Rebanadas de
Realidad - Bambú Press, Buenos Aires, 12/12/10.- Las Tablas de sangre redactadas por José
Rivera Indarte en Uruguay y divulgadas por Florencio Varela en 1843 en Gran
Bretaña y Francia tienen por objetivo la intervención militar de estas dos
potencias en el Río de la Plata y el derrocamiento de Juan Manuel de Rosas.
Estos dos malos argentinos inauguran un estilo que, con variantes, se repetirá
a lo largo de los años y se resume en la dicotomía formulada por Domingo
Faustino Sarmiento desde Chile en 1845: civilización y barbarie.
Independientemente
de los desvelos unitarios, dos años después el Reino Unido y Francia deciden
enviar sus flotas a la América del Sur. El pretexto es la "intervención
humanitaria" para proteger las vidas de los súbditos británicos y
franceses residentes en Montevideo. El verdadero motivo es imponer por la
fuerza la navegación en el Río Paraná para colocar sus productos
manufacturados. Se trata, en síntesis, de desestabilizar a la
"tiranía" instaurada en Buenos Aires.
Pero la
"barbarie" criolla no arruga ante los cañones que envía la
"civilización" europea a pedido de los unitarios. Por orden de Rosas,
el general Lucio N. Mansilla se instala en la Vuelta de Obligado y el 20 de
noviembre de 1845 presenta combate. Allí, a pesar de la inferioridad de
condiciones de los patriotas federales, se escribe un glorioso capítulo
silenciado durante décadas por los académicos oficiales. La resistencia se
prolonga durante meses con el hostigamiento a la flota invasora desde las
costas de Tonelero, Angostura del Quebracho y San Lorenzo, continúa con el
retiro de la escuadra naval anglofrancesa y culmina tiempo después con el desagravio
al pabellón nacional con una salva de 21 cañonazos.
A 166 años de la
"misión" de Florencio Varela en Gran Bretaña y Francia, la historia
parece repetirse como una tos convulsa mal curada. A principios de noviembre de
2009, la señora Elisa María Avelina Carrió, diputada de la Coalición Cívica,
redacta sus propias Tablas de sangre para denunciar la actual
"barbarie" nativa. Lo hace a través de una carta dirigida a las
embajadas de Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Italia y de algunos
países iberoamericanos.
A diferencia de
aquellos unitarios de mediados del siglo XIX, la señora Carrió no vive exiliada
en Uruguay pero dispone de un refugio para meditar en el democrático balneario
de Punta del Este. Su carta, bastante menos voluminosa que el libelo difamador
de 75 páginas de Rivera Indarte, describe en sólo 1.510 palabras un cuadro de
situación tan espantoso como inventado por el escriba unitario en 1843.
La señora Carrió
afirma que Argentina "sufre una inusitada escalada de violencia que tuvo
un inicio verbal pero que recientemente ha acentuado aspectos alarmantes de
violencia física". Destaca "el permanente ataque al periodismo y la
legislación que pretende avasallar la libertad de expresión y la
pluralidad". Se alarma por "la inexistencia de libertad sindical, la
inseguridad jurídica, la convalidación de violaciones al derecho internacional
por parte del Ejecutivo, el intento de acabar con la libertad de expresión y la
corrupción generalizada en los negocios públicos". Denuncia "reiterados
casos de espionaje interno sobre opositores, periodistas, ciudadanos y la
difusión de informaciones calumniosas contra opositores". Insiste acerca
de "la estrategia intimidatoria, violenta e ilegal adoptada por el
oficialismo" y finalmente alerta sobre "formación incontrolada de
grupos armados en distintos puntos del país".
En anteriores
ocasiones la señora Carrió dijo el gobierno actual se inspira en el líder
soviético José Stalin, fallecido en 1953, y el dictador rumano Nicolae
Ceaucescu, ejecutado en 1989. En cierta forma, ella coincide con el abogado
liberal Mariano Carlos Grondona Poggi, quien tras la muerte de Néstor Kirchner
el 27 de octubre de este año, comparó a los seguidores juveniles del ex
mandatario con las Juventudes Hitlerianas. Curiosamente, tanto la lideresa de
la Coalición Cívica como el pensador televisivo buscan improbables referencias
europeas del siglo pasado.
Por fortuna, a los
destinatarios de las nuevas Tablas de sangre de la señora Carrió no se les
ocurrió organizar una "intervención humanitaria" como la de la flota
anglofrancesa en el Río Paraná en 1845. O, para dar un ejemplo más actual, como
la coalición militar multinacional que "liberó" Afganistán en 2001 e
Irak en 2003.
LAS TABLAS DE SANGRE DE ELISA CARRIO