CHILE SE NOS MUERE

Por:
Pedro Godoy y Gustavo Galarce

Publicado el 01/01/2012

No es chiste. Tampoco falsa alarma. Dos flagelos afectan al país. Uno es antiguo y silencioso como el cáncer germinal. Consiste en el inexorable avance del desierto. Ni que referirnos al  extremo norte. Allá se extinguen hasta los oasis y los ríos son acequias con agua contaminada. En la IV Región  la sequía hunde en la misería a la población rural. Si allá el arenal avanza en medio de la indolencia colectiva por el sur son los incendio forestales los que extirpan la vegetación. Lo acontecido en diversas comarcas -principalmente en la Patagonia- es luto. Nos pone en guardia ante visitas masivas de presuntos turistas. No basta`prometer nuevas leyes de protección de nuestros ecosistemas en proceso de deterioro acelerado. Es toda la población la que debe ponerse de pie para contener la arena y el fuego  que amenazan convertir en erial "la copia feliz del Edén". Suspendamos el "carrete" de moros y cristianos y hagamos realidad aquella consigna que, por un instante, formulara Sebastián Piñera "17 millones de árboles necesita Chile". En ese momento era uno por cada habitante. Reforestar es tarea patriótica ajena a discordias transitorias. Si la campaña no se emprende la patria, muere.

 

Prof. Pedro Godoy P.                                                                           .

Prof. Gustavo Galarce  M.

 

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TEXTO ESCOLAR  DE HISTORIA DE SURAMERICA

 

                                                                                                                Pedo Godoy

                                                                                                                CEDECH 8.1.12                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        

 

Julio Fernández Baraibar invita a dar la batalla cultural por la II Independencia de la Patria Grande. Esa tarea jamás asumida por la izquierda tradicional y menos por la  gauche progre –entre otras iniciativas- supone elaborar un texto escolar común de Historia de Suramérica para la enseñanza y el aprendizaje. Es importante desaprender una Historia Patria desmembrada y desmembradora que ha sido, por dos siglos, un surtidor de rencores y revanchismos y cuya meta es acentuar las diferencias negando u opacando las congruencias en cuanto al origen y trayectoria de estos pueblos que integran un solo bloque sociocultural. Incluso los manuales bautizados como de «Historia de América» han sido una suerte de acumulación de historias locales. Piénsese, por ejemplo, en la de Diego Barros Arana y en la de Luis Alberto Sánchez. Hay ensayos como el de Dardo Cúneo y tratados magnos como “Historia de la nación latinoamericana” de Ramos, pero no están adecuadas para el quehacer de aula.

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La inexistencia de un texto escolar como  el propuesto deriva del afán de nuestros países    de imaginar que el origen de cada uno –amén  de singular– está en la gesta emancipadora. Ese 1810 ha sido funesto porque por encenderle tantas velas, rodearlo de excesivo boato y conferirle descomunales decibeles opaca las etapas que la preceden. Esa prehistoria indígena y esa protohistoria peninsular no ameritan suficiente estudio. Menos las epopeyas del descubrimiento y la conquista. Tampoco esa fase estimada «tenebrosa» y mal llamada «colonia». Los plumarios de la Independencia dan luz verde  a la leyenda negra. Difunden una campaña hispanofóbica y, al mismo tiempo, indigenista.   Ello permite asociar Imperio con imperialismo  y colonia con colonialismo y tres siglos germinales XVI, XVII y XVIII como una especie de oscura Edad Media.          

           

La interpretación falaz de la hispanización engendra complejo de inferioridad. Recuérdese                el estereotipo del conquistador genocida, expoliador, aficionado a la holganza y al látigo, progenitor del latifundio y la explotación del hombre por el hombre. Tal personaje funda instituciones arcaicas y genera una sociedad atrasada. Esa imagen genera frustración y la pesadumbre por no haber sido colonizados por Holanda o Inglaterra. A renglón seguido, junto con glorificarse a Atahualpa o Lautaro brota el desprecio por la indígena. Es un ayuntamiento extraño –en nuestro caso– entre la admiración y la ira. Furia porque el aborigen representarían la pereza, la borrachera y la fealdad. Así el texto por omisión o torcida interpretación deteriora la imagen de la Hispanidad en nuestro suelo. No sólo eso, también lo autóctono es objeto de descalificación racista.                    

 

Está claro que ese texto escolar y la lección       no son lo único. La sociedad entera está impregnada de ambas fobias. El aula sólo las legitima. El adagio aplicable es «repite una mentira mil veces y se convierte en una verdad». Esta verdad entrecomillas, es decir, la leyenda negra denigratoria es la que empuja –por ejemplo a despojar al centro de Lima de la estatua de Francisco Pizarro y a México a enorgullecerse de no disponer de ningún monumento a Hernán Cortés. También, por cierto involucra esa incompetencia para borrar esa usurpación de gentilicio que supone bautizar como «indios» a nuestra población precolombina y hasta restringir eso de «antepasados» sólo a esos pueblos sin considerar que también lo son aquellos soldados ibéricos.                

 

 

Los textos escolares y el imaginario de los docentes en el siglo XIX y XX reflejan lo anotado.  Al negarse los orígenes vernáculos y africanos se acentúa una pueril convicción blanquista. El mestizaje se enseña sin conferirle su exacto significado y volumen. Al insistir, sobre todo los docentes básicos, en el triangular esquema de las razas –sin ofrecer otra opción– da matrícula de blancos a los millones de alumnos iberoamericanos. La suma de estos datos de naturaleza tan diversa, pero que combinadamente apuntan a generar oscuridad, menosprecio, distorsión o desconcierto respecto a nuestro ayer confluye a un gigantesco delta pantanoso: la crisis de identidad. Nuestra labor como docentes es atenuarla o suprimirla.

 

A  lo anotado se debe añadir que la docencia de la Historia Patria se instrumentaliza –junto con efemérides, emblemas, himnos… para generar lo denominado «conciencia de patria». A ello contribuye de modo poderoso la docencia del cuartel a través del Servicio Militar Obligatorio. Allí surge otro factor no menos pernicioso: la acentuación de las querellas fronterizas y la exhibición de mapas truchos. Se exhorta a visualizar a los vecinos como extranjeros:  enemigos de ayer, de hoy y de siempre. Se subvalora o desconoce el mestizaje, se desprecia las fuentes matrices de la macronacionalidad. A este «guiso» mefistofélico se añade ahora recelo, desprecio y odio al pueblo vecino y se enseña, por ejemplo, que Argentina nos usurpa la Patagonia callando que los chilenos del siglo XIX despojamos a Bolivia de Antofagasta y Tarapacá y Arica son ex comarcas peruanas.

                                                                      

Un texto escolar de Historia Suramericana tendrá que exaltar aquello vinculatorio comenzando por las fuentes comunes de la nacionalidad. No sólo lo amerindio y peninsular, sino también lo africano. Los mapuches están –al igual que los diaguitas– vinculan, por sobre la Cordillera a Chile y Argentina. La gesta descubridora de Almagro liga a Andalucía, con Perú y Chile. La Conquista -por sobre lo bélico- es el mestizaje y la evangelización. "La Araucana» del españolísimo Ercilla es el texto sobre el cual juran emancipar Suramérica de la Corona los discípulos de Francisco de Miranda. El mismo OHiggins –para los actuales textos– se transforma en mármol, granito o bronce apenas abdica. Sin embargo, posee activa vida política en Perú y Bolivia en el ostracismo y durante 20 años. Los nexos entre Chile y Argentina son innumerables no sólo por el Ejército Libertador de los Andes, sino también por el ABC de Perón. Este tipo de datos una investigación, ajena al chauvinismo, los multiplicaría hasta el infinito.

                       

El desafío es elaborar un manual que nos presente tal cual fuimos y somos: una totalidad en que predominan las concordancias y las diferencias son pequeñas. Ya veremos como conseguimos se imponga su uso en las aulas y cómo se funda la asignatura respectiva. Si se exponen las congruencias se redacta un texto que apunta a la integración. Si se exaltan los conflictos se acentúa el aislamiento. Eso es tan elemental que hasta                    en el seno de una parentela es verificable. Cada familia educa a los retoños en el odio, el desprecio y el recelo respecto a «los otros». Tales no serían «nosotros».    A la inversa, se puede educar en el afecto, el respeto y la cooperación. Entonces se produce lo inverso. Imposible discutir lo anotado, aunque –según anota Chesterton– «el sentido común es el más escaso de los sentidos».

                                              

Dos ejemplos, recientes: el Ministerio de Educación de Taipé instituye la asignatura                    de Historia de Taiwán en oposición a la clásica asignatura de Historia de China. Protesta Pekín. Aquí, sin embargo, se instrumentaliza la educación formal para legitimar la secesión. Historiógrafos y docentes inauguran esa política educativa  en manuales escolares apenas culmina la Independencia. Resultado: de un continente se hace un archipiélago en lo psicocultural. Cada «familia», es decir, cada república educa en el etnocentrismo y la «parentela» es una multitud de enemigos si son limítrofes y de extranjeros si distantes. Los separatistas «vencen». No les basta, requiere legitimarse y entonces «convencen». Instrumentos: en lo sistemático, el docente y el texto. En lo ambiental, la prensa, la radio y ahora la TV.

                                                          

Contrario al caso taiwanés es la situación europea. Hace medio siglo se funda la UE. Entre las iniciativas, con motivo del cincuentenario, que propone la ministro de Educación de la RFA figura publicar un texto escolar de Historia de Europa. Eso en un continente con múltiples lenguas, varias religiones e infinitas etnias. Más aún, un mundo que durante centurias ha estado desgarrado por guerras ante las cuales la del Pacífico –con 5 mil bajas– es un chiste. Sin embargo, París con De Gaulle y Bonn con Adenauer optan por la cooperación. Vencen en    la esfera de lo político y económico. Ahora se requiere anclar en el alma de millones de infantes y adolescentes la noción identitaria de Europa. A eso obedece la iniciativa de aquel manual que se debe elaborar «si o si». ¿Por que aquí no se podría? El Instituto “Manuel Dorrego” de Revisionismo Histórico brinda la opción de librar la batalla cultural a que invita Fernández Baraibar proponiendo ese Texto Escolar de Historia de Suramérica.

 

 

Prof. Pedro Godoy  P.

Centro de Estudios Chilenos CEDECH

[email protected]

 

LA SUA : ORIGEN TRAYECTORIA Y BALANCE

 

 

La Sociedad Unión Americana SUA es una entidad iberoamericanizante del siglo XIX. Se funda en Santiago de Chile el 5 de abril de 1862. El directorio lo encabezan simbólicamente el general Gregorio las Heras y el almirante Manuel Blanco Encalada. Sus líderes prominentes son José V. Lastarria, Alvaro Covarrubias, Domingo Santa María y Benjamín Vicuña Mackenna. Genera filiales en diversas ciudades y aldeas del país. Un entusiasmo hoy asombroso . Contacta con entidades similares del Continente. Destacan aquellas que funcionan en Bolivia, Ecuador, Ecuador y Argentina. Diseñan bandera que izan junto con el pabellón patrio. Fundan villorrio que bautizan "Unión Americana".

 

La motivación inmediata de quienes son los arquitectos de la SUA son las tropas de Napoleón III ocupando México. Tal operativo culmina con el Imperio de Maximiliano. No es la primera agresión y tampoco es la última. En 1833 Gran Bretaña se apodera de Malvinas, EEUU despoja Texas a México en 1836 y mediante una guerra 1846-1848 de un territorio equivalente al de Argentina, en 1851 -durante un lustro- William Walker convierte en protectorado estadounindense Centroamérica,  España, en 1861, anexa República Dominicana, en 1871 en una astuta alianza con los aborígenes Londres primero "inventa" la República de Misquitía y luego, desembozadamente, Honduras Británicas hoy Belice. Las tres Guayanas son otros testimonios del euroexpansionismo..

 

Estos acontecimientos sin duda, en mayor o menor medida, son factores que inquietan a la intellighenzia de entonces cuyos cabecillas fundan la SUA. La intervención del II Imperio francés es el detonante que desencadena intensa campaña integracionista. Mantiene nexos con el Presidente Benito Juarez y su república errante. Le despacha sumas de dinero y hasta milicianos. En 1862 el condotiero Oreille Antoine, con apoyo de París, intenta fundar el Reino de la Araucanía y Patagonia. Les preocupa la dependencia respecto a Madrid de Cuba y Puerto  RIco. El adueñamiento de las peruanas Islas Chinchas por  flota de guerra española es el episodio que da mayor energía a la institución cuyo origen y trayectoria se reseña. Propicia la Alianza del Pacífico -sumando Chile a Perú y Ecuador- para oponerse al neocolonialismo.

 

El  choque armado implica bloqueo de Callao y cañoneo de Valparaíso. Hay combates navales.  Uno -el de Abtao- es simbólico porque en un mismo barco combaten por la soberanía común, siendo entonces tenientes, Arturo Prat y Miguel Grau. Infaustamente, serán rivales después, en la Guerra del Pacífico. Otro dato no menos ilustrativo es que de la conflagración anotada se desentiende la Argentina presidida por Mitre. En el país de Martín Fierro se imponen entonces el porteñismo y el eurocentrismo está en menguante la doctrina de José de San Martín. Acá la SUA posee un trascendente rol. Lo desempeña en la calle y en las esferas del P. Ejecutivo impulsando la defensa de la soberanía en peligro. Brinda, obvio, apoyo al Congreso hispanoamericanista de Lima culminado en 1865.

 

No menos importante es el nexo  con los caudillos trasandinos. Felipe Varela, en los choques  entre el mitrismo y as provincias, se refugia en Copiapó y allí encuentra el apoyo de la SUA local. Más que eso refuerza sus tropas e incorpora a chilenos encabezados por el oficial Estalisnao Medina. Eso explica  que el ilustre catamarqueño en su ofensiva aluda -dedo en el gatillo y manejando miles de gauchos armados- a la Unión Americana, a la urgencia que Argentina regrese al espíritu sanmartiniano y propicia la paz con Paraguay. Pareciera, que al menos en el siglo XIX, es la primera vez, después de la epopeya de Andrés Santa Cruz, que el iberoamericanismo se hace fuerza militar.

 

Efectuar un balance de la SUA es necesario. Un dato negativo: su ambigüedad con eso de "Americana" a secas. Permite -de un modo u otro, a veces sin manifestarlo- que EEUU por estar en el Nuevo Mundo, ser república y  oponerse a la vieja Europa en virtud a la doctrina Monroe es un país "aliado" o "hermano". Se "olvida" la usurpación de Texas y la confrontación bélica que reduce a la mitad la patria de Octavio Paz. Incluso durante la Guerra de Secesión (1861-1865) -¡oh, ingenuidad!- cree que la victoria del Norte abolicionista sobre el Sur esclavocrata abre aun más la puerta la cooperación entre ambas Américas. Ignora que la dinámica expansionista es anterior a la pugna entre Washington, DC y Richmond. Hipnonsis equivalente produce el glamour kennediano y la ALPRO.

 

 Sus líderes -entre otros- Vicuña Mackenna y Domingo Santa María, años más tarde son adalides de la Guerra del Pacífico (1879-1883) encendida por el capitalismo británico para apoderarse de las salitreras. Tal conflicto mutila a Bolivia convirtiéndola en mediterránea y a Perú le amputa Tacna, Arica y Tarapacá. Tal inconsecuencia habría escandalizado al caudillo Varela tanto como hoy nos resulta chocante a quienes somos, al decir de Joaquín Edwards Bello y Felipe Herrera, "nacionalistas continentales". Lega, sin embargo aportes positivos, dos tomos con documentos de alto valor. Me refiero a "Unión y confederación de los pueblos hispanoamericanos" que valdría la pena sean reeditados por el Instituto "Manuel Dorrego" de Revisionismo Histórico.

 

 

Prof. Pedro Godoy  P.

 

 

 

PSU: ¿SEGREGATORIA? (*)

 

Se comenta que ese certamen es discriminatorio al reservar los mejores puntajes a los colegios VIP y los bajos a los planteles del  "perraje". Difícil convencer que la brecha no es producto de la esa "pueba que debiera suprimirse". Su fin sería la venta del "sillón de don Otto". La secular estrategia pedagógica -a horcajadas de la gratuidad- ocultaba, medianamente, la odiosa estratificación de la sociedad al mezclar en la misma aula a los hijos de las distintas clases permitiendo el fomento de la movilidad sin masificar. Desde otro ángulo, los estratos siempre han existido y es un error atribuirlos al neoliberalismo aplicado por Pinochet y la Concertación. Lo que ocurre es que la fórmula privatizadora -LOCE y LEGE- del capitán general a Bachelet evidencia que existen ¡y qué abismo las separa!.

 

La educación de mercado robustece una estructura escolar hiperclasista. Al fondo, "última carta del naipe", quedan los establecimientos municipalizados cuyos alumnos obtiene menos de 500 puntos. ¿Bajo CI? ¿Alimentación deficitaria? ¿Pereza? ¿Hogares  vulnerados? Las interrogantes generan polémica. Sin embargo, lo verificable es la torrencial fundación de liceos. Esto impide disponer de docentes idóneos. Otro factor, la reducción del nivel de exigencia complementado con el quiebre de la disciplina. Se la tacha de "autoritarismo" y, por ende, excluida. Superar las fallas anotadas no implica la abolición de las clases sociales, pero si asegurar una movilidad social "limpia" que evite aniquilar la calidad por la cobertura. Suprimir la PSU -sueño de algunos- es barrer la basura bajo la alfombra.

 

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(*) PSU es la Prueba de Seleccion Universitaria. Quienes quieren ingresar a las Universidades UU

deben rendirla.

 

 

Prof. Pedro Godoy  P.

Centro de Estudios Chilenos CEDECH

[email protected]

www.premionacionaldeeducacion.blogspot.com

 

 

rut 4.026.889-8

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