VISITE TIAHUANACO, ESTA A TIEMPO

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Publicado el 01/01/2012

Visite Tiahuanaco, el mundialmente célebre complejo arqueológico; la ciudad – Estado cuya data se hace indescifrable. Visite Tihuanaco, el símbolo de las culturas milenarias y sus más exaltados ancestros. Visite Tihuanaco, el lugar al que algunos consideran el centro del mundo, el altar donde se halla una de las más enigmáticas puertas del Sol en la Tierra.

Visite el lugar más sagrado para los cultores y predicadores de la religiosidad andina. Viste este Patrimonio de la Humanidad según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Visite el símbolo elegido por los caudillos de las últimas décadas, el sitio donde Evo Morales fue nombrado líder de los pueblos indígenas del mundo. Visite ese lugar donde nuestro Presidente empezó su mandato de manera apoteósica hace seis años. ¡Visítelo cuanto antes porque se está cayendo en pedazos en medio de un abandono y descuidos proverbiales!

 

Incomprensible, pero cierto. Lejos de lo que probablemente todo el mundo pensaría tras aquel 22 de enero de 2006, el lugar emblema no ha merecido mayor preocupación por parte de las autoridades. Tampoco han hecho gran cosa los movimientos étnicos y sociales del nuevo régimen. Peor aún, en buena medida los problemas en Tiahuanaco surgieron a partir de las disputas que desataron quienes se consideran descendientes de aquella cultura. Ello pese a que documentos históricos revelan que el sitio ya se hallaba en ruinas mucho antes de  que predominen por la zona las poblaciones aimaras. Las leyendas señalan que cuando el Inca Huiracocha llegó al lugar sólo había monumentos derruidos colmados de placas de oro. Las crónicas de los encomenderos españoles puntualizan que en toda la zona apenas hallaron nueve habitantes en tránsito y ninguna población. Se sabe que los pueblos actuales se formaron en los años de la Reforma Agraria de 1952. Por lo tanto, difícilmente podrían considerarse descendientes, a ciencia cierta, de quienes construyeron aquella misteriosa ciudad.

 

Pero -historia al margen por riesgo de justicia comunitaria- en este tiempo de negocios, municipio, autoridades nacionales y arqueólogos convirtieron en un caos la administración del sitio. Los cobros a los miles de turistas, el manejo de las piezas, las investigaciones, los proyectos, etc. desataron bajísimas pasiones. El resultado: cero fiscalización real posible, obras mal hechas, deterioro de los monumentos, freno a iniciativas, destrucción de ambientes. Todo debe pasar los filtros “originarios”, burocráticos y leguleyos. Mientras el viento, las lluvias y la desidia hacen el resto. Inconcebible para un lugar ubicado apenas a 45 minutos de la sede de Gobierno y a mil metros de la moderna carretera Panamericana.

 

El año pasado ya se advirtió sobre los hongos que han empezado a afectar a varias estelas y sillares en los espacios abiertos. Mientras tanto el complejo de museos tiene tres de sus cuatro ambientes cerrados. Un reciente reportaje de la Red Erbol señala que es afectado por las lluvias, goteras, humedad y la carencia de preservación. Advierte que se hallan en riesgo el monolito Bennett –la estela más grande de los tiwanacotas– y una serie de esculturas de piedra.

 

El Ministerio de Culturas, la Gobernación y el municipio local no asumen una responsabilidad del patrimonio cultural arqueológico que se encuentra en el sitio. En medio de intereses creados, una crónica batalla legal entre la empresa que erigió el museo y las autoridades impide encarar planes de restauración.

 

Nuevamente se advierten las consecuencias que presenta una Constitución plagada de atribuciones fragmentadas en seis niveles de autonomías y gobierno. Pensar en lo que pasa en Tiahuanaco mueve a pensar lo que también pasó en el caso TIPNIS o sucede en el caso Itika Guazú. Vaya uno a saber hasta dónde se multiplicarán estos pleitos y qué consecuencias atraerán.

 

Nos vamos convirtiendo en un caso único. Una riqueza como la tiahuanacota normalmente implica una razón de Estado. Si vamos a las siempre incómodas comparaciones vale preguntarnos: ¿qué pasaría si Teotihuacán o Chichen Itzá en México sufrieran sostenidos destrozos debido a pleitos entre indígenas mayas o aztecas, la Intendencia, el Gobierno, etc? ¿Se podría imaginar que Machu Picchu o las pirámides de Egipto fuesen víctimas de intereses ediles, étnicos o casi ignorados por sus ministros de Culturas? No hace falta imaginar demasiado en este caso. ¡Visite Tiahuanaco!