
La conquista de la pantalla chica
Con la venta de Chilevisión, propiedad de Sebastián Piñera, a la trasnacional
Time Warner, en 167 millones de dólares, se completa el control monopolístico
de la televisión chilena, con la hegemonía de los grandes grupos económicos,
que defienden sus intereses comerciales y corporativos, en desmedro del
pluralismo y el derecho de los ciudadanos a una información mas amplia y
democrática. ¿De qué libertad de expresión estamos hablando...?
Cuando el 24 de agosto pasado, Bancard Inversiones Ltda. comunicó que había
celebrado un contrato con Inversiones Turner International II Ltda. para la
venta del 100% de las acciones de Red de Televisión Chilevisión S.A., en una
suma que no trascendió, pero que se estima en aproximadamente 167 millones de
dólares, se echaba la última paletada sobre lo que un día fue el original
modelo chileno de televisión universitaria, que intentaba garantizar a los
televidentes un acceso medianamente equitativo al acontecer nacional.
Ahora el poder del dinero terminó con toda posibilidad de una información que
muestre distintas miradas sobre nuestra realidad. Cuatro de las cinco
estaciones de televisión abierta pertenecen a dos trasnacionales y a dos
poderosos grupos económicos nacionales, lo que implica que, además de obtener
jugosas ganancias con su acceso a la industria comunicacional, podrán defender
sus intereses y sumarse al coro uniforme a favor del modelo capitalista
neoliberal, que permite el monopolio de la tenencia de los medios, en una
sociedad como la nuestra, que, a pesaar de todo, insiste en autoproclamarse
como democrática.
La transacción se materializó luego de un largo y azaroso proceso y se informó
a la opinión pública mediante un comunicado: "Bancard agradece a todas las
personas que forman parte de Chilevisión el trabajo y colaboración prestados en
los últimos años, esfuerzo que se ha materializado en el desarrollo de un canal
líder en la televisión chilena".
Bancard agradeció también a la administración de Chilevisión, LarrainVial y
Barros & Errázuriz Abogados por haber llevado adelante exitosamente el
proceso de venta de la compañía, pero guardó silencio sobre las jugosas
ganancias que la venta reportó al empresario Sebastián Piñera.
Los números no mienten
A diferencia de lo ocurrido hace pocas semanas con Canal 13, que fue adquirido
por el grupo Luksic, un conglomerado transnacional dedicado los rubros minero,
industrial y financiero, el nuevo propietario de Chilevisión, Time Warner, es
un verdadero gigante de las comunicaciones a nivel mundial, dueño de las
cadenas CNN, TNT y HBO y las revistas People, Fortune y Time,
entre otros negocios vinculados al área, con una ganancia que, el año pasado,
alcanzó 25,8 mil millones de dólares.
Aunque no se conoce oficialmente la cifra, se estima que la operación de
Chilevisión habría implicado un precio de venta cercano a los 167 millones de
dólares, los que se comparan con los cerca de 24 millones de dólares que le
costó la estación televisiva al actual Presidente Sebastián Piñera, cuando aún
no era candidato presidencial, el año 2005. Aun aceptando las estimaciones que
indican que Piñera inyectó al canal unos 20 millones de dólares, para que
adquiriera el potencial e influencia que tiene en la actualidad, la venta a la
trasnacional norteamericana le permitió al presidente una ganancia limpia sobre
los 100 millones de dólares, en sólo cinco años, esto sin contar con las
utilidades que produjo la estación televisiva durante ese período.
La oferta de Time Warner es superior a la que formuló en su momento Linzor
Capital, que había sido de unos 130 millones de dólares y similar a la que
habría planteado el Grupo Clarín, de Argentina, que habría ofrecido unos 150
millones de dólares.
Con esta transacción, en el plano político se despeja, aunque con bastante
tardanza, uno de los temas que se mantenía en la agenda, en el sentido de
relevar el conflicto de interés que existía entre mantener la propiedad del
citado medio televisivo y, por ejemplo, las definiciones del país en materias
relacionadas con las implicancias de la implementación de la TV Digital.
Los planes de la trasnacional norteamericana
A diferencia de lo que habría ocurrido con un comprador nacional, ha
trascendido que Time Warner, tendría un proyecto estratégico de fondo para la
estación, porque es la primera vez que ingresa a la TV abierta en América Latina,
dado que hasta ahora, todas sus operaciones tradicionales se enmarcan en la TV pagada del cable.
La adquisición de CHV, canal que ha registrado los mejores resultados de la
industria en Chile, se indica como un intento de la empresa estadounidense por
convertir a Chile en una plataforma de producciones de programas de televisión,
tal como lo hace en México o Colombia.
El proceso de venta de CHV no estuvo exento de problemas luego de que fracasara
la operación de venta a Linzor Capital , el que involucraba el ingreso a la
propiedad de algunos de los princicipales ejecutivos de la estación. Time
Warner es uno de los consercios mediáticos mas grandes del mundo y opera
canales como CNN, HBO, Cinemax, Turner Classic Movies, TNT y Cartoon Network,
lo que transformaría a Chile en la primera sede de señal abierta del consorcio
en Latinoamérica.
Dentro de los once canales propios de la compañía, algunos de los más vistos,
como Cartoon Network, CNN y TNT ya tienen su propia programación para
Latinoamérica, muy exitosa en el rasting de las pantallas latinas. El
consorcio está detrás de series como “The Big Bang Theory”, “Two and a half
men”, “Goosip Girl”, “Family guy” y “True blood” sería el nuevo dueño del canal
con los mayores ingresos de la última década en Chile, como es el caso de
Chilevisión, cuya compra es un pelo de la cola para Time Warner, que el año
pasado facturó 25,8 mil millones de dólares, y hoy sigue en la misma senda,
generando hasta el 30 de junio pasado, ganancias por 12,7 mil millones de dólares.
La trasnacional Time Warner es dueña además de relevantes medios escritos como
el caso de Time, People y Sports Illustrated, fuera de medios
digitales, videojuegos y el área de producción filmica Warner Bros
Entertainment, que ha generado, por nueve años consecutivos, ganancias anuales
por sobre el billón de dólares, como sucede en estos momentos con la taquillera
producción “El origen”.
Dejando atrás las ofertas del grupo Bethia, que cerró su oferta en 125 millones
de dólares y del empresario ligado a Consorcio y Entel, Juan Hurtado –del grupo
Hurtado Vicuña-, la compañía Time Warner fue representada en el país por el
venezolano Juan Carlos Urdaneta, quien dentro de su negociación incluyó como
clave las instalaciones de la ex Fábrica Machasa.
En el terreno de 55.000 metros cuadrados, se levantaría un
centro de producción televisiva, es decir, se convertiría en la nueva gran casa
del canal privado. La firma arquitectónica Elton y Léniz fue la ganadora en el
concurso para la creación de las dependencias cercanas al Club Hípico y, según
declararon, habrían visitado la ex fábrica textil hace un mes con ejecutivos de
Time Warner.
Dividendos ideológicos
El control de la pantalla chica trasciende las utilidades de sus propietarios y
constituye mucho mas que un atractivo negocio, ya que permite un alto poder de
influencia sobre los televidentes, la posibilidad de defender sus intereses,
mejorar su imagen y manipular a la opinión pública, constituyéndose en un poder
fáctico de incalculables proyecciones y dividendos políticos. La fórmula de
entretención, alienación y consumo, que utiliza la trasnacional Time Warner es
un instrumento que encaja perfectamente con los objetivos de la banca y permite
reforzar las bases del modelo capitalista neoliberal, instaurado a sangre y
fuego por la dictadura y que se aplica sin contrapeso desde hace 37 años en
nuestro país.
En este momento, con la sola excepción del canal de la Universidad Católica
de Valparaíso, que tiene bajos niveles de audiencia, llegó a su fin el modelo
de televisión universitaria, que se implantó en la década de los sesenta, en la
idea de permitir una visión mas pluralista, que incluyera distintas miradas de
la realidad nacional.
Ahora el poder económico manda y cuatro de los cinco canales de televisión
abierta están controlados por grupos económicos nacionales o extranjeros, fuera
de TVN, en manos del gobierno empresarial de Piñera.
Canal 13 está controlado por el Grupo Luksic, mediante la sociedad Quiñenco, de
la que dependen, entre otras, industrias y servicios como Madeco, CCU, Banco de
Chile y Telsur, además de Antofagasta Minerals, principal empresa privada
chilena, integrada por las mineras Los pelambres, El Tesoro y Michilla, que el
año pasado tuvo ventas por 2.500 millones de dólares y ganancias de 795
millones de dólares.
Megavisión, que en el año 2009 tuvo utilidades por 5.200 millones de pesos, a
su vez, pertenece al Grupo Claro, propietario, entre otras empresas, de la Sudamericana de
Vapores, Elecmetal, banco Scotiabank, Cristalerías Chile, Viña Santa Rita,
Diario Financiero, Editorial Zig Zag y revista Capital.
Pensando en el futuro de la televisión digital, el grupo económico que lidera
Alvaro Saieh, acaba de adquirir el Canal 22 UHF, en 2,5 millones de dólares. El
empresario, que controla Copesa y el diario La Tercera, está ligado
a Corp Banca, Ripley y Unimarc, y es dueño del 20 por ciento de la operadora de
cable VTR.
Incluso una estación televisiva mas pequeña, como La Red (anteriormente Red
Televisión y originalmente Red Chilena de Televisión) es una canal de
televisión privado, que pertenece a la trasnacional Alba Communications Group,
conglomerado internacional liderado por el empresario mexicano y magnate de las
comunicaciones Remigio Angel González, que controla numerosos canales de
televisión y estaciones radiales en todo el continente.
Como puede verse, con la compra de Chilevisión, la trasnacional Time Warner no
ha hecho más que sumarse a la ofensiva por apropiarse de la televisión abierta
chilena. Los dueños pueden ser distintos consorcios empresariales, nacionales o
extranjeros, pero el denominador común es que se trata de propietarios de
amplios sectores de la producción y servicios, que detentan gran parte del
poder económico, con fuertes influencias en las decisiones políticas.
La fórmula para hacer buenos negocios y defender sus intereses es similar:
diversión y pensamiento único, un modelo de negocios, que no solo es altamente
rentable, sino que acrecienta el consumo y refuerza el sistema político
neoliberal.
Mientras tanto, el pluralismo, la democracia y la libertad de expresión se
baten en retirada...