MANIFIESTO DE APOYO AL MST

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Publicado el 01/10/2009

"... Se legitiman no por la propiedad, sino por el trabajo,
en ese mundo en que el trabajo está en extinción.
Se legitiman porque hacen historia,
en un mundo que ya proclamó el fin de la historia.
Esos hombres y mujeres son un contra sentido
porque restituyen a la vida un sentido que se perdió..."
("Noticias de los sobrevivientes", El Dorado de los Carajás, 1996).

 

 

La reconstrucción de la democracia en Brasil ha exigido, hace treinta años, enormes sacrificios de los trabajadores. Desde la reconstrucción de sus organizaciones, destruidas por dos décadas de represión de la dictadura  militar, hasta la invención de nuevas formas de movimientos y de luchas capaces de responder al desafío de enfrentar una de las sociedades más desiguales del mundo. Esto ha implicado, también, presentar a los herederos de la cultura esclavizante de cinco siglos, a los trabajadores de la ciudad y del campo como ciudadanos y como participantes legítimos no sólo de la producción de la riqueza del País (como ocurre desde siempre), sino igualmente como beneficiarios del reparto de la riqueza producida.

 

El odio de las oligarquías rurales y urbanas no pierde de vista un solo día, a uno de esos nuevos instrumentos de organización y lucha creados por los trabajadores brasileños a partir de 1984: el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra-MST. Y ese Movimiento paga diariamente con sudor y sangre, -como sucedió hace poco en Río Grande del Sur-, por su osadía de cuestionar a uno de los pilares de la desigualdad social en Brasil: el monopolio de la tierra. El gesto de levantar su bandera en una ocupación, se tradujo en una frase simple de entender y, por esto, intolerable a los oídos de los señores de la tierra y del agro negocio. En un país, donde el 1% de la población tiene la propiedad del 46% del territorio, defendida por cercas, agentes del Estado y matones de alquiler, no lo podemos considerar una República. Menos aun, una democracia.

 

La Constitución de 1988 determina que los latifundios improductivos y tierras usadas para la plantación de materias primas para la producción de drogas, deben ser destinados a la Reforma Agraria. Pero, desde la firma de la nueva Carta, los sucesivos Gobiernos han retrasado su cumplimento. A la osadía del MST de garantizar esos derechos conquistados en la Constitución, presionando a las autoridades a través de ocupaciones pacíficas, se suma otra osadía, igualmente intolerable para los señores del gran capital del campo y de las ciudades: la disputa legítima y legal del presupuesto Público.

 

En cuarenta años, desde la creación del INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria  1970), cerca de un millón de familias rurales fueron asentadas. Más de la mitad, entre 2003 y 2008. Para viabilizar la actividad económica de esas familias, para integrarlas al proceso productivo de alimentos y divisas en el nuevo ciclo de desarrollo, es necesario entablar la disputa diaria por los recursos públicos. De ahí resulta el odio de los ruralistas y otros sectores del grande capital, habituados desde siempre al acceso exclusivo a los créditos, subsidios y al perdón periódico de sus deudas.

 

El compromiso del Gobierno de revisar los criterios de productividad para la agricultura brasileña, responde a una bandera de cuatro décadas de luchas de los movimientos de los trabajadores del campo. Al exigir la actualización de esos índices, los trabajadores del campo sólo están exigiendo el cumplimiento de la Constitución Federal, y que los avances científicos e tecnológicos ocurridos en las últimas cuatro décadas, sean incorporados a los métodos para medir la productividad agrícola de nuestro País.

 

Es contra esa bandera que la bancada ruralista del Congreso Nacional reacciona y ataca al MST. Como represalia, buscan, una vez más, articular la formación de una CPI (Comisión Parlamentaria de Investigación) contra el MST.

 

Sería la tercera en cinco años. Si la agricultura brasileira es tan moderna y productiva -como alardea el agro negocio, por qué temen tanto la actualización de esos índices?
Y, por qué no es creada una única CPI para analizar los recursos públicos destinados a las organizaciones de la clase patronal rural? Una CPI que dé cuenta, por ejemplo, de responder a algunas preguntas, tan simples como: Qué ocurrió a lo largo de estos cuarenta años en el campo brasileño en términos de ganancia de productividad? Cuánto la sociedad brasileña permitió para que una verdadera revolución -desde el punto de vista de la incorporación de nuevas tecnologías -tornara a la agricultura brasileña capaz de alimentar a nuestro pueblo y se afirmara como una de las mayores exportadoras de alimentos? Cuántos perdones de la deuda agrícola fueron ofrecidos por el erario público a los grandes propietarios de la tierra, en este periodo?

 

El ataque al MST extrapola la lucha por la Reforma Agraria. Es un ataque contra los avances democráticos conquistados en la Constitución de 1988 - como el que establece la función social de la propiedad agrícola - y contra los derechos imprescindibles para la reconstrucción democrática de nuestro País. Es, por lo tanto, contra esa reconstrucción democrática que se levantan los dirigentes del agro negocio y sus aliados en el campo y en las ciudades. Y eso es grave. Eso es una amenaza no sólo contra los movimientos de los trabajadores rurales y urbanos, sino para toda la sociedad.

 

Es la propia reconstrucción democrática de Brasil, que costó los esfuerzos y la vida misma de muchos brasileños, la que está siendo puesta en jaque. Es la propia reconstrucción democrática de Brasil, la que está siendo violentada.

 

Es por esta razón que se arma, hoy, una nueva ofensiva de los sectores más conservadores de la sociedad en contra del Movimiento de los Sin Tierra - sea en el Congreso Nacional, sea en los monopolios de la comunicación, sea en los grupos de presión en todas las esferas de Poder. Se trata, así, una vez más, de criminalizar un movimiento que se mantiene como una bandera encendida, inquietando la consciencia democrática del país: nuestra democracia sólo será digna de ese nombre, cuando incorpore a todos los brasileños y les confiera, como ciudadanos y ciudadanas, el derecho a participar de la distribución de la riqueza que producen a lo largo de sus vidas, con sus manos, su talento, y su amor por la patria de todos nosotros.

 

CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN DEL MOVIMIENTO DE LOS SIN TIERRA.
POR EL CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS CONSTITUCIONALES QUE DEFINEN LAS TIERRAS DESTINADAS A LA REFORMA AGRARIA.
POR LA ADOPCIÓN INMEDIATA DE LOS NUEVOS CRITERIOS DE PRODUCTIVIDAD PARA FINES DE LA REFORMA AGRARIA.
Brasilia, 21 de septiembre de 2009

 

PEDRO TIERRA
OSVALDO RUSSO
PLINIO ARRUDA SAMPAIO
EDUARDO GALEANO
HELOISA FERNANDES
ALIPIO FREIRE
SEBASTIAO SALGADO
NOAM CHOMSKI
IMANNUEL  EMERSTEIN
TARIQ ALI
RICHARD GOTT
ANTONIO CANDIDO
Siguen ya mas de dos mil firmas, de intelectuales, artistas, dirigentes partidarios de Brasil y del exterior.