EL MULTIMILLONARIO NEGOCIO DE LAS ARMAS

Por:
Roberto Salomón

Publicado el 01/11/2009

La Habana (PL).- El comercio de armas de fuego constituye hoy un negocio que mueve más de 35 mil millones de dólares anualmente en el mundo, y representa una forma de especular con la violencia, según organismos internacionales especializados.

 

Este está muy relacionado con el gasto global en armamentos, que creció un 30 por ciento anualmente en el presente siglo, de acuerdo con un informe del Centro internacional de Conversión (BICC, por sus siglas en ingles).

 

Tal gasto se aproxima al billón y medio de dólares (entendido como millón de millones), casi la mitad de los cuales corresponden a Estados Unidos, que ya había destinado sólo en 2006, por ejemplo, 528 mil millones a la adquisición de armamento.
Recientemente el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, criticó que el mundo gaste astronómicas sumas con ese fin, y no las destine en cambio al desarrollo económico y social para combatir la pobreza y las enfermedades.

 

En medio de la crisis en los precios de los alimentos y de los combustibles el planeta no puede ignorar la necesidad de desarme y la no proliferación de armas, sostuvo.

 

Sólo la inversión bélica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a 22 naciones industrializadas, ha llegado a superar en ocho o más veces el monto de su ayuda global a los países del Tercer Mundo.

 

Las mal llamadas armas ligeras
Las armas ligeras son las responsables del 90 por ciento de las víctimas de los conflictos armados, y en sus manos mueren por año unos 30 mil norteamericanos en su propio país, según la Campaña Brady para la Prevención de la Violencia de las Armas.

 

Muchas veces son considerados en esa clasificación no sólo pistolas, revólveres, carabinas, rifles convencionales y de asalto y municiones, sino hasta lanzagranadas, granadas de mano y morteros portátiles de 82 milímetros.

 

También se inscriben en ese grupo determinados misiles contra-carros, de tierra-aire, minas antipersonales y material policial y represivo.

 

Las paradójicamente llamadas armas ligeras completan una lista escalofriante a nivel global.

 

Datos conservadores cifran en 600 millones los medios mortíferos de este tipo que circulan por el orbe, excluyendo los que corresponden a cuerpos policiales y de seguridad del Estado.

 

Una buena parte la poseen ciudadanos estadounidenses debido al derecho a portarlas garantizado por la Segunda Enmienda de la Constitución de esa nación.
De acuerdo con expertos, el a menudo hermético flujo de las armas y las municiones sigue el ciclo de las guerras del mundo.

 

En el medio se encuentran los agentes sin rostro que han facilitado este negocio lucrativo desde hace más de cinco décadas.

 

Por otra parte, menos de 40 países tienen leyes que regulen los corredores de armas.
La mayoría de las legislaciones excluyen la extraterritorialidad, lo que posibilita que esos agentes operen con impunidad debido a que pocas veces toman posesión de esos medios de muerte.

 

Un informe del Instituto Superior de Estudios Internacionales para la Paz (SIPRI) afirma que el grueso de esos instrumentos letales que circulan por el orbe está en manos de civiles.

 

Las fuerzas de seguridad concentran 225 millones de esos artefactos, cantidad superada por los habitantes de Estados Unidos, quienes tienen 270 millones, según cálculos.
Un oscuro comercio

 

Entre los principales exportadores de armas ligeras figura esa potencia, y Alemania, Brasil, Austria y Bélgica.

 

Se afirma que el 90 por ciento de las víctimas de los conflictos armados son mujeres y niños.

 

Ejemplos recientes los tenemos en las guerras desatadas por Estados Unidos en Afganistán e Iraq.

 

Con frecuencia se da la paradoja de países que comercian armamentos con otras naciones a donde luego envían equipos humanitarios para atender a las víctimas.

 

El carácter secreto de las operaciones de venta a menudeo se explica porque son mal vistas por la opinión pública, o debido a que están prohibidas por las leyes del país exportador.

 

En África, donde abundan los conflictos armados, hay un comercio subterráneo de armamento de las potencias occidentales que apoyan a uno u otro grupo beligerante, en interés de mantener el saqueo de sus valiosos recursos.

 

Estados Unidos, con la cultura del derecho individual a la posesión de armas personales coloca el problema al nivel de una tragedia a escala universal.

 

Hoy cientos de niños de no pocos países del llamado Tercer Mundo son reclutados a punta de fusil para engrosar las filas militares y su participación obligada en conflictos armados.

 

En realidad son la pobreza, la propaganda y la exclusión las que más suelen empujarlos a integrarse a grupos armados.

 

Según refiere el editorial de una publicación internacional, las armas matan y su control, si no su progresiva desaparición en las sociedades modernas, debe ser un objetivo prioritario de las reglamentaciones internacionales y de las políticas activas de los Estados.

 

* Periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina.