasiones han degollado perros de manera pública para atemorizar a sus enemigos y han protagonizado desfiles exhibiendo armas de fuego, antiguas, es cierto, pero armas de fuego al fin. El hecho continúa después de que Evo dispuso la entrega de esas armas al gobierno, medida que no se cumple. El retorno al Imperio Incaico podría acentuar fanatismos, cuyas consecuencias son impredecibles. Sin embargo, el camino de fundamentalistas y separatistas no es sencillo. Tendrán que vencer la conciencia nacional forjada en 183 años de vida republicana y una arraigada presencia indomestiza.[1]

 

 

Ni separatistas ni indigenistas tienen respuesta alguna frente a las ambiciones de los centros de poder mundial y las oligarquías vecinas. Potencias con poder económico se han dado a la tarea de comprar y alquilar tierras de los países periféricos, a fin de garantizar la alimentación de sus poblaciones, aunque para ello tengan que perpetuar el hambre en las colonias y semicolonias. Recursos estratégicos como el litio tampoco podrán ser defendidos por quienes odian a Bolivia, pese a haber nacido en sus entrañas. La IN está empeñada en demostrar que no todos los enemigos del separatismo son servidores del indigenismo fundamentalista. Y que no todos los que rechazan a los indigenistas termocéfalos coincidimos con neoliberales, latifundistas y separatistas. Entre ambos está la defensa de la patria, como parte sustancial de la Confederación de Naciones Latinoamericanas y del Caribe, soñada por nuestros libertadores.

 

 

Notas:

 

{fn1}Haciendo un poco de historia, recordemos que ya 1567, apenas 30 años después de la llegada de los españoles al Perú, el Licenciado Castro, en carta al Rey de España, decía que los mestizos se reproducen cada hora y que este era el mayor peligro para la pervivencia del colonialismo hispano. Lo anterior fue aún más acentuado en el Alto Perú (hoy Bolivia), región a la que los españoles no llevaban a sus esposas o compañeras, de manera que la explosión del mestizaje fue aun más acelerada. Lo indígena, con las rebeliones de Tupaj Katari, de 1781, debilitó la dominación hispana. Gracias al sacrificio aymara, la guerra de la independencia, que tuvo carácter indo mestizo, culminó en forma exitosa, con la presencia militar de los libertadores, después que guerrilleros y protomártires regaran su sangre en paredones, cadalsos y campos de batalla. Tres años después de la fundación de Bolivia, asumió la presidencia el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana, hijo de un hidalgo español y de una princesa aymara, considerado el mejor gobernante de la historia republicana y visionario estratega de la confederación Perú-boliviana. En 1848 (año del manifiesto comunista), aymaras y quechuas respaldaron al general Manuel Isidoro Belzu, quien resistió los asaltos a las tierras de comunidad. El antiindigenismo enfermizo de la casta encomendera, al no permitir que los indígenas usaran armas de fuego, dejó inerme a Bolivia para defender su costa marítima de la agresión de la oligarquía chilena, financiada por Inglaterra, en 1879, y de la voracidad de los bandeirantes brasileños, a fines del siglo XIX, que se apropiaron de 400 mil kilómetros cuadrados de territorio amazónico. La traición a Pablo Zárate Willca de los blancoides, al finalizar el siglo XIX, instaló un régimen oligárquico que sobrevivió hasta la revolución de 1952. Sin embargo, reiteramos que sólo la articulación indomestiza explica la sobre vivencia de Bolivia en la fratricida guerra con Paraguay, entre 1932 y 1935, ya que el reclutamiento indígenas fue decisivo. La dominación minero terrateniente encontró heroicas resistencias en las rebeliones indígenas y en las movilizaciones obreras. Aymaras, quechuas, guaraníes y asalariados de las minas fueron masacrados hasta que actuaron unidos en la revolución mencionada. Enfrentar a indígenas y mestizos es el secreto de los dominadores y sus agentes del fundamentalismo indigenista y del separatismo. Ambos pretenden desterrar a los pensadores nacionales del Siglo XX, como Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Sergio Almaraz y Marcelo Quiroga, cuyos planteamientos nacionalistas fueron profundizados con lo indo mestizo por René Zavaleta y la Izquierda Nacional boliviana, partidaria del socialismo latinoamericano, meta que considera inalcanzable si, en forma previa, los países oprimidos no retienen el excedente económico que succionan las transnacionales. La IN participó en la segunda nacionalización del petróleo de 1969, y en la emergencia de CONDEPA. La participación indomestiza en el decreto de la tercera nacionalización de los hidrocarburos, del 1º de mayo de 2006, fue importante, ya que recibió el apoyo de casi el 90 % de la población boliviana.