LOS RETOS DE LA DESCOLONIZACION EN EL CARIBE

Por:
Raúl A. Montenegro

Publicado el 01/08/2012

Una de las tareas más difíciles que nos enfrentamos en el trabajo de
descolonización es el muro que nos encontramos en las mentes no solo
de las personas que viven bajo el colonialismo, sino de las personas
encargadas de trabajar con temas de descolonización.



La primera barrera que nos encontramos es el lenguaje que usan las
instituciones dedicadas al trabajo de descolonización: la Organización
de Naciones Unidas (ONU).

La ONU fue creada por y bajo el control de los países considerados
como los “liberadores” del mundo del flagelo del fascismo: los
llamados “aliados”, la URSS, EEUU y el Reino Unido de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte. Sin embargo, la repartición del mundo que se
hicieron las grandes potencias bajo la teoría de la “esfera de
influencias”, traía consigo el germen de la contradicción. Mientras
por un lado en el Tratado del Atlántico se hablaba del derecho a la
libre determinación, por el otro se despojaba a los palestinos de sus
tierras, se quedaban incólumes las posesiones europeas y
estadounidenses coloniales en el Asia, África y América Latina, y se
mantenía la hegemonía soviética en los de Europa Oriental y Asia.

Así, desde su creación la ONU trajo consigo la gran contradicción
entre lo que decían los documentos y los discursos y lo que se hacía
en la práctica con impunidad. Hoy en día esa contradicción no sólo
sigue existiendo sino que se ha acentuado en las acciones tomadas por
el organismo con relación a Irak, Libia y actualmente en Siria.

El trabajo y los documentos sobre descolonización son un ejemplo
dramático de las contradicciones señaladas. Al día de hoy todavía se
refieren a los países que tienen pueblos y naciones sometidas bajo
situación colonial como “potencias administradoras” y a los
territorios bajo colonialismo como “territorios no autónomos” o en
“fideicomiso”. Todo un juego de lenguaje impuesto por los países
colonizadores que después de todo son los que redactaron los
documentos, con excepción de la Resolución 1514(XV) cuyo proyecto
aprobado fue el redactado por los países de Asia y África. Pero, aun
con el lenguaje claro de la 1514(XV) que habla sobre “países y pueblos
coloniales”, los colonizadores se las arreglaron para que se siguiera
arrastrando el lenguaje de la Carta de la ONU del artículo 73e que se
refiere a “territorios no autónomos”.

Pero el peor de los legados que tenemos es que aun cuando la
Resolución 1514(XV) tiene como objetivo principal la abolición del

colonialismo, al mandatar el traspaso de poderes de forma inmediata y
sin que medien como excusa tamaño o desarrollo económico y político
del territorio para no traspasarle los poderes, la ONU y los países
colonizadores han hecho caso omiso de dicho mandato abolicionista.
¿Por qué? Porque el resultado lógico de dicho mandato es dejar sin
efecto la titularidad que alegan tener sobre los territorios los
países colonizadores aun cuando el colonialismo fue declarado como un
crimen contra la humanidad y una violación flagrante de los derechos
humanos. De la misma forma que al declararse ilegal la esclavitud
ningún “amo” podía oponerse a la libertad de su esclavo alegando
“titularidad” anterior a la abolición de la esclavitud, ningún país
colonizador puede alegar que tiene título válido anterior a la
aprobación de la 1514(XV). Menos aún, cuando la obtención de dichos
títulos fueron el producto de la invasión y ocupación de territorios
con habitantes o con soberanía claramente establecida como en el caso
de Las Malvinas, o por “cesiones” y “tratados” entre imperios
delincuentes.

A pesar de la aprobación de la Carta Magna de la Descolonización (Res.
1514(XV), hoy el Comité de Descolonización sigue trabajando el tema de
la descolonización dentro del marco legal anterior a la aprobación
dela Resolución 1514(XV) y con el lenguaje y las nomenclaturas que
impusieron los países colonizadores al aprobar la Carta de la ONU. Por
eso estamos en la Tercera Década de la Descolonización sin que se haya
resuelto el problema del colonialismo en el mundo. Esto no desmerece
ni ignora las decenas de países africanos y asiáticos que alcanzaron
su independencia en la década de los sesenta, aunque habrá que
estudiar con profundidad cuán involucrada estuvo y cuánto aportó la
ONU a esos logros. Lo que sí es innegable es que aunque alcanzaron

independencia política, el neocolonialismo se instaló cómodamente para
continuar el saqueo y expolio de esas regiones del mundo.

La región a la que pertenecemos, el Caribe, contiene la mayoría de los
pueblos del mundo bajo colonialismo. El Caribe tiene tres tipos de
colonialismos: los reconocidos por la ONU como “territorios no
autónomos” y que aparecen en la lista levantada al amparo del Artículo
73e de la Carta de la ONU, las seis dependencias de Reino Unido -las
Bermudas, las Islas Turcas y Caicos, Islas Caimán, Anguila, Islas
Vírgenes Británicas y Montserrat- y la de Estados Unidos (EE.UU.) -las
Islas Vírgenes-, que fueron clasificadas por la ONU en 1946 como
territorios no autónomos y los territorios semiautónomos Holandeses; y
los territorios “integrados” a la llamada “metrópolis” como las islas
bajo dominio francés de Guadalupe, Martinica y la Guyana Francesa.

Las islas que han sido “integradas a la metrópoli” no figuran ante la

atención del Comité de Descolonización y fueron sacadas de la lista de
“territorios no autónomos” porque supuestamente ejercieron su derecho
a la libre determinación. Al igual que Puerto Rico, sus asuntos son
reclamados como “asuntos domésticos” con los cuales no puede
intervenir la ONU porque estaría infringiendo la soberanía de un
estado miembro, el poder colonizador.

Los territorios de ultramar del Reino Unido de Gran Bretaña

En 1999 las islas bajo dominio de Gran Bretaña cambiaron el nombre
“dependencia” por el de “territorio de ultramar” (OT), y el título del
Jefe de Gobierno electo cambió de “chief minister” (ministro jefe o
principal) a la de “Premier” (primer ministro). Sin embargo, el poder
unilateral de la metrópoli se mantuvo. Los OT para todos lo efectos
están bajo “direct rule”, con gobernadores con “poderes reservados”,
nombrados por la reina, que pueden anular legislación adoptada por el
gobierno electo del territorio. El gobernador británico también puede
emitir decretos para promulgar leyes, de manera unilateral, sin el
consentimiento y en contra de la voluntad del gobierno electo. El
gobierno de su majestad puede dejar sin efecto la constitución,
(constituciones redactadas en Inglaterra aunque ésta no tiene una
constitución), como lo hicieron en la Islas de Turcos y Caicos con la
excusa de sacar una administración corrupta del gobierno local.

Las Islas Vírgenes de EEUU


Comenta el experto en descolonización, Carlyle Corbin, que tanto en
las dependencias de Reino Unido y de EE.UU en el Caribe, nunca se ha
emprendido ningún acto legítimo de autodeterminación, puesto que todas
las iniciativas políticas y constitucionales se han llevado a cabo
bajo la jurisdicción de las leyes de la metrópoli, y no bajo el
derecho internacional. Carlyle Corbin, Colonialismo contemporáneo en
el Caribe, Revista ALAI (abril, 2012).

Ambas metrópolis sostienen que los habitantes de “sus” territorios han
consentido a la relación de subordinación política porque celebran
“elecciones libres”. El pecado original de este “consentimiento” es
que el pueblo ha tenido que someter “su” constitución para aprobación
por el Congreso de EEUU, como lo fue en el caso de Puerto Rico, lo
cual es contrario al derecho a libre determinación. Las Islas Vírgenes
de EEU han pasado por cinco convenciones constituyentes para aprobar
una constitución, las cuales nunca han sido refrendadas por el
Congreso de EEUU, y sin que la ONU haya denunciado la ilegalidad de
dicho comportamiento de la llamada “potencia administradora”.

Los departamentos de ultramar de Francia y su uso militar



Robert Sae explica que aunque “Martinica abarca apenas 1100 km2 y
cuenta con sólo 400.000 habitantes, sin embargo, es una base esencial
sobre la cual se apoya la política de los imperialistas europeos en la
región, que utilizan este “Departamento Francés de América (DFA)” como
un verdadero caballo de Troya para su intervención.” Martinica es una
base de apoyo para la vigilancia, la inteligencia y las intervenciones
militares en la región. Al igual que sucedió con la Isla de Vieques en
Puerto Rico, junto con Guadalupe, Martinica sirvió como escala durante
la Guerra de las Malvinas y la invasión de Granada y allí Francia y
EE.UU. organizan regularmente maniobras militares conjuntas.

En 1946 Martinica fue “integrada” a Francia al convertirse en un
Departamento de Ultramar. Francia proclamó la “descolonización” del
país y el carácter “doméstico” del territorio. Sae describe la
realidad de dicha “descolonización”: “supervisión de todos los actos
administrativos casi únicamente en manos de oriundos de la
“metrópoli”, economía extrovertida al servicio de la metrópoli,
despliegue de las fuerzas armadas en los conflictos sociales, justicia
a dos velocidades, permanencia del racismo, etc.”

En el plano social y económico los paralelismos con Puerto Rico son
escalofriantes: un 32% de la población activa está desempleada (62%
para los menores de 25 años); y un 20% vive por debajo del umbral de
la pobreza.


Martinica al igual que Puerto Rico ha luchado por mantener su
identidad propia. Pero distinto a Puerto Rico, los independentistas
han logrado avances electorales obteniendo mayoría en el Consejo
Regional de 2006 a 2010. En la actualidad la mayoría es autonomista.
Este auge de los sectores independentistas y autonomistas obligó al
gobierno de Francia a celebrar referendos. Sae denuncia que “todas las
consultas organizadas en el país se llevaron a cabo en un contexto de
desinformación masiva y de chantaje respecto a la supresión de las
conquistas sociales. Además, excluyeron a la tercera parte de la
población de Martinica, emigrada en Francia, pero dieron el voto a los
franceses de paso en el país, incluidos los miembros de las Fuerzas
Armadas y de las fuerzas del orden”. El resultado del referéndum fue
de 68,30% a favor del “Sí” con una participación de un 35,81% de los
votantes registrados, Sae concluye que “ningún poder político
significativo se ha concedido a las autoridades locales. La tutela
sobre Martinica se mantiene intacta, desde todo punto de vista.”
Robert Sae; Martinica: una apuesta estratégica, Revista ALAI (abril,
2012)

Guayana francesa


La Guayana Francesa, un país ubicado entre la República Federativa de
Brasil y la República de Surinam, está habitado por pueblos indígenas
y poblaciones migrantes, similares a las de Brasil, Surinam, Guyana,
Venezuela, Bolivia, Perú, Belice.


Newton, Servais, Carpentier y Charlotte nos describen cómo Francia lo
ha convertido en un corredor militar francés y europeo. “Con la
llegada de Galileo (el satélite militar), Francia cuenta con 40.000
hombres, barbouzes (agentes no oficiales), jubilados en actividad bajo
el comando del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y los servicios de
inteligencia destacados en Guayana, en capacidad de intervenir contra
independentistas guayaneses, y los pueblos o gobiernos solidarios en
lucha contra todas las formas del imperialismo en el continente. El
Presidente de Francia tiene el poder de decisión para utilizar esta
arma temible. La colaboración de gestión neocolonial Francia-EE.UU.
(presencia militar estadounidense en Colombia) debilita los
movimientos contestatarios en ese país abocados a la búsqueda de la
paz. Por ejemplo, debido a la disputa entre Venezuela y EE.UU.,
Francia se encarga de las investigaciones en suelo venezolano.”
Marie-Claire Newton, Alphonsine Servais, Pierre Carpentier, Raymond
Charlotte: Guayana en América Latina Revista ALAI (abril 2012)

El 18 de septiembre de 2009, se remitió una solicitud dirigida al
Presidente del Comité Especial de Descolonización de las Naciones
Unidas, para registrar la Guayana Francesa en la lista de países por
descolonizar. Se desconoce si ha habido respuesta a la misma. Francia
hará lo mismo que EEUU hace con Puerto Rico: alegará que es un “asunto
doméstico” sobre el cual la ONU no tiene jurisdicción porque
intervenir sería atentar contra la soberanía de Francia.

El 10 y 24 de enero de 2010 se celebraron referendos con una tasa de
abstención cercana al 72% de los votantes registrados. El “Sí” a la
creación de una “Colectividad” ganó con un 57,48%, con una
participación del 27,44% de los votantes registrados.

Países semiautónomos holandeses


En los países semiautónomos holandeses, explica Corbin, las
disposiciones de la Carta de 1954 del Reino de los Países Bajos, para
asegurar la “buena gobernanza” en los países semiautónomos del Caribe,
han dado lugar a una expresión similar, si bien menos explícita, de
poder unilateral de la metrópoli. En el 2010 se “desmantelaron” las
Antillas Holandesas, compuestas por cinco islas, emergiendo dos países
semiautónomos: Curazao y Sint Maarten (isla de San Martín),
imponiéndose un modelo que desplazó el proceso presupuestario y otras
competencias funcionales del gobierno electo a la metrópoli y redujo
aún más el nivel de autogobierno. Las otras tres islas fueron
convertidas en “entidades públicas” parcialmente integradas a los
Países Bajos: Saba, San Eustaquio y Bonaire.

Esta “reorganización” de los territorios holandeses, la reforma
constitucional y el estatuto autonómico que han obtenido las Antillas
Holandesas y Aruba, tiene la ganancia colateral para Holanda de tener
el control de 8,300 km. cuadrados de aguas territoriales, incluyendo
Curazao, Bonaire, San Eustacio y Saba y sus respectivas zonas de
exclusividad de zona marítima y zona económica, estableciendo tres
nuevas fronteras de la Unión Europea en el Caribe, con implicaciones
para la pesca, recursos naturales, la seguridad y la integración
regional. (Corbin)

Conclusión

Como se desprende del anterior resumen de la situación política de las
relaciones de las islas del Caribe y Guayana con sus respectivas
“metrópolis”, los países colonizadores siguen tomando decisiones a
espalda del derecho internacional, utilizando los territorios para la
protección de sus intereses económicos a través del control hegemónico
de la región, e imponiendo “su” orden legal y visión del mundo con
total impunidad. El despertar de la conciencia de los pueblos
sometidos al colonialismo, requiere de una tarea diaria de educación y
denuncia y, sobre todo, de llamar a las cosas por su nombre.