FERROCARRILES

Por:
Ramón Claure Calvi

Publicado el 01/09/2009

Transcurrieron 13 años y cinco meses desde que los ferrocarriles conformados por dos tramos: Andina y Oriental, con una longitud de 3.697 Km., un patrimonio neto de 257 millones de dólares, pasaron a dominio chileno por bonos de papel valorados en 39 millones de la misma moneda, proceso en el que Cruz Blanca de Chile, empresa de Seguros, se impuso a ocho postulantes vulnerando la ley 1544 de capitalización y los términos de referencia. Informes de auditoría, que circularon como documento reservado en octubre de 1999, destacan que hubo juego sucio para anular a los competidores de Cruz Blanca, la adjudicación fue inconstitucional.

 

Los gobernantes de turno se niegan a reconocer que la capitalización de ENFE fue un acto de alta traición, además de haber incumplido contratos, consiguiendo que el Corredor Ferroviario Transcontinental Central Santos-Arica quede fuera de agenda del Gobierno.

 

Quien escribe esta nota estuvo en 1958 en la conformación de la Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE), cuando los ingleses de la ex Bolivian Railway Co. abandonaron el país, al no merecer atención, por parte del Gobierno, demandas injustificadas. Es pertinente afirmar que bajo administración del Estado se practicó grandes reformas. La primera, de la tracción a vapor se pasó a la tracción diesel. La segunda, fueron modernizados talleres de mantenimiento y telecomunicaciones. La tercera, se capacitó al personal, muchos fueron enviados al exterior. Debo destacar que ENFE nació con una filosofía de servicio al bien común, sus fletes no tenían el factor: costo-beneficio. Entre 1984 y 1992 tenían en promedio 6.708 trabajadores de planta. En 1992 movilizó 869.000 pasajeros y 1.5 millones toneladas de cargo local e internacional. Por las razones anotadas, ENFE no generaba excedentes para el TGN, siendo este el motivo para que el “Consenso de Washington” ordenara la “capitalización” de los ferrocarriles, no para modernizarlos y expandir sus servicios, sino para destruirlos.

 

En 1997 ex trabajadores ferroviarios fundamos el Comité Impulsor del F.C. Aiquile-Santa Cruz, voluntariado sin fines de lucro pero con una visión clara de sus objetivos. En 12 años de intenso trabajo ese grupo remitió a los presidentes de la República: Hugo Banzer, Jorge Quiroga, Carlos Mesa y el actual presidente Morales Aima y a su Ministro Juan Ramón Quintana, abundante documentación partiendo de estudios realizados por Sondotécnica del Brasil, JICA, del Japón, Canac Internacional Co. de Bolivia, Hgler Bailly de los EEUU. Destacamos de ellos los siguientes: Análisis de los Contratos de Concesión y Licencia de la Red Andina, testimonio 147/96, interconexión Aiquile-Santa Cruz, históricos, técnicos, económicos, potencialidades: fundamentos para Rescindir Contratos de la Red Andina; Capitalización de ENFE, en cifras: Diagnóstico y Fracaso de la capitalización de ENFE.

 

Probablemente todos fueron al canasto de papeles usados, no hubo por lo menos un acuse de recibo. Ultimamente un alto funcionario de gobierno dijo que Cruz Blanca cumplió con las inversiones previstas, esta es la mentalidad socialista con la que se está “justificando” la destrucción del sistema ferroviario. La pregunta forzosa: ¿cómo un servicio con apenas 680 Km. en explotación pudo exigir inversiones, si 1592 Km. de vía férrea y sus instalaciones fijas están destruidas? Lo que ocurre es que Chile ha logrado sus objetivos al imponer un proyecto carretero que cubriría Brasil, Bolivia y Chile con 6.174 Km. y un recorrido catalogado de 4.700 Km., frente a 3.800 Km. del Corredor Ferroviario Santos-Arica.

 

El Comité Impulsor cree haber agotado todos sus argumentos sin ningún resultado, entre tanto el quehacer político, en el que la mayoría de hombres y mujeres están inmersa, no deja espacio para examinar la destrucción sistemática de los ferrocarriles, que añadirá al costoso intercambio comercial porcentajes elevados que desde ya soportamos por la pérdida de nuestro Litoral, paradójicamente también a manos chilenas.