LA TORTURA EN ESTADOS UNIDOS DIVIDE A LA CLASE POLITICA

Por:
Marco A. Gandásegui

Publicado el 01/06/2009

En toda sociedad de clase quien tiene el
poder tiende a abusar de él en algún momento. Para ello, quienes ocupan las posiciones de poder definen qué se considera un abuso y cómo se debe castigar al responsable. En el caso de EEUU, se ha abierto un debate en torno a la tortura. La pregunta es sencilla: ¿debe el gobierno utilizar
la tortura para extraerle información a las personas que tiene bajo su control?

A pesar de la sencillez de la pregunta, las implicaciones son muy
complejas y deben ser cuidadosamente evaluadas. La idea de un debate
sobre esta materia constituye, en sí, un paso atrás de siglos. Quienes
participan del debate borran, de una vez, toda noción sobre los derechos
humanos. No sólo en EEUU, practicante confeso de torturas a detenidos,
sino del resto del mundo que lo tolera sin protestar.
 
En el debate se plantean cuatro niveles: el legal, el político, el
utilitario y el moral. Aunque parezca absurdo, una de las partes asegura
que la legislación norteamericana permite la tortura. Además, argumenta
con pasión que la tortura es una herramienta política válida para la
seguridad nacional. La otra parte, alega que la tortura debe abandonarse
porque no arroja resultados útiles. Por último, se asegura que la
víctima no tiene moral, es mala y perversa, por lo tanto es legítimo
cualquier abuso, incluyendo la tortura.
 
En América latina, cuando los regímenes militares torturaban a los
enemigos del orden establecido, lo hacían en forma secreta. No decían
que era legal y menos que era políticamente correcto. Tampoco lo
relacionaban con una moral justificadora. En su momento, la mayoría de
los militares que abusaron del poder fue condenada por no respetar la
ley, por sus errores políticos y por la inmoralidad de su actos.
 
En EEUU, el presidente Barack Obama quiere abordar los abusos y las
torturas que cometió el expresidente George Bush en su “guerra contra el
terrorismo” con guantes de seda y sin ensuciarse las manos. No lo podrá
hacer debido a lo complicado del asunto. Si no logra extirpar a los
torturadores de los “terroristas islámicos”, como llaman a los detenidos
en sus campos de concentración, mañana justificarán la tortura de los
traficantes de drogas y otros “enemigos”. Seguirán en la lista de
torturados los inmigrantes ilegales y los partidarios del desarrollo en
los países pobres. En esta misma lógica, seguirían los propios
norteamericanos que serían llevados a cámaras de tortura especialmente
concebidos para extraerles información.
 
En la década de 1950, para destruir el movimiento obrero norteamericano
se creó la gran “cacería de brujas” encabezada por el Senado de aquel
entonces. Fueron electrocutados varios “brujos” comunistas, otros fueron
encarcelados y miles perdieron su empleo. Cuando comenzaron a buscar
“comunistas” en las Fuerzas Armadas el presidente Eisenhower puso fin a
las aventuras del Senado.
 
¿Podrá Obama poner fin a las torturas y controlar a los agentes que se
alimentan de los temores ajenos?
 
En Panamá y en América latina hay una historia larga de abusos por parte
de quienes detentan el poder y explotan el entorno natural y social. Los
debates han sido álgidos entre quienes luchan por descubrir los
atropellos y aquellos que hacen todo lo posible por encubrirlos. En
estos momentos, en Panamá, se denuncian los casos de las muertes de
obreros de la construcción y de pescadores por parte de fuerzas del
orden. Igualmente, las actividades mineras, energéticas, turísticas y de
comunicación están acabando con comunidades enteras en toda la geografía
del país.
 
En el pasado reciente se luchaba contra los regímenes militares y sus
abusos de los derechos humanos. En muchos de los casos – Panamá, Chile,
Guatemala, Brasil y los demás – los responsables han sido llamados a
capítulo y han tenido que responder por sus actos. En la actualidad,
este debate – con ribetes políticos y éticos - en torno a los abusos, y
concretamente sobre las torturas, se ha trasladado a los pasillos del
poder en EEUU así como a sus medios de comunicación.
 
El presidente Barack Obama desde la Casa Blanca ha lanzado una ofensiva
contra las prácticas de las distintas instancias norteamericanas que
utilizan la tortura como forma de humillar y deshumanizar a los
individuos que son identificados como amenazas a la seguridad nacional
de EEUU. Obama plantea que la “técnica” asociada con la tortura produce
muy pocos resultados y, más bien, ha desprestigiado a EEUU en la
comunidad internacional.
 
Según el escritor mexicano Carlos Fuentes, el ex-vice-presidente de
EEUU, Dick Cheney (2001-2009), se ha levantado como moderno Torquemada,
para defender la nueva fe reciclada del “American Century” en el
hemiciclo del Congreso norteamericano.
 
Cheney admitió ante los senadores que los torturados, “combatientes
ilegales” en el lenguaje del gobierno de EEUU, eran vestidos con
"chalecos explosivos, sus heridas escarbadas con un pie, sus dolores
aumentados por pentotal sódico (y recibían) la amenaza de cortarles los
ojos".
 
Cuando el senador John McCain le hizo una pregunta, Cheney le dijo:
"Cierra la boca. Todos estamos aburridos de tus apologías contra la
tortura. ¿Por qué no te unes al marica Specter (también senador) y te
vas del otro lado? Cheney calificó a Obama, como "la delicada orquídea
de Harvard" y lo acusó de "arrimarse a dictadores grasosos, dándoles
besos a esos comadrejas europeos a los que nuestros militares liberaron".
 
Cheney declaró en la audiencia que entre los métodos de tortura
autorizados por la Casa Blanca de George Bush se encontraban retirarle
medicinas a los detenidos, simular que se les ahogaba, el uso de
serruchos para intimidar e informes falsos sobre la muerte de un hijo
del detenido.
 
Según The New York Times, la Casa Blanca aprobó a principios de la
gestión de Bush el uso extremo y secreto de la tortura, e incluso la
"desaparición" de los torturados. Cheney, en aquel entonces, insistió en
su política de brutalidad y tortura y logró una orden ejecutiva
autorizando los actos de coerción (los mismos que el ex vicepresidente
defendió en el comité senatorial).
 
Condoleezza Rice fue la que recomendó el reconocimiento público de que
EEUU tenía detenidos sospechosos de ser terroristas. Cuando este
procedimiento fue aprobado en la Casa Blanca, Alberto Gonzales, el
procurador general de Bush, propuso la teoría de la "inmaculada
concepción": llevar los prisioneros a Guantánamo, sin admitir que antes
estuvieron secretamente detenidos.
 
John Yoo, abogado del gobierno y co-autor de los “memorandos sobre la
tortura”, sentó doctrina al señalar que “la víctima debe experimentar
dolor o sufrimiento intenso, del tipo equivalente al dolor asociado a
una herida física de gravedad, tan grave que provocaría la muerte, la
falla de un órgano, o un daño permanente que provoque la pérdida de una
función corporal importante”. El Juez Baltasar Garzón, de la Audiencia
Nacional de España, está procediendo con una investigación contra los
llamados “Seis de Bush”, que incluye a Yoo y al ex procurador, Alberto
Gonzáles.
 
Carlos Fuentes quien destapó las declaraciones de Cheney es más
optimista en relación con Obama. Señala que “Obama trae una experiencia
legal y una cultura jurídica que vienen a llenar el inmenso vacío dejado
por la era Bush-Cheney. Al alegato de Cheney (la tortura era necesaria
para la seguridad) Obama da a entender que la información obtenida bajo
tortura suele o puede ser falsa, como lo demuestra la experiencia a
posteriori de la era Bush-Cheney”. Además, agrega, que según Obama “la
seguridad nacional no implica la violación de la juridicidad nacional o
internacional. Al contrario, el apego al derecho desarma al enemigo y la
violación del derecho nos asimila a él”.
 
En la década de 1950 el presidente Eisenhower logró poner fin a la
“cacería de brujas” cuando logró destruir el movimiento sindical y, de
paso, acabar con los militantes comunistas en EEUU sospechosos de
desleales. ¿Podrá poner Obama fin a la “guerra contra el terrorismo” y a
los abusos que desarrollaron sus promotores en las posiciones más
elevadas del gobierno del presidente Bush?
 
- Marco A. Gandásegui, hijo, es docente de la Universidad de Panamá e
investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA)
Justo Arosemena. http://marcoagandasegui.blogspot.com