Hoy, día de la
Patria, vamos a recordar a alguien para quien la Patria no
era una simple palabra sino un sentimiento profundo, incomparable. Para el
entrañable amigo, periodista y poeta chuquisaqueño Eliodoro Aillón Terán, para
quien la Patria
no estaba en los desfiles, ni en los salones de los presidentes, mucho menos en
sus discursos y ni
siquiera en la bandera y sus colores. Es que
Eliodoro sintió y sufrió esa Patria, la que estaba botada en medio de las
calles mientras la lluvia le cercenaba las carnes. Esa
Patria estrujada por manos sin salario, esa
Patria que teniendo hambre se comió su libertad. Y sigue aún hoy sufriendo
hambre. Eliodoro la conocía y como el mismo lo dijo la llevaba como túnica de Neso
por todos sus caminos, la sentía como el peso de Dios sobre el pecado y por eso
buscó su voz, para multiplicarla sobre las campanas
del tiempo. Así nació su poesía “Pido la
palabra”, que emocionó y emociona aún a
muchos bolivianos, que compartimos con Eliodoro
esos sentimientos patrióticos.
De esa Patria queremos hablar hoy, para rendirle
un homenaje póstumo adicional a Eliodoro Aillón Terán, a quien se lo llevaron
los áridos caminos de ese duro oficio que es el exilio, y lo devolvieron incurablemente
enfermo a esta Patria que tanto amó y por la cual clamó incansablemente.
Eliodoro no pedía la palabra en nombre de ningún
partido político, ni de ningún fundamentalismo, lo hacía ende la Patria que ocultaba avergonzada,
en los salones de clase, sus pies descalzos. Lo hizo en nombre de padres con
vicios pagados con la desnudez de sus hijos, lo hizo en nombre de madres y sus
voces calladas, en nombre de los niños.
Eliodoro no le pedía al mundo nada que al mundo
le perteneciera. El quería para su Patria, para nuestra Patria, la paz,
pedía su barco, quería sembrar trigo y levantar fábricas, quería que sus niños,
los niños bolivianos, rían, salteen y salpiquen los campos “como las gaviotas
del rocío al alba” y que todos crecieran a lo largo de los
ríos, como el trigo, y que se hincharan de sol,
y de lluvia, como las uvas en las cuencas dilatadas de sus valles. Estamos
utilizando, en lo posible, sus mismas palabras, las palabras poéticas de
Eliodoro Aillón Terán, porque son las más elocuentes, y
porque para muchos de nosotros son inolvidables.
Por eso hoy, en el Día de la
Patria, queremos definirla como el poeta chuquisaqueño lo
hacía: “Humilde como la hierba” y decir del pueblo boliviano lo que él decía,
que es “sencillo como el agua de la
acequia”.
Porque lo mismo que Eliodoro, nosotros también sabemos que la Patria nunca ha estado, nunca estará, en los salones de los presidentes, ni mucho menos en sus discursos. Está aquí, en el fondo del corazón de cada boliviano honestamente e incondicionalmente patriota. Si alguien merecía pedir la palabra y hablar en nombre de la Patria, ese fue Eliodoro Aillón Terán.
Y lo hizo.