LA “NACIONALIZACION”, TRES AÑOS DESPUES

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Publicado el 01/06/2009

Sin duda alguna, el 1 de mayo, se ha convertido en la fecha simbólica del cambio propuesto por el actual Gobierno, sin embargo este año el día doblemente festivo para muchos  llega cargado de una gran frustración.
 
Efectivamente, al cumplirse tres años de la discutida "Nacionalización" de los hidrocarburos, es posible poner en el escenario los logros, los impedimentos y las ofertas pendientes.


 

Mientras el principal protagonista de aquel cambio, el ex Ministro de Hidrocarburos Andrés Solíz Rada sostuvo que la Nacionalización fue traicionada, o por lo menos desvirtuada, otros consideran que el Gobierno hizo lo que era posible, desde una óptica práctica y realista, para intentar cumplir las promesas, aunque en los hechos fue una cuestión imposible. 

 

Sin embargo, luego de la salida de Soliz Rada, el Ejecutivo no tuvo la capacidad necesaria para seguir adelante. Sorprendentemente, en un hecho no aclarado hasta hoy, no consumó estratégicas auditorías que afectaban a las transnacionales. Tampoco estimuló proyectos internos fundamentales para el desarrollo nacional.

 

Luego se resignó a comprar acciones de las petroleras capitalizadas, como una manera de conseguir la mayoría accionaria. Virtualmente renunció a otras aspiraciones  De esa manera, YPFB consiguió cerrar tratos con las empresas Chaco y Transredes, y al parecer, aunque no se firmaron los acuerdos, se allanó el camino para conseguir las acciones suficientes, sin embargo Repsol-YPF aseguró, en su momento, que no cedería el control de la empresa. 

 

La nacionalización prometió que, con los nuevos contratos, el 82 por ciento de los ingresos por hidrocarburos se quedaría para el país. Esa es la primera frustración, pues solamente se cuenta con el IDH y las regalías. Además quedan en la nebulosa acuerdos bajo la mesa que los funcionarios del régimen masista nunca supieron aclarar. Por ejemplo, los anexos firmados subrepticiamente después de haber presentado los contratos al país levantaron interrogantes no esclarecidas debidamente hasta hoy.

 

Es más, el principal compromiso de la política de hidrocarburos, de industrializar el gas y conseguir valor agregado, mediante la producción de derivados como diesel, plásticos y otros, quedó también en promesa. La catástrofe llegó al evidenciarse la tremenda corrupción desatada en YPFB, que involucró a su presidente Santos Ramírez. El otrora hombre fuerte del MAS hoy por hoy se encuentra recluido debido a que se detectaron graves irregularidades en la firma del contrato con Catler-Uniservice, hecho oscurecido más por el asesinato de un joven profesional tarijeño, lo cual fue determinante para detectar los malos manejos en la estatal petrolera.

 

Paralelamente las inversiones prometidas no acaban de llegar. Solamente se están efectuando los trabajos ya comprometidos y presupuestados en el pasado, y que interesan especialmente a Brasil para garantizarse a si mismo los suministros mínimos. Se han desalentado a las inversiones y en este momento, con la incertidumbre política, se ha hecho aún más difícil interesar al capital internacional.
 Todo en el marco de una baja radical en el precio de los combustibles a nivel mundial tras años de bonanza.

 

Tampoco se ha podido cubrir el consumo interno de gas natural, diesel ni de otros combustibles, que permanentemente escasean y se van de contrabando, debido a los precios subvencionados. 
Por otra parte, la falta de inversiones y el desarrollo de los campos gasíferos, impide cumplir los compromisos de exportación con Brasil y Argentina. En los dos casos se han efectuado interrupciones y mermas, que impidieron entregar los volúmenes diarios comprometidos, lo que ocasionó la reacción negativa de los gobiernos vecinos. Ambos además dan muestras de haber optado por buscar proveedores más seguros que Bolivia y fuentes propias. 

 

Como se puede apreciar, está pendiente la deuda del Gobierno con el pueblo boliviano, con el país y con el futuro. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, la ciudadanía todavía espera que la actual administración salga del marasmo en el que cayó, vea la realidad, y relance una nueva política energética. Para ello harán falta sobreesfuerzos. El mejor escenario para la Nacionalización sin duda ya pasó