LA MIRADA AFRICANA Un análisis del panorama mediático en el continente negro

Por:
Ana Eloisa Molina Goigoux

Publicado el 01/12/2009

La visión que los medios de comunicación ofrecen sobre África no es la más adecuada. La razón fundamental de esta afirmación es que se trata siempre de una perspectiva externa al continente. De ahí la importancia de generar un cambio. Sobre todo, si tenemos en cuenta que los grandes medios de información están controlados por las mismas multinacionales que extraen recursos en el continente de un modo éticamente dudoso. Se puede comprender así que estas corporaciones tengan interés en que no se hable de África.

En las escasas ocasiones en las que se habla de algún suceso ocurrido en el continente, éste es ofrecido en la línea del africano salvaje. De esta forma, se conforma un imaginario que asocia todo lo africano con la ignorancia, las guerras, el hambre o los conflictos tribales. Estos tópicos son aludidos reiteradamente llegándose a consolidar como verdades absolutas. Por tanto, el cambio debe centrarse en los medios de comunicación del propio continente africano. En palabras de Gabriel Ayite Baglo, director de la Federación de Periodistas Africanos (FAJ) [1]: “nos incumbe a nosotros los africanos encontrar los medios necesarios para tener empresas de comunicación”.
 

La imagen que la opinión pública occidental tiene de África es una perspectiva cocinada en Occidente. Por ejemplo, la imagen de los dirigentes africanos es, bien la de unos autócratas que utilizan todos los medios para mantenerse en el poder corrupto, bien dictaduras enmascaradas en democracias para respaldar los intereses occidentales. Los medios de comunicación africanos, el cuarto poder del continente, son los que deben hacer ver que esto es una verdad a medias. El primer ministro de Kenia, Raila Odinga, comentó en breves palabras la idea clave de este cambio, diciendo que África debe “ordenar su casa” para generar noticias positivas que el mundo pueda ver. De igual forma, los conflictos armados en África se presentan en los medios como consecuencia de los odios ancestrales entre las etnias, como si la violencia fuera una característica innata de los africanos. Sin embargo, no se mencionan los intereses económicos y geopolíticos que los países occidentales tienen en el continente. Y, por supuesto, se omite la información de la procedencia de las armas que alimentan estos conflictos; desde los nuevos artefactos que las potencias de la Guerra Fría llevaron a África hasta la financiación directa de golpes de Estado por parte de Occidente.
Por no hablar del fenómeno migratorio, que, no obstante, sí es cubierto en la prensa africana de “forma correcta”, según palabras de Gabriel Baglo. Los medios de comunicación españoles ofrecen la visión humana acerca de cómo los “pobres africanos” malviven de forma que son obligados a abandonar su país llegando a morir en el intento. Pero de nuevo olvidan informar sobre qué ocurre en nuestro país, las deportaciones y las condiciones en los centros de internamiento de inmigrantes; pero sobre todo, olvidan informar sobre la actuación, o ausencia de ella, del Estado.
Sin duda, es cierto que la mejor explicación que tienen los medios de comunicación occidentales, para proteger sus diversos intereses, es volver al cliché del negro salvaje al que Occidente desde su perspectiva de superioridad debe ayudar.

Cambio de perspectiva

La atención, por tanto, debe centrarse en el desarrollo de los medios de comunicación africanos para convertirse en proveedores de información. Si África logra difundir más allá de sus fronteras su propia información, será el momento de destruir esos clichés. Según Muheldin Titawi, presidente de la Asociación de Periodistas de África del Este (EAJA), en el Congreso de la Federación Africana de Periodistas: “tenemos derecho a trazar nuestro propio destino y centrar nuestros esfuerzos en la lucha contra posibles intervenciones neocoloniales en nuestros asuntos, y tomar en cuenta los intereses de generaciones futuras.”

El camino para asegurar una prensa libre y plural ha comenzado. Del congreso celebrado en Nairobi por la FAJ [2] se puede concluir que el primer paso a tener en cuenta es mejorar las condiciones de los periodistas en África, que la mayor parte de las veces trabajan como autónomos o periodistas independientes. Estas condiciones deben consolidarse para mejorar así la calidad de su trabajo y la propia imagen del periodismo. No debemos olvidar que entre 1990 y 2006 murieron 199 periodistas y personal de apoyo ejerciendo su trabajo. El presidente de la Federación Internacional de periodistas (IFJ) declaró en Nairobi que “es imposible hablar maravillas sobre la libertad de prensa cuando hay periodistas que viven en condiciones de extrema miseria y abandono.”
El principal motivo de esta precariedad en la información es la dificultad que tienen los propios periodistas para acceder a informaciones veraces sin tener que hacer referencia siempre a rumores. Según Gabriel Baglo “a excepción de Sudáfrica, Angola y Uganda, el continente africano está muy atrasado en el movimiento mundial que pretende promover sus leyes sobre la libertad de información, lo cual garantizaría a los periodistas el acceso a la información retenida por las autoridades públicas”.
Sin embargo, ya vemos como muchos países africanos han conseguido franquear la barrera de la política denunciando, en sus medios de comunicación, las actuaciones de sus dirigentes. Sin duda, los africanos están optando por la libertad pero tienen demasiado miedo pues se trata de una “profesión empobrecida” [3]. Como explicó Odinga, estos periodistas con salarios bajos son una amenaza para la información objetiva pues se venden al mejor postor. El problema, sin duda, lo encontramos en su origen, pues la formación ha fracasado derivando en una cultura del día a día, en la que no hay interés por parte de las empresas en que los trabajadores se formen. La mayoría de los periodistas no ejercen siendo enseñados para ello, de hecho sólo es obligatorio registrarse como periodista en Ghana, Uganda y Zimbabwe. No obstante, se está avanzando en este aspecto pues ya en el 2000, Botsuana y Mozambique crearon universidades específicas. Si bien, no sería ético criticar a los trabajadores nuevamente, pues lo realmente necesario es el apoyo estatal y la financiación externa complementada por recursos internos, como defiende Baglo.
Las agencias donantes de ayuda y la comunidad internacional en general deben percatarse de la gran importancia de este sector en el desarrollo local. En palabras de Jose Carlos Sendín [4] la clave está en “generar iniciativas que integren financiación pública y privada (coordinando a los donantes y evitando duplicidad)”. Aunque hay que puntualizar que no se debe olvidar, nuevamente, a las instituciones africanas, pues los africanos deben ser los actores principales de estas iniciativas para generar desarrollo gracias a los medios de comunicación.

El objetivo mencionado por Sendín sobre falta de coordinación fue la clave en Nairobi. Se deben coordinar todos los esfuerzos empleados, africanos y externos, para enfrentarse a los desafíos; y la mejor forma de hacerlo es construir y fortalecer las uniones, sindicatos o gremios existentes. En concreto, Baglo declaró que “el futuro del periodismo en África debería pasar y ser estimulado por el sindicalismo”.
Ejemplo de esta voluntad de coordinación es la petición de la Federación Internacional de Periodistas (FIJ) a la Unión Africana y a la Unión Europea para comprometer a los Estados africanos a mejorar las leyes sobre la libertad de la prensa y las condiciones de los periodistas en el continente; después de que las dos instituciones recientemente firmaran una hoja de ruta sobre los medios de comunicación y el desarrollo [5].
Recogiendo las primeras propuestas de cambio que surgían se fundó la Federación de Periodistas Africanos (FAJ) en la conferencia regional en Abuja, Nigeria (12-14 de noviembre 2007), donde se acordó que actuaría como el cuerpo de la ley continental de sindicatos de periodistas en la industria de la comunicación en África.
La labor principal de esta Federación es promover un movimiento sindical fuerte en el sector de los medios, fortalecer los grupos subregionales de sindicatos, así como generar convenios de trabajo colectivos para establecer la libertad de prensa; entre otros aspectos clave. Sin duda, uno de los puntos a destacar en la Federación es la campaña para la liberación de periodistas encarcelados y contra la impunidad, actualmente centrada en Eritrea. En el programa de trabajo propuesto desde el 2008 al 2010 se hace referencia a dos temas principales: la solidaridad entre asociaciones y el periodismo de calidad. El desempleo y el significativo continuo aumento del denominado trabajo freelance sin protección son también alguna de las cuestiones principales. Sin duda, los proyectos de la federación tienen que hacer frente a un problema fundamental como es la falta de recursos financieros. Sin embargo, aunque existe un primer paso como es la constitución del Fondo Solidario Africano para poder atraer recursos externos al programa, las opiniones de los expertos no son nada positivas a este respecto, por lo que es conveniente que la FAJ se esfuerce en metas realistas y en propuestas que puedan funcionar.

La situación mediática

Como estamos viendo, los objetivos de la FAJ son cada vez más necesarios debido a la explosión de medios de comunicación que está viviendo África desde hace 15 años en radio, prensa y televisión. Estamos ante un crecimiento en cantidad y diversidad. Los africanos instan al movimiento de sus medios, y éstos a su vez mueven a sus sociedades. Nos encontramos ante una cultura de trasmisión oral, pues la radio es la que domina el panorama mediático con el 90 por ciento de escucha semanal en algunos países como Sudáfrica o Tanzania. La televisión es menos vista por su elevado coste, además de la falta de electricidad en la mayoría de las casas. Por su parte los lectores de periódicos son escasos, pues existe un alto grado de analfabetismo, por lo que los pocos ejemplares existentes se dirigen a la población urbana. Si bien, como estima Madieng Seck, director de la agencia Jade, primera agencia de prensa no gubernamental de Senegal: “la prensa ha evolucionado mucho, aunque no todos los periódicos merecen este nombre”. No debemos olvidar el papel de Internet que, aunque sin mucha presencia en el continente, es de gran utilidad para la diáspora. Sin duda, es el medio que mejor puede esquivar la censura; la información y los medios prohibidos reaparecen en Internet.
En concreto podemos mencionar a Pambazuka News, (www.pambazu ka.org) un portal de Internet que va más allá de la información. Se trata de una herramienta de comunicación fundada por panafricanistas del siglo XXI, que lucha por la justicia social en el continente. Pambazuka, que en kiswahili significa “amanecer”, ha tratado de generar un espacio de reflexión y denuncia. Un esfuerzo por ofrecer información, contrainformación, análisis y opiniones sobre numerosos temas de interés en el continente y fuera de sus fronteras y, sin duda, las redes regionales e internacionales de universidades, los movimientos sociales y en general la sociedad, colaboran en gran medida a ello.

Según Sendín, el sector mediático en África se puede dividir en tres grandes bloques. El primero de ellos, sin duda de gran relevancia, son los medios comunitarios principalmente audiovisuales de carácter no lucrativo que son desarrollados a pequeña escala por empresas privadas. Destaca la radio como principal medio de comunicación pues todo el mundo la escucha en las zonas rurales. Estos medios están dirigidos a grupos o localidades concretas con la finalidad principal de empoderar de alguna forma a estas comunidades. El principal problema es, de nuevo, la dependencia económica de donaciones externas, y por tanto su sostenibilidad.

En el segundo lugar, los medios estatales que, como ya he señalado, no gozan de las condiciones óptimas por diversos intereses. Los recursos destinados no son los suficientes tanto por su cantidad como por la variedad de los beneficiarios, es decir, se observa en éstos una orientación progubernamental. Además el personal no está formado, por lo que la calidad de los contenidos baja considerablemente. Al contrario que el grupo anterior, se concentra en los núcleos urbanos. Por último, tenemos los medios de carácter privado, y por tanto de crecimiento independiente. Sin embargo, esta independencia es relativa pues, al igual que los medios comunitarios, deben su existencia a la financiación privada, por lo que sirven a intereses comerciales. La mayoría de estos priorizan la publicidad frente a la información.
Estamos ante el despegue de los medios de comunicación africanos. Las diversas empresas de comunicación africanas son capaces de ofrecer su propia perspectiva y vender así al mundo una visión propia del continente. Si bien, la comunidad internacional y las entidades africanas deben considerar los medios de comunicación como un motor clave para el desarrollo y como un asunto ineludible para ofrecer una imagen de África más cercana a su realidad.

Ana Eloisa Molina Goigoux es periodista, doctorando en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos en la UAM (Universidad Autónoma de Madrid) y estudiante en prácticas en la revista Pueblos. Este artículo ha sido publicado originalmente en el nº 39 de la revista Pueblos, septiembre de 2009.
Notas:

[1] Mesa redonda sobre “África en los medios de comunicación: conflictos olvidados”, en el marco del Foro de las Ciudades, organizado por el Ayuntamiento de Fuenlabrada (Madrid) bajo el lema “La hora de África”.

[2] Congreso de la Federación de Periodistas Africanos (FAJ) el 22 y 23 de noviembre de 2008 en Nairobi.

[3] Definida así por Edouard Adzotsa, secretario general de la federación sindical de trabajadores de la comunicación.

[4] Artículo en la revista Nova África de enero de 2009 sobre el papel de los medios de comunicación en la construcción democrática de África.

[5] Se llevó a cabo el 13 de septiembre 2008 en Uagadugú en Burkina Faso. En el encuentro, llamado Foro Medios de Comunicación y Desarrollo, participaron numerosos periodistas y organizaciones.

http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1766