PROTECCIONISMOS

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Publicado el 01/03/2012

El proteccionismo, que la presidenta del Brasil  Dilma Rousseff atacó duramente en Alemania, tiene muchas variables y es de vieja data. Rousseff se refirió a una forma particular de proteccionismo pues los países “ricos” –dijo- están desvalorizando artificialmente sus monedas y perjudicando a países emergentes como el Brasil. Pero se podría demostrar, también, que Brasil está protegiendo sus propia empresas (no solo las estatales, sino también las privadas) bloqueando en su entorno posible competencia de otros países. De esto tenemos protuberantes pruebas en Bolivia, donde “sufrimos” el proteccionismo brasilero a las empresas que construyen caminos y principalmente a la petrolera Petrobras. Las unas copan los proyectos viales (no en libre competencia sino protegidas por el gobierno brasilero) y la otra se lleva el gas y perjudica de muchas maneras el desarrollo de la industria petroquímica boliviana.

A partir de este análisis es que se habla del subimperialismo brasilero, porque, como magistralmente enseñaba André Gunder Frank, la naturaleza del capitalismo consiste en crear matrices y periferias, en camadas. Así, la promesa del capitalismo se vuelve ilusoria. Jamás, en el sistema, la gente que vive en la periferia podrá desarrollarse. Es una mentira que, de tantas veces repetida, aparece como verdad. Lo que sí, puede pasar, es que  algunos países de periferia desarrollaren algunos aspectos de la vida o de algunas regiones, pero al mismo tiempo, causando el subdesarrollo de otras.  Que es lo que sucede con el Brasil hace décadas.

O, como decía alguien más próximo, el teórico brasileño Ruy Mauro Marini: “el subimperialismo no es un imperialismo de grandeza menor o de segunda categoría. Es un fenómeno que comparte leyes del desarrollo capitalista comunes a la teoría del imperialismo (monopolios y capital financiero). Según  Marini, el subimperialismo sigue la lógica de la cooperación antagónica, sea cual sea, al mismo tiempo que coopera con el imperialismo en las políticas generales, actúa en una dinámica contradictoria buscando el dominio entre sus vecinos, buscando hegemonía regional.

Ese sería, o más bien debería ser, el tema central de las cumbres integracionistas que refutan la doctrina Monroe de que América es para los (norte) americanos y promueven, mas bien, la Patria Grande bolivariana.

Y en esta lógica, el Brasil, en vez de protestar por el proteccionismo de otros y de ignorarlo cuando también lo practica, debe asumir su rol (que no es, de ninguna manera, subalterno) en la insubordinación fundante, tan bien explicada por Marcelo Gullo quien, precisamente, nos hizo entender los sucesivos proteccionismos, el británico, el norteamericano, y sus variables más recientes como el japonés y el alemán.

Para analizar esto creíamos que podía utilizarse la Cumbre de las Américas programada para dentro de un mes en Cartagena, pero ya se dijo que Cuba no podrá asistir y eso determinaría la ausencia de otros países.

Con lo cual el protagonismo inexorablemente se lo llevará, otra vez, Estados Unidos, que para estos intentos integracionistas de la ecúmene latinoamericana, sigue anteponiendo “su” doctrina Monroe.

O sea que la lucha por la Patria Grande sigue.

Cada vez con más fuerza. La fuerza de la razón.