GEOPOLITICA Y CORREDOR BIOCEANICO SANTOS - ARICA

Por:
Rodolfo Becerra de la Roca

Publicado el 01/12/2010

La geopolítica, que es una ciencia esencialmente del dominio de los Estados, no ha sido tomada en cuenta en ningún tiempo y en ninguna negociación internacional por Bolivia, al punto de haber ignorado su existencia y la importancia de su estudio y aplicación. En todos los tratados internacionales celebrados su desconocimiento está presente. Por eso no reclamamos ni ejercemos el acceso directo al Amazonas a través del río Madera y el Acre y al río Paraguay en el Mato Grosso, amén de otras barbaridades cometidas con grave daño a Bolivia.


Ahora estamos en vísperas de cometer otro despropósito, de insospechadas repercusiones, que afectará al medioambiente, contaminándolo y provocando depredaciones de todo género, sin provecho para nuestro territorio de paso, lo que estamos a tiempo de impedir.


El Corredor Bioceánico Santos - Arica, cuyos alcances no los conocemos, creemos que es una entrega gratuita de beneficios para dos países que se harán bioceánicos, privilegio que les reportará enormes ventajas, como perjuicios eminentes a Bolivia, negociación en que parece no se actúa con el mínimo criterio geopolítico al que tienen obligación de acudir y prever los gobernantes.


La concesión que se otorga a Chile con dicho corredor, es una afrenta a todo concepto de consecuencia y de reciprocidad, una burla a nosotros mismos; pues mientras Chile nos mezquina hasta la mínima consideración bajo la fórmula de que “no vende ni regala ni un milímetro de su territorio” - aun cuando los bolivianos no pedimos ni un centímetro de su tierra, atentas las demostraciones que venimos haciendo en artículos de prensa - nosotros actuamos con una largueza reprochable; con el Brasil el entuerto es parecido aunque bajo otros términos.


Parecería contradictorio nuestro enfoque, porque necesitamos vías de salida y de conexión con los países vecinos; pero estos acuerdos no deben colocarnos en el papel del “tonto útil”. No podemos ser un país de tránsito benéfico para otros y quedar los bolivianos sólo para mirar de izquierda a derecha y viceversa el paso de enormes convoyes de transporte por carreteras que se los financiamos, porque de nuestra parte no usaremos en la misma intensidad dichos caminos que servirán casi exclusivamente para los dos países: Chile y Brasil. Entonces, hay necesidad de exigir en compensación facilidades para nosotros, por ejemplo participando en los transportes, en materia de libre tránsito en la navegación por el Amazonas y el río Paraguay, etc.


En las actuales circunstancias de la reapertura del Acuerdo de Ilo, con el Perú, que nos abre muchas ventajas y perspectivas que depende de los bolivianos saber aprovecharlas; el enfoque mismo del puerto de destino en el Pacífico, para el Corredor Bioceánico, debe ser revisado y cambiado a fin de que éste se desarrolle de Santos a Ilo u otro puerto peruano y dejar de ser los eternos tributarios de Chile que tanto daño ha causado a Bolivia. Esto es lo que haría cualquier país que toma en cuenta su dignidad e interés y actúa con patriotismo y consecuencia con todos los antecedentes históricos y jurídicos de nuestros pueblos.


Estas reflexiones nos provocan que Bolivia debe actuar en el tema del Corredor Bioceánico sin precipitaciones, estudiando el proyecto en todos sus alcances y aplicando criterios geopolíticos y tomar la decisión que convenga a los intereses de nuestro país que muy fácilmente se entrega a pretensiones ajenas que nos amarran después, irreversiblemente.


Dicho corredor es importante y necesario, pero bajo términos que no nos sometan a intereses más fuertes. Somos contrarios a esa doctrina de ser “país de contactos” que nos avasalla, nos domina y sojuzga. Debemos propender a ser un país de proyección más bien, donde la influencia corra de las montañas a los llanos, como ya ocurre con nuestra música.


Antes que dar facilidades a los vecinos, ¿no debemos construir primero caminos que nos integren y faciliten el intercambio y comercio interno? Debemos mirar cuán abandonados y olvidados se encuentran las provincias y zonas fronterizas y atender esta prioridad lastimosa.


El autor es abogado e historiador


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