Admirable YPFB

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Publicado el 01/12/2009

Es admirable Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. Admirable en su supervivencia, después de haber sido atacada, vilipendiada, calumniada, saboteada desde todos los ángulos y tanto desde fuera como desde dentro  de ella.

No nos estamos refiriendo a los últimos 36 meses, sino a los últimos 73 años, porque desde antes de su creación oficial, el 21 de diciembre de 1936, la entidad estatal petrolera boliviana ha sido blanco de ataques no solo de la enemiga original, la Standard Oil, sino de sucesivos concesionarios extranjeros del petróleo boliviano, sino de sus colaboradores criollos algunos de los cuales están ahora presos. No todos, lamentablemente.

En realidad, los tiempos de tranquilidad, de trabajo productivo con mística nacionalista, de sosiego político, han sido los menos en la ajetreada historia de YPFB.

Pero la institución mantiene, en su estructura actual, muchos excelentes profesionales y admirables obreros, que, generalmente gracias a su bajo perfil, siguen creyendo en “su” empresa, porque su conciencia nacional se vuelve objetiva trabajando por ella.

Como los enemigos no son pocos, ni son lerdos, esta vez también insisten en asociar el nombre de la petrolera con ineficiencia, fraude, politiquería, a tal punto que por reflejo Pavlov, muchos desprevenidos bolivianos cuando oyen YPFB la asocian de inmediato con Santos Ramírez.

Por eso es admirable la capacidad de YPFB para no solo sobrevivir con dignidad, sino para inclusive, renacer, como mítica ave Fénix de las cenizas residuales a las que la redujeron enemigos como Sánchez de Lozada.

Ese renacimiento se logrará, no porque algún burócrata en turno de administrarla lo anuncie y lo prometa, sino porque Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos está en la conciencia de miles, de millones de bolivianos, como patrimonio de la nación y como confianza inclaudicable en la persistencia del “ser” nacional.

Porque más allá de su valor simbólico, YPFB es una realidad tangible de que el petróleo es de los bolivianos, más allá inclusive de las sucesivas nacionalizaciones, porque David Toro, Germán Busch, Alfredo Ovando, Evo Morales, cada uno en su momento, supieron percatarse de de esa realidad esencial.

Esto debería haberse escrito, litúrgicamente, el 21 de diciembre, dentro el protocolo de homenajes retóricos que son usuales y tan huecos porque surgen forzados como esos casi obligatorios homenajes a la madre, a la mujer, al niño a la patria o a cualquier otro valor, porque “toca”, porque es “su” día.

Es posible que los burócratas o los tecnócratas de turno conduzcan a YPFB con eficiencia regular, buena o también con ineficiencia. Eso causará altibajos en la rentabilidad de la empresa. Pero en la conciencia de millones de bolivianos no caben esos altibajos, que resultan adjetivos, porque lo sustantivo es la existencia de la empresa, ya que detrás de ella está el sentimiento de nación, con la inalienable convicción de que los recursos naturales son de los pueblos y no de las anodinas y opacas sociedades anónimas.

Por todo eso es admirable YPFB, y tiene que seguirlo siendo. Lo otro, lo de las coyunturas financieras, la sobredimensionada relevancia de las inversiones como única garantía de supervivencia, es vocinglería.

El petróleo y el gas están ahí, valorizándose inexorablemente, sin necesidad de especular para reproducirse, como sí tiene que hacerlo el capital.

Eso no puede ser distraído con sofismas economicistas.