BRASIL DESAFIA EL PLAN COLOMBIA

Por:
Raúl Zibechi

Publicado el 01/05/2010

ALAI AMLATINA.- La escalada militar protagonizada en los dos
últimos años por el Pentágono y el Comando Sur en la región
sudamericana, con su despliegue de bases en Colombia y Panamá, y la
ocupación de Haití luego del terremoto de enero, está siendo resistida y
enfrentada por Brasil, según se desprende de los recientes movimientos
de tropas que suponen una completa redistribución de fuerzas. La
reorganización de la defensa y el considerable aumento del presupuesto
militar muestran que tanto las fuerzas armadas como el gobierno de
Brasil hacen una lectura correcta de la transición hegemónica en curso
en la región, que no puede sino incrementar la tensión y la
inestabilidad, sin descartar conflictos armados.
 
El ejército brasileño, según informa el diario gaúcho Zero Hora (18 de
abril de 2010), está en plena ebullición ya que está en marcha “la mayor
modificación en el tablero de tropas realizada desde que los militares
asumieron el poder en Brasil en 1964”. Pero ahora los motivos no son
ideológicos sino geopolíticos. Varias brigadas de infantería están en
proceso de traslado desde el Litoral hacia la región central de Planalto
con el objetivo de defender la Amazonia. En esa región serán creados 28
nuevos puestos de frontera que se suman a los 21 actualmente existentes.
El ejército sumará 59 mil nuevos efectivos a los 210 mil con que ahora
cuenta. Pero ese incremento estará focalizado siempre en la región
amazónica, cuya defensa es el nudo estratégico para Brasil.
 
Los efectivos del ejército en la Amazonia se duplican: de los 25 mil que
tiene en este momento llegará a 49 mil en pocos años, de modo que casi
el 40% de los nuevos reclutas estarán destinados a esa región. En el
Planalto se instalará además una base de la fuerza aérea para la
operación de aviones de transporte Hércules. Pero el aspecto principal
incluye cambios en el aspecto operativo de las brigadas, que se
convierten en módulos de combate independientes con unos 3 mil efectivos
cada una.
 
Estos cambios vienen anunciados en la Estrategia Nacional de Defensa
aprobada en diciembre de 2008 por el presidente Lula, que define
acciones de corto, mediano y largo plazo, un período que abarca hasta
2030, para “modernizar la estructura nacional de defensa” reorganizando
las fuerzas armadas, reestructurando la industria brasileña de material
de defensa y la composición de los efectivos de las fuerzas armadas.
Además asegura que en la defensa inciden tres factores decisivos: la
cibernética, el espacial y el nuclear. La mayor novedad es que hasta
ahora el ejército miraba hacia el sur porque siempre se pensó en un
posible conflicto con Argentina, herencia del período colonial. Ahora se
propone posicionarlo en el centro, porque las amenazas reales por tierra
vienen del Norte y la región andina.
 
La estrategia militar que aplica el Pentágono para contener a Brasil
consiste en rodear el inmenso país con bases militares (existentes ahora
en Panamá, Colombia, Perú y Paraguay) y generar conflictos e
inestabilidad en sus fronteras. Es ése el objetivo estratégico del Plan
Colombia y del nuevo despliegue de bases militares en la región. Si
Estados Unidos consigue “derramar” el conflicto colombiano hacia la
Amazonia brasileña, como lo está haciendo hacia Venezuela, habrá
instalado una situación de incontrolable inestabilidad en Brasil, que
sería un lastre para su despegue como potencia regional capaz de
sustituir a la potencia hegemónica en decadencia.
 
Defender la Amazonia supone combatir. En este sentido la Estrategia
Nacional de Defensa muestra autonomía respecto al pensamiento militar
estadounidense. “Para disuadir es necesario estar preparado para
combatir. La tecnología, por más avanzada que sea, jamás será
alternativa al combate. Será siempre un instrumento de combate”.
Mientras el Pentágono apuesta a la tecnología como forma de ganar
guerras, Brasil hace centro en el combate sobre el terreno. Hay más
cambios: la fuerza aérea que ahora está concentrada en Sao Paulo y la
marina en Rio de Janeiro, deben atender al Atlántico Sur donde están las
nuevas y enormes reservas de petróleo que convierten a Brasil en la
séptima potencia petrolera del mundo. La marina, además, cuidará la
desembocadura del Amazonas y las cuencas de ese río y del Paraguay-Paraná.
 
Desde 2004 el presupuesto militar de Brasil se incrementó en 45%, sin
contar las recientes compras de submarinos, helicópteros y 36 cazas de
última generación, ni la base de submarinos que se comenzó a construir
cerca de Río, según informa O Estado de Sao Paulo (25 de abril de 2010).
Días atrás el ministro de Defensa Nelson Jobim entregó a la fuerza aérea
doce helicópteros de ataque comprados a Rusia destinados a la base aérea
de Porto Velho, en Rondonia, estado amazónico fronterizo con Bolivia.
Son los primeros helicópteros de ataque que posee el país y la primera
compra militar a Rusia. En pocos días, cuando se anuncie el acuerdo con
Francia para construir los 36 cazas Rafale, casi todos en Brasil, se
habrá completado un profundo viraje hacia la creación de un complejo
militar-industrial autónomo, el primero con que contará un país del Sur.
 
“La época en que las potencias dominantes disfrutaban de `esferas de
influencia exclusivas´ en todo el mundo es cosa del pasado”, puede
leerse en la edición de Diario del Pueblo (28 de abril de 2010) dedicada
a explicar el crecimiento de la marina de guerra china y su despliegue
en el Pacífico occidental. El diario gubernamental agrega que la
relación de fuerzas en el Pacífico está cambiando, que las fuerzas
navales de Estados Unidos están reforzando su presencia en esa región
por lo que el ascenso militar chino es “un requisito estratégico para
toda gran potencia, que debe defender sus intereses según se lo permitan
sus capacidades”. En Sudamérica sucede algo similar: una gran potencia
se está preparando para sustituir, también en el plano militar, al
decadente imperio estadounidense.
 
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la
Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios
colectivos sociales.