MERCOSUR

La política de sustitución de importaciones se ejecutó a
través de bajos aranceles a la importación de materias primas y maquinarias, y altos
aranceles a la importación de bienes de consumo final, con el fin de proteger
la manufactura local de la competencia extranjera. Con la imposición de las
políticas neoliberales se desmontó la protección
otorgada por el Estado a la producción
doméstica, dando inicio a una acelerada apertura comercial y desregulación de
las inversiones extranjeras y flujo de capitales. En su formato inicial, el
Mercosur se propuso crear un mercado común para la libre circulación de bienes,
servicios y personas entre los países miembros. A través de un arancel externo
común, los países acordaron abrirse e integrarse entre ellos y
protegerse hacia fuera de la competencia de
terceros.
La decisión de ingresar al Mercosur
Uno de los principios rectores de la política
exterior del Gobierno Bolivariano ha sido enfrentar la agenda neoliberal del
Consenso de Washington y profundizar la integración latinoamericana, como única
vía para derrotar la estrategia anexionista de las grandes
corporaciones transnacionales, interesadas en
controlar las fuentes de energía y materias primas del continente y, a la vez,
convertirlo en un mercado cautivo para sus exportaciones.
Desde el inicio de su primer gobierno en 1999,
el Presidente Chávez anuncio la decisión de gestionar el ingreso de Venezuela
al Mercosur. En 2002 se firma en Brasilia el acuerdo CAN-Mercosur y en 2004 Ecuador,
Colombia y Venezuela ingresan como miembros asociados según los Acuerdos de
Complementación Económica de ALADI. Abortando este proceso, Colombia y Perú
deciden firmar primero un TLC con EE.UU.,
concediéndole a la gran potencia del norte
mejores condiciones que a sus socios de la CAN. Esta decisión unilateral provocó la retirada
de Venezuela del acuerdo andino y obligó al Gobierno Bolivariano a centrar el
interés en el ingreso al Mercosur. En la Cumbre Presidencial celebrada en
Montevideo en 2005, se aprueba el Acuerdo
Marco con el que se inicia el ingreso formal de
Venezuela al Mercosur. Se crea un Grupo Ad Hoc para negociar el Protocolo de
Adhesión y convenir los cronogramas para la implementación de la normativa vigente.
En 2006 se firmó en Caracas dicho protocolo, el cual entraría en vigor una vez
que los parlamentos de los países miembros lo aprobasen. Pero el objetivo
declarado del Gobierno venezolano de priorizar la lucha contra el desempleo, la
pobreza y la exclusión social -por encima de la inercia neoliberal interesada
en firmar los TLC-, desató férreas resistencias a la incorporación de Venezuela
al Mercosur. Desde entonces el Senado de Paraguay se dedicó a impedir
este proceso.
“Los gobiernos van de cumbre en cumbre mientras
los pueblos van de abismo en abismo”
En cada cumbre presidencial Venezuela reclamó
tiempo para abordar los problemas que realmente afectan la vida de los pueblos,
tales como el desempleo, la pobreza y la exclusión social. “Los gobiernos van
de cumbre en cumbre mientras los pueblos van de abismo en abismo” solía Chávez
denunciar. Esta prioridad en lo social está en abierta
contradicción con el objetivo de las
transnacionales de explotar, sin mayores controles, las ventajas comparativas
asociadas a la fuerza de trabajo barata y la abundancia de recursos naturales y
energéticos de los países latinoamericanos. Es la idea neoliberal de la
integración de los mercados la que se estrella con la propuesta de la
integración
de los pueblos. Esa y no otra fue la verdadera
razón para impedir la incorporación de Venezuela. Tras la suspensión de
Paraguay debido a la maniobra orquestada para derrocar al Presidente Lugo, fue
posible remover el único obstáculo que impedía el ingreso de Venezuela como miembro
pleno del Mercosur.
Las oportunidades en el Mercosur Si bien los
encuentros bilaterales con los países del Mercosur revelaron el potencial de un
intercambio comercial inexplorado y
desconocido, Venezuela no puede ir al Mercosur a
presentarse solamente como un mercado abierto, dispuesto a comprar todo lo que
se le ofrezca. Venezuela es un país rico en recursos petrolíferos, gasíferos y minerales,
pero pobre en capacidades tecnológicas para transformarlos en productos de
mayor valor agregado. Lo más importante es saber aprovechar la oportunidad que
se presenta para complementar
capacidades y recursos en función de impulsar un
nuevo tipo de integración económica basado en la transferencia de tecnología, calificación
del talento humano nacional, asistencia técnica a la economía social e
incorporación de un creciente valor agregado
nacional en los proyectos de inversión. Solo así
la integración de Venezuela al Mercosur contribuirá a transformar una economía
rentista e importadora en un nuevo modelo productivo que permita generar trabajo
digno y bien remunerado, sustituir eficientemente importaciones y diversificar
exportaciones hacia los mercados que
ofrece Mercosur. El Gobierno del Presidente
Chávez siempre se ha opuesto a cualquier
acuerdo comercial que ponga en peligro el débil
aparato productivo local y los empleos que allí se generan. Con acuerdos
únicamente comerciales, que mantienen las causas estructurales de la
explotación del ser humano y la depredación de la naturaleza, no será posible avanzar
hacia una auténtica integración que se traduzca en una mejora
de la calidad de vida y el bienestar de la
gente. No se trata solo de una integración de los mercados. La integración más
importante tiene que ser protagonizada por los pueblos. Solo así se podrá
acortar la distancia entre los ciudadanos y sus gobiernos, y hacer de la
integración latinoamericana un proceso
irreversible, independiente de los intereses económicos que las corporaciones
transnacionales pretenden imponer.
Los desafíos del ingreso al Mercosur El ingreso
de Venezuela al Mercosur plantea importantes desafíos que es necesario
considerar para lograr una integración positiva, que potencie las capacidades y
recursos que el país posee a partir de una
relación ganar-ganar con los demás integrantes
del acuerdo. Entre los desafíos más importantes se destacan:
· Inestabilidad financiera y monetaria por la
crisis capitalista global mundial, la cual inevitablemente repercute en los
procesos de complementación económica debido a las manipulaciones de los tipos
de cambio y los diferenciales de tasas de interés entre los países.
· Condiciones y posiciones distintas y hasta
contradictorias que pueden mediatizar o anular iniciativas y esfuerzos
integradores, limitándolos a declaraciones de buenos propósitos pero sin
resultados concretos.
· Existencia de grandes asimetrías y
disparidades debido a las diferencias en el tamaño de los países del Mercosur,
desbalance en sus niveles de desarrollo económico, desigual dotación de
recursos naturales, humanos, tecnológicos e infraestructura, todo lo cual no
puede ser superado a través de la simple
liberalización comercial.
· Grandes cambios geopolíticos a escala
internacional capaces de alterar radicalmente las relaciones internacionales y
regionales, desafío que impone la necesidad de construir posiciones comunes en otros
foros internacionales que repercuten sobre los procesos de
integración latinoamericana, tales como OMC,
G20, etc.
Esta compleja problemática no será resuelta por
la dinámica del mercado, requiere la voluntad política de los gobernantes
llamados a impulsar iniciativas solidarias que contribuyan a cerrar tales desequilibrios
estructurales. Alcanzar con ellos una unidad de
criterios que asegure coherencia en la acción es
clave para que la integración de Venezuela al Mercosur contribuya a derrotar el
desempleo, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, a partir de un
proceso sustentado en el logro de la soberanía productiva e independencia
económica, y no solo con base en la inversión social de
la renta petrolera. Solo así podrá lograrse el
carácter irreversible de la Revolución Bolivariana, al hacerla cada vez menos
vulnerable del comportamiento errático del ingreso petrolero.