LOS INTERESES EN EL LITIO DE UYUNI

Por:
Ana Zarzuela

Publicado el 01/12/2010

El viaje a ninguna parte del litio boliviano

 

 Sin Ley Minera, Comibol no avanzó ni en el laboratorio del litio; necesita 902 millones de dólares y las reservas sólo aportan 118. Abren un acuerdo entre la SEPI y Comibol allí donde París, Seúl, Pekín y Tokio pincharon durante cuatro años y sin la
nueva ley de inversiones. Moncloa dará por inaugurada una nueva etapa
bilateral sin alusiones a la estatalización de la AFP del BBVA, o las
amenazas a REE e Iberdrola. Miran los destellos del mayor yacimiento del
mundo y sus 9 millones de toneladas métricas -aunque el Ejecutivo boliviano
dice que el Salar de Uyuni podría tener 100 millones- y Morales y Zapatero
comparten embeleso.

 

Moncloa respira por su Plan Integral del Coche Eléctrico y busca sitio para
la SEPI allá donde Bolivia acaba de darle portazo -tras años de
negociaciones- a una decena de compañías para explotar, industrializar y
comercializar las mayores reservas del mundo; justo ahí donde ensaya de
nuevo pactos sólo genéricos con Tokio, Seúl, Pekín y Madrid, para que peleen
la alianza con la estatal Comibol en la última fase de su proceso: la
industrialización de baterías, sin aspiración de reservas y con la cesión de
patentes. El presidente boliviano se mira al ombligo de los primeros
depósitos mundiales de litio -50% del total, según EEUU y un 70% según su
administración- pero ni las promesas de una planta de industrialización, ni
el vencimiento de la fecha en la que el Gobierno esperaba tener concluida su
fase de laboratorio -hoy aún al 60%- han sido suficientes.

Bolivia, que proclamó su revolución del litio de mayo de 2008, no tiene ni
un plan de explotación viable, ni menos aún de industrialización. La SEPI se
sube a la locomotora de un tren aún sin raíles. Ahora que la estatal YPFB ve
reducidas a la mitad sus reservas gasistas, necesita nuevos grifos en
dólares y Morales vuelve las intenciones a la minería con un nuevo esquema
nacional -el único en realidad-, que prevé hacer de Bolivia en tres años el
primer productor y exportador mundial. Nada que no hubiera anunciado ya
desde que llegó al Palacio Quemado. Nada que, a la vista de los 902 millones
de dólares que debían nutrir las minas de litio y las nuevas explotaciones
en el Potosí- esté al alcance de la Administración boliviana.

Repisa los pasos de Trinidad Jiménez: Zapatero quiere hacer ver un acuerdo
marco con España para explotar el litio andino y de la SEPI la mejor prueba
de que el riesgo de las inversiones españolas en Bolivia está controlado.
Pero con Japón, el único acuerdo marco que Evo Morales ha podido salvar,
tras la quiebra de las negociaciones con las multinacionales asiáticas, es
un compromiso genérico con Japan Oil, Gas and Metals National Corporation
(Jogmec) para “apoyar al Estado boliviano en la puesta en marcha de la
industrialización del litio”. Un horizonte -sólo científico- similar al que
ha podido rescatar con la gala Bolloré. La Jogmec, Mitsubishi, Sumitomo (ya
opera en Bolivia a través de San Cristóbal, en la mayor mina de plata y zinc
del país) y la Universidad de Kita-Kiusyu, entre otras, apoyarán al comité
científico boliviano y enviarán expertos en el desarrollo y aprovechamiento
de los recursos evaporíticos, además de instrumentos y equipos necesarios
para la producción de sales de litio y potasio en la planta piloto del salar
de Uyuni aún en construcción. Eso es todo.

Ni siquiera la administración de Teherán y han conseguido mucho más que una
carta de intenciones para  cooperar con el Estado boliviano aún por
concretar y sólo para la etapa de industrialización, la obtención del
carbonato de litio y otros productos industriales como baterías. Eso es,
también, lo máximo a lo que la Sociedad Estatal de Participaciones
Industriales (SEPI) puede aspirar. Y no será a corto plazo. Morales quiere
pasar la página al repudio de las compañías privadas mineras españolas a sus
“carreras del litio”: después de un intento público por atraerlas al
proyecto de Uyuní, desde el viaje de Morales a Madrid en 2009, La Paz no ha
podido conseguir ni siquiera propuestas concretas. No por falta de interés
en el litio. Como desvelaba el empresario azteca Martín Sutti, ahora que
México está entre los cuatro mejores destinos de explotación del litio según
los informes de Metals Economics Group, un grupo de inversores españoles
expertos en commodities -entre ellos los impulsores del Santander en su
primer desembarco en el mercado azteca- acaban de acordar la operación con
Litiomex en Zacatecas. Nada que puedan reproducir en latitudes andinas.

*ACUERDOS CON LA SEPI COMO MUESTRA DE TRANQUILIDAD*
El Presidente Zapatero vuelve ahora, a las puertas de la Cumbre
Iberoamericana, tras los pasos que Evo Morales intentó despejar desde su
primer viaje oficial a Madrid, hace más de dos años. Bajo la indicación del
vicepresidente Álvaro García Linera Bolivia busca desde entonces los
apellidos de alguna empresa española para compensar el portazo de las
coreanas, las francesas y los recelos de las chinas y las japonesas. Ahora
podrá verlo, negro sobre blanco, por primera vez en el acuerdo marco que el
Presidente del Gobierno sellará el 2 de diciembre, durante su primera visita
oficial a La Paz, la primera de un inquilino de Moncloa desde el periplo de
José María Aznar en 1998.  La sintonía con la SEPI es, para Zapatero mucho
más que el billete ibérico en una futura carrera del litio: promete
aprovechar las 15 horas de su paso por la capital andina para desgranar otro
guiño de calma con el Palacio Quemado. Lo que en Asuntos Exteriores llaman
el nuevo modelo de “diplomacia empresarial” española, que ya se ponía de
largo en la primera gira oficial de Trinidad Jiménez, hace apenas dos
semanas, con un acuerdo de 445 millones de euros en inversión para el
desarrollo, salud e infraestructuras bolivianas durante el próximo
quinquenio, a cambio del espejismo de la seguridad jurídica para las
empresas españolas.

“Nada de temores”, "Bolivia quiere a las empresas españolas", proclamaba
Jiménez en la misma rueda de prensa en la que Choquehuanca recordaba -por si
acaso, de nuevo- el lema de Morales: “necesitamos socios, no patronos”.
Nada, en realidad, que no escuchara ya el propio Zapatero de boca de Evo
Morales. Lo hizo en septiembre de 2010, durante su visita oficial a Madrid,
con el mismo mantra que revive ahora a domicilio. Nada se mueve, promete el
Ejecutivo boliviano al que no sólo es su primer aliado en cooperación, con
75 millones de euros al año (desde 43 millones en 2006), sino su segundo
inversor, con más de 1.000 millones de euros durante los últimos cinco años.
Nada que no hubiera jurado ya en 2009 a Moratinos, a cambio de la
condonación de la deuda. Nada que no renueve esta vez ante el mismísimo
presidente Zapatero, por más que la recámara del presidente boliviano ya se
baraja una nueva Ley de Inversiones -de la que solo sabe que espera mayor
aporte fiscal y transferencia de tecnología-, reparte órdenes para que la
estatal ENDE profundice su proceso de estatalización eléctrica y haga sitio
en ella a la venezolana Corpoelec y advierte de que es cuestión de semanas
la reforma de la Ley de Pensiones y, con ella, el monopolio de una nueva
Gestora Estatal, sin sitio para la AFP Previsión BBVA. Una contrariedad
-por más que en el BBVA calculen que el impacto en sus cuentas será
“marginal”- con la que Zapatero no quiere empeñar su periplo por el Cono
Sur.

En la trastienda de la foto de la SEPI y la empresa estatal minera Comibol
laten los desencuentros de Bolivia con las inversiones españolas y las
amenazas de los planes estratégicos de la revolución bolivariana de
Morales. Nada que en Moncloa vayan a incluir en un discurso oficial que
habla de una “nueva etapa” en las relaciones bilaterales. Pero sólo la
dificultad de la corporación pública Ende para digerir las tres generadoras
incautadas en mayo -Guaracachi, Valle Hermoso y Coraní- garantiza que REE e
Iberdrola seguirán intocadas, a pesar de la promesa en mayo de estatalizar
el 80% de todo el sistema eléctrico y pasar, en la segunda fase, a digerir
distribuidoras y transportadoras. Y sólo las presiones de los asesores del
Palacio Quemado y sobre todo del vicepresidente García Lineras por calmar a
los recelos de un mercado de valores que tiene en las AFP a su mayor
inversor, las que han convencido a Morales para no eliminar de golpe a las
dos aseguradoras privadas del sistema de pensiones que hoy controlan el 100%
del sector, 1,2 millones de clientes. Lo harán gota a gota, en un proceso de
transición en el que -a contrapié de los silencios de Moncloa- el gobierno
de García Linera trata ahora de quedarse no sólo con el total de los
aportantes de la AFP gestionada por los de Ángel Cano en Bolivia, sino con
su modelo de gestión informática y el software de gestión de fondos,
registro de activos y de inversiones de la AFP BBVA Previsión y Zurich
Futuro.

Busca el freno y marcha atrás y resucita su cuento de la lechera del
litio, de momento con Pekín, Teherán y Madrid. Lo necesita. Evo Morales
empieza a reconocer que cuenta sólo con la tercera parte de los 26, 7 tpc de
reservas previstas y no podrá sostener la llave del suministro a Brasil y
Argentina, ni impedir que el GNL de Chile, Argentina, Uruguay y el futuro de
Brasil prescindan de las reservas bolivianas. Por eso, ahora que busca
consuelo en los ingresos mineros para Bolivia, intenta recuperar sus
expectativas para el litio: el portazo a una docena de multinacionales que
no se plegaban a sus exigencias ha dejado sobre su mesa la evidencia de que
tendrá que invertir a solas más de 900 millones de dólares, aunque en cinco
años no consiguió ni la planta experimental y de que su repudio sólo se lo
pone más fácil a sus competidores y vecinos: al calor del impulso chino, las
grandes compañías del sector han comenzado todas a sellar contratos con
Buenos Aires y Santiago -que tienen 3 millones de toneladas métricas y 1,8
millones de reservas de litio respectivamente, las terceras y las cuartas
reservas mundiales, tras Australia y China, que se atribuye 10 millones de
tm-. Chile permitirá una concesión de litio; Argentina, los acuerdos con
Toyota que Bolivia no quiso: las dos controlarán el 40% de la producción,
con las reservas que tienen y calculando que en 10 años la demanda mundial
será de 330.000 toneladas métricas por año, pueden abastecer solas al mundo
por casi dos decenios. Al fin y al cabo, aunque aún su nivel de explotación
sobre reservas es ínfimo, ya suplen casi la totalidad de las importaciones
de litio estadounidenses -el 61% Chile y el 39% Argentina durante el último
año-.

Japón ya ha empezado a hacerse sitio en todas las fases del proceso del
litio -sobre todo la fabricación de baterías- tras el reciente acuerdo de
Toyota para sumarse, junto a la australiana Orocobre Ltd.  a la explotación
de un yacimiento en la provincia argentina de Jujuy a través de Toyota
Tsusho -tercera comercializadora mundial de litio- y la producción de
baterías para coches desde 2012. El respaldo del Ejecutivo de Tokio, con
créditos baratos, les permitirá -tras la inversión inicial de 120 millones
de dólares- adelantarse a sus competidores chinos y -repetir- si puede, el
modelo de participación en Chile. Hoy la materia prima sólo representa el 5%
del coste de una batería, pero con sombras en sus planes para televisores y
otros aparatos electrónicos, los fabricantes de baterías japoneses se han
lanzado al impulso de batería de ión de litio y saben que el 90% de los
recursos que necesitan están en el Cono Sur Americano y que sólo en ellos,
bajo la superficie de salinas, su extracción es más asequible y todo el
proceso mucho más barato.

En los despachos del viceministro boliviano de Desarrollo Productivo Minero
Metalúrgico, Héctor Córdoba, sólo tienen ojos para las que consideran las
mayores reservas mundiales del mineral (100 millones de toneladas métricas)
y las estimaciones de la empresa minera australiana de litio OroCobre, que
indican que la demanda del metal -hoy es de unas 110.000 tn anuales- puede
triplicarse en el próximo decenio ante el auge de productos electrónicos
portátiles y de los coches enchufables, llamados según sus previsiones a
alcanzar ventas de baterías por 103.000 millones de dólares al año en la
próxima década. Sus cuentas, a la vista de una demanda de litio que se
incrementa entre 20 y 25% al año con precios que se han cuadruplicado ya en
una década, apuntan ya a generar 252.000 dólares mensuales, exportando 40
toneladas por mes, de acuerdo con el plan presentado por el Gobierno en
octubre.

Ahora que promete nada menos que abastecer al mundo de litio “durante los
próximos 5.000 años”, se bebe el cuento de la lechera en tres fases: desde
principios de año, debería comenzar la producción de 40 toneladas de
carbonato de litio y 1.000 de cloruro de potasio al mes; en 2013, una vez
que Uyuní esté produciendo 30.000 tm de carbonato anuales, desarrollará la
tecnología nacional para fabricar baterías de litio; y, finalmente, en 2014,
Bolivia comenzará a producir y exportar sus propias baterías para coches
híbridos y eléctricos, con ingresos de retorno de 700 millones de dólares
anuales. En los mapas del ministro sólo saben que, después de un año en el
que ya la inversión internacional cayó un 49%, Bolivia necesitará más de 902
millones de dólares de inversión para superar la primera fase -la mera
explotación del mineral, la planta piloto-  y una cantidad aún sin
cuantificar para la fábrica de baterías y que, aunque la ley 062, del
Presupuesto General del Estado 2011 acaba de aprobar el préstamo a la
Corporación Minera de Bolivia (Comibol), el acceso a esas Reservas
Internacionales Netas (RIN) sólo permitirá financiar 118,47 millones de
dólares para la producción e industrialización del litio del Salar de Uyuní
y que ni los más optimistas pronósticos del plan de operaciones de la
Gerencia de Evaporíticos esperan una inversión oficial superior a 140
millones de dólares, al menos en los dos primeros años. Aunque el Comité
Científico de Investigación para la Industrialización de los Recursos
Evaporíticos de Bolivia asegura tener ya la fórmula del carbonato de litio
(la materia prima para la fabricación de baterías para coches eléctricos),
en cinco años de revolución bolivariana, sólo ha conseguido enterrar el
salar de Uyuni y sus 9 millones de toneladas de reservas.

Morales encadena las zozobras de sus nacionalizaciones. La del gas le urge a
acelerar nuevos planes mineros, pero lo asoma al espejo de sus debilidades:
ésas que hacen que, hasta ahora, sean sus vecinos chilenos y argentinos los
que utilizan el gas de YPFB para impulsar su propia industria minera. Para
Bolivia, la industrialización, sólo serán posibles con más gas y ya no
dispone de él. No son sólo los estudios de Rebecca Hollender y Jim Shultz
los que advierten que para fabricar baterías debe primero separare de otros
minerales (la única etapa que el Gobierno boliviano da por superada) y
después transformarse en carbonato de litio, una mezcla química de calidad
de pureza superior a 99,5% y ese desarrollo tecnológico requiere alta
inversión en la que ya han avanzado Chile y Argentina para explotar sus
salmueras. Por ahora, sólo el cloruro de potasio, -un fertilizante-, ya
llamó la atención de los gobiernos de Brasil y de Venezuela, que hicieron
sus pedidos, de acuerdo con el gerente nacional de Recursos Evaporíticos de
la Comibol, Alberto Echazú.

*MORALES Y COMIBOL, SIN MAPAS VERACES PARA EL LITIO*
La contraparte boliviana de la SEPI, la Corporación Minera de Bolivia
(Comibol), aún no ve claros ni su propio marco regulador, ni el modelo de
convenios para todo tipo de explotaciones mineras, ni los planes de
industrialización, menos aún los del litio. Es la Federación Sindical de
Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb), la primera que denuncia ahora, a
las puertas de la nueva regulación, que el Gobierno no supo aprovechar el
alza de los precios de los minerales, no aprendió nada de la crisis
económica de los metales en 2008 (que provocó el desplome del zinc y el
estaño localres), ni supo aprovechar ahora la bonanza minera para controlar
la producción de las grandes empresas, aumentar las recaudaciones por
concepto de regalías y utilidades y proyectar la reinversión en la actividad
minera.

Hasta el portavoz en el Senador del Movimiento Al Socialismo (MAS) (el
partido oficialista) y presidente de los cooperativistas del país, Andrés
Villca, le recuerda a Morales que el Ministerio de Minería y Metalurgia se
“descuidó” en la conclusión del proyecto de nueva Ley de Minería, con su
tratamiento en la Asamblea Legislativa Plurinacional y su promulgación,
prevista hasta el 6 de diciembre como fecha límite para la migración de
concesiones mineras a contratos con el Estado. No se presentó a los
operadores mineros ni el borrador de la ley. Bolivia aún tiene desde hace
casi un lustro estancado el mayor yacimiento de hierro del mundo, amenaza
con barajar de nuevo la mayoría de las concesiones mineras -que concluyen en
diciembre-, enfrenta el desafío hasta de su propio Ministerio de Minas -que
exige un Plan Nacional y una inyección inmediata de 1.000 millones de
dólares en 2011 para aprovechar el auge global del sector- y reconoce, por
primera vez, que sólo 17.000 millones de inversión y al menos otro lustro de
espera salvarán algún plan de industrialización que hasta ahora no ha podido
ver la luz. Tanto que las autoridades de Potosí -la región en la que están
enclavadas las reservas de litio- piden al gobierno boliviano la creación de
una nueva empresa que se haga cargo de la explotación de los recursos
evaporíticos de Uyuni y la industrialización del mineral al margen de
Comibol (que sigue funcionando discretamente, con poco personal y escasa
explotación de los yacimientos mineros que poseía) a la que hasta ahora
Potosí se había opuesto históricamente.

Morales mira a las reservas de 40 millones de toneladas de los nuevos
yacimientos de cobre descubiertos este mes por Comibol al sur de Potosí y
Morales desentierra sus expectativas mineras. A la fuerza. Las del litio
serán sólo periféricas. Hasta ahora, los ingresos minerales han supuesto la
mitad del total en dólares, 1.327 millones, el segundo rubro en exportación,
lejos de sus galones como uno de los líderes mundiales en yacimientos de
litio, plata, hierro, oro, estaño y zinc, pero suficiente como para
compartir con la explotación del gas -1.450 millones de dólares- el grueso
de la financiación de las arcas públicas bolivianas. Nada que pueda seguir
manteniendo, ahora que ya sabe que sus reservas gasistas son la mitad de los
26 bcm que preveía (un suelo que no permitiría ni cumplir con los 30
millones de metros cúbicos comprometidos con Brasil hasta 2019, 14 mmcd a
Argentina hasta 2030, 3 TPC a Paraguay y Uruguay, más un mínimo de 1,5 para
el consumo interno), que el descubrimiento de shale gas en Argentina puede
consumar su independencia de Bolivia desde 2016 y que el Presidente Morales
acaba de decir adiós a las expectativas de grandeza gasista a las que se
aferraba desde que en los 80 el precio de los minerales se les desplomó.

Con la partitura de Hugo Chávez como brújula, el mandatario boliviano
prometía el germen de una revolución para hacer de Bolivia, tras las
huellas de su Potosí histórico, un nuevo oasis minero; la Argelia latina
-decían literalmente en el Palacio Quemado- y la Arabia Saudita del litio
mundial. Pero para alivio de México, de Brasil, de Chile y Argentina -que le
siguen en reservas de litio, con un tercio del total mundial- o Perú, con
5.000 millones de dólares sólo en nuevos yacimientos de oro-, el presidente
boliviano ha encadenado cinco años de nacionalizaciones, un corsé de
restricciones a los inversores y el olvido de los planes estratégicos de las
empresas públicas hasta gripar sus yacimientos y situarse a la cola de la
inversión extranjera directa, de espaldas a un boom que ha llevado a
Latinoamérica, en el último año, un tercio de la inversión minera mundial.
Aunque el boom del cobre en todo el Cono Sur americano y el auge de los
precios del estaño (10,77 dólares por libra fina, el mayor registrado en 69
años) y el zinc (0,98 dólares) han permitido a Bolivia un incremento de los
ingresos por exportaciones del 46,8%  entre enero y julio de este año, la
producción para la exportación ha caído en volúmenes desde 2008. La
explotación de la minera San Cristóbal,  las perspectivas de los mayores
depósitos de litio del mundo en el salar de Uyuni y los planes para el
impulso de la producción de hierro del Mutún, con la india, Jindal le habían
hecho anunciar allende el Atlántico una nueva edad dorada de los minerales
bolivianos, bajo las riendas de la nueva empresa estatal Comibol, que nunca
llegó. Hoy, ante las propuestas de empresas españolas, estadounidenses,
brasileñas, francesas, rusas, chinas, coreanas y canadienses que han vuelto
a llamar a las puertas del viceministro Héctor Córdoba con proyectos para
nuevas concesiones mineras, en el Ministerio de sólo saben que se
transformarán en contratos, con obligaciones en cuanto a las inversiones y
la recuperación de los minerales y derechos “que tienen de explotar por
tiempos determinados y en calidades y sujetos a todas las leyes de país”.
*
LAS MULTINACIONALES -ESPAÑOLAS TAMBIÉN- CAMINO DE ARGENTINA Y CHILE*
Con la fiebre del litio en máximos -es la piedra de toque del coche
eléctrico y de sus baterías- y con la ventaja geológica de ser uno de los
tres países -junto con Argentina y Chile- que concentran en un triángulo de
2.000 km2 el 90% del litio mundial, no parecía difícil hacerse con sitio.
Por eso, Evo Morales se ha hecho de rogar hasta ahora con la expectativa de
comenzar la explotación en solitario. Pero tres años después, la ausencia de
acceso a ningún derecho sobre las reservas, el matrimonio forzoso con la
estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol) -al 60%-, la obligación de
invertir en el proceso posterior de producción industrial a domicilio
(aunque no se den las condiciones) y ceder su know how y su tecnología  a
Bolivia -sin derechos de retorno- espantan a sus futuros socios. Ni la firma
de tres memorandums de entendimiento con Irán, Brasil y la coreana Kores, ni
las propuestas de Mitsubishi, Suminoto Corporation, la china estatal Citic
Guouan y la estatal Japan Oil, ni el compromiso con Nicolas Sarkozy de
despejarle el acceso a Bolloré (primero a cambio de participación en su
desarrollo industrial incluso en Francia y luego de la paz con GDF y la
nacionalización de la generadora Rurelec) le han parecido a la altura de sus
exigencias soberanistas a Morales. Menos aún, el repudio entonado hasta
ahora por las mineras españolas: después de un intento público por atraerlas
al proyecto de Uyuní, desde el viaje de Morales a Madrid en 2009, La Paz no
ha podido conseguir ni siquiera propuestas concretas. No por falta de
interés en el litio. Como desvelaba el empresario azteca Martín Sutti, ahora
que México está entre los cuatro mejores destinos de explotación del litio
según los informes de Metals Economics Group, un grupo de inversores
españoles expertos en commodities -entre ellos los impulsores del Santander
en su primer desembarco en el mercado azteca- acaban de acordar la operación
con Litiomex en Zacatecas.

En sus olvidos han comenzado a ponerse cómodos sus vecinos: pescan en los
exiliados de sus quimeras del oro. A la vista de la cerrazón boliviano,
están dispuestos a trasladar sus propuestas a Chile y Argentina, al fin y al
cabo -paradojas de la geometría global- en sus salares están las terceras y
las cuartas reservas mundiales, tras Australia y China, que se atribuye 10
millones de tm. Lo han entendido en Chile, que reformará la Ley sobre
Concesiones Mineras (que en los años 80 limitó para evitar las restricciones
legales a las multinacionales para desembarcar en el Salar de Atacama y
nutrir una industria a la que hasta ahora sólo aporta 12.000 tm anuales (un
43%), pero de la que espera un potencial de ventas por 3.000 millones de
dólares. Ahora que acaba de sellar su fusión con la canadiense Sales
Lithium, la australiana Talison Lithium, la tercera productora mundial
(justamente tras las chilenas SQM y SCL Chemental, que controlan ya un 42%
de la oferta total) acaricia ya la que será la primera concesión para una
multinacional en el litio chileno, después de una década. Chile, otrora casi
monoproductor de cobre -aún Codelco es su mayor gigante nacional, con
beneficios semestrales de 2.500 millones de dólares- busca diversificar aún
más una matriz minera que ya ha convertido a Chile en tercer productor
mundial de molibdeno y sexto de plata, pero que aún no ha conseguido
consumar los proyectos para ubicarlo entre los 10 primeros productores de
oro (a pesar de inversiones ya en cartera de 8.000 millones de dólares en
los próximos tres años- y tiene su mayor recorrido en la minería no metálica
-ya tiene en su mano el 35% del yodo- con el litio como ariete.

No es casualidad, tampoco, que la canadiense Latin America Minerals -que ya
en 2008 contrató a TRU Group- acelere sus proyectos de desarrollo de litio y
potasio en la Puna argentina.  Argentina, que vende ya litio a EE UU,
Inglaterra, Alemania, China, Rusia, Japón y Holanda -un 6,6% del mundial-
tiene firmado un contrato de inversión de 170 millones de dólares con
Mitsubishi para Salta y Catamarca. Si se confirma -como da por hecho la
administración del presidente de la Xunta Gallega Núñez Feijoo- la
instalación en Vigo de la cuarta fábrica de baterías eléctricas de
Mitsubishi a través de Litium Energy, será de la tierra del tango, del Salar
de Jujuy, de donde llegue el litio para la multinacional nipona, en alianza
con la canadiense Latin American Minerals. El del Salar del Rincón será,
junto a la nueva explotación chilena, uno de los tres únicos proyectos nuevo
en producción en 2011-2012 al sur del Río Grande. Ahora que la Asamblea
Nacional -a contrapié del Gobierno de Cristina Fernández- acaba de aprobar
una ley para vetar las exploraciones en Tierra de Fuego, el litio está
emergiendo como alternativa para un sector que, sólo durante los últimos
siete años, durante las dos administraciones de los Kirchner, ha visto cómo
las inversiones en la minería argentina crecieron un 1.000% y un 900% el
número de nuevos proyectos, casi su totalidad bajo el paraguas de
multinacionales canadienses, australianas o sudafricanas, hasta incrementar
el aporte del sector al PIB de un 0,3% a un 4% en una década.