La XVI Conferencia de partes de la Convención Marco sobre Cambio Climático de Naciones Unidas que se celebra en Cancún es en realidad una cumbre económica organizada para apuntalar el capitalismo verde. Allí, las principales potencias se reparten los recursos naturales del Planeta, nada menos que con el apoyo de las organizaciones ecologistas más importantes del mundo.
Un directivo de la ONU aconsejó a
los ecologistas del mundo que se libren “de la ilusión de que la política
internacional es una política ambiental”. A pesar de ello, decenas de miles de
activistas y líderes sociales de todo el mudo viajaron a México con la
esperanza de participar y hacerse escuchar en los debates, pero grande fue su
frustración al constatar que en la COP16 se habla más de negocios que de los
derechos de la Madre Tierra.
“La política climática ya no tiene nada que ver con la protección del ambiente,
con problemas como la deforestación o el agujero de ozono. La próxima cumbre
del clima en Cancún es realmente una cumbre económica donde se negociará la
distribución de los recursos naturales del mundo...”, sentenció el
vicepresidente del Grupo de Trabajo III del IPCC Ottmar Edenhofer en una
entrevista con Neue Zürcher Zeitung el 14 de noviembre.
Dicho y hecho, en los primeros días de la COP16 la secretaria de la Convención
sobre Cambio Climático Christiana Figueres propuso desarrollar nuevos
instrumentos del denominado “mercado de carbono”, entre ellos el mecanismo de
Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD),
supuesta fórmula mágica para revertir la crisis climática.
Cualquier activista medianamente informado sabe que el negocio de los REDD
consiste en la libre compra y venta de “derechos de emisión” en la timba
bursátil, y que sólo beneficia a las corporaciones que más bosques destruyen,
al tiempo que alienta la expropiación de territorios a pueblos indígenas y
comunidades locales. El diario mexicano La Jornada calificó a la iniciativa
REDD como uno de los más increíbles ataques a los bienes comunes del planeta y
la humanidad.
Las potencias capitalistas incumplen su obligación de reducir sus emisiones
domésticas y compran “derechos de emisión” gracias a los fraudulentos REDD. Lo
más triste es que algunas organizaciones medioambientales se han subordinado al
cínico grupo de países industrializados que está jugando con el futuro del
planeta, dice el embajador boliviano en la ONU Pablo Solón.
Desde hace varios años, los REDD son promocionados activamente por las grandes
ONGs del ambientalismo internacional, como por ejemplo Conservation
International (CI), The Nature Conservancy (TNC), Worldwide Fund for Nature
(WWF) y Wildlife Conservation Society (WCS).
En Estados Unidos lideran la cruzada del capitalismo verde la National Wildlife
Federation, Sierra Club, Natural Resources Defense Council y Wildlife
Conservation Society, entre otras.
Los misioneros de estas grandes organizaciones internacionales no gubernamental
(BINGO en inglés) viajan por todo el mundo ofreciendo a las comunidades
contratos de compra venta de oxigeno, y a estas horas la coalición Climate
Action Network, que agrupa a WWF y Greenpeace, realiza un intenso lobby
defendiendo los intereses de sus patrones en Cancún.
Los máximos líderes del ecologismo internacional abogan abiertamente por la
aprobación de un programa REDD “bien negociado”, que beneficiaría a la
biodiversidad, a las personas y al clima, afirma el director ejecutivo de
Greenpeace Internacional Kumi Naidoo.
Greenpeace ha reconocido en su informe “REDD Alerta: Protección de dinero” que
ese mecanismo permite a las industrias involucradas destruir los bosques con
los mismos fondos REDD, pero Naidoo cree que el nuevo plan propuesto por
Noruega e Indonesia puede ser un punto de referencia para futuros acuerdos
menos riesgosos.
En su criterio, este “nuevo” REDD no permite a los contaminadores seguir
contaminando mediante la compra de bonos de carbono; establece una moratoria
sobre nuevas concesiones para convertir los bosques en tierras agrícolas; y
“respeta” los derechos de los pueblos indígenas y cumplir con leyes
internacionales tales como la Declaración de los Derechos de los Pueblos
Indígenas.
Según el jefe de Greenpeace, este tipo de REDD “bueno” adopta como principios
la salvaguarda de la biodiversidad y la integridad de los bosques naturales, y
“pone fin a la deforestación… Es por eso que los negociadores en Cancún deben
dar luz verde a un fuerte acuerdo de REDD ahora”. (A good REDD deal is a green light for forest protection)
Es lógico que Greenpeace y otras BINGOS promuevan los fracasados REDD y que
fustiguen a los sectores críticos. Simplemente son consecuentes con sus
financiadores. La familia Rockefeller, que debe su fortuna en gran parte a la
industria del petróleo, financia a Greenpeace, mientras que la Fundación Turner
fue su principal donante entre 1996 y 2001. (http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2010051013)
Hasta los ecologistas más radicales reciben plata indirectamente de los
“barones ecologistas” más ricos del mundo, entre ellos Warren Buffett, Bill
Gates, los Rockefeller y Ted Turner, fundador de CNN.
En la lista de los patrocinadores de la Cumbre de Cochabamba aparecen
Rainforest Action Network, Global Exchange y Alliance Friends of the Earth,
entre otras, todas ellas subvencionadas por la Fundación Ford.