LOS DESAFIOS DE UNASUR

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Publicado el 01/09/2009

La reunión extraordinaria efectuada en la ciudad de San Carlos de Bariloche por UNASUR, tuvo como  tema principal la instalación de bases militares norteamericanas en Colombia. El escenario y la temática sirvieron para vislumbrar nuevamente el gigantesco desafío integracionista en Suramérica. 

 

Lo cierto es que la presencia norteamericana en Colombia con la cuestionada venia del presidente de ese país es un asunto que se resolverá en los meses y años siguientes. De momento, la reacción de diversa tonalidad en los países latinoamericanos ha servido para poner en evidencia el intervencionismo militar en la región, lo que ha obligado al presidente Uribe intentar apoyos que casi no los obtuvo en una gira previa por varios países, que incluyó Bolivia, donde recibió un rotundo rechazo.

 

En la reunión incluso su aliado peruano, Alan García, tuvo que condicionar su inicial respaldo, dado el costo político que le significó en su país esa posición. 

 

Lo cierto es que lograr la unión de naciones suramericanas es una tarea ardua que tropezará con la oposición sutil de Estados Unidos y sus agentes criollos. Cierto es también que, a título de lucha contra un inexistente terrorismo en la región, hay desplazamientos bélicos estratégicos de Estados Unidos. Es también evidente que Suramérica no es la misma hoy. Hay mayor cohesión interna, aunque incipiente aún. 
Entre los factores cohesivos están el interés de Brasil de afianzar su predominio e influencia en la región, así como la presencia de una corriente política bolivariana cada vez más viva que influye desde Caracas hasta Buenos Aires y que, en diverso grado, está permeando en el ánimo de la población de los países involucrados, lo que influye en la posición de sus gobernantes, aunque algunos de ellos actúen a regañadientes (Perú y Chile).

 

No hay duda que, en ese escenario, la posición de Bolivia es positiva. La influencia política del presidente boliviano, dada su proyección internacional, es favorable a la consolidación de la organización inspirada en las ideas bolivarianas.

 

Las contradicciones internas debilitan, sin embargo, esa posición. ¿Cómo es que se condene y rechace la presencia de tropas extranjeras en países de la región y, simultáneamente, se permita que la Embajada estadounidense, vía su sección antinarcóticos (NAS), siga pagando bonos a fiscales bolivianos antidroga? ¿Cómo es posible que, en ese contexto, se siga financiando el déficit norteamericano con nuestras propias reservas internacionales (más de 8.000 millones de dólares), aplazando indefinidamente nuestro desarrollo interno, al punto de seguir racionando la provisión de gas a industrias nacionales por falta de gasoductos internos, que requieren en lo inmediato 200 millones de dólares?

 

El encuentro, tenso, permitió  también conocer más datos. El presidente Alan García mostró su preocupación al comparar el gasto en la adquisición de armamento bélico en la región que asciende a 38 mil millones de dólares, con los recursos destinados a combatir la pobreza. Estos temas, alejaron a Chile de su intención de pedir cuentas sobre las bases norteamericanas y dejó perplejo al presidente venezolano que no desea que se sepa nada sobre sus compras y destino al que le da a su armamento y a lo que desecha por obsoleto. 

 

El presidente Álvaro Uribe pretendió jugar con la ingenuidad de los televidentes al manifestar que los acuerdos de Colombia con EE.UU. descartan cualquier acción hacia fuera de las fronteras de su país, como si él estuviera en condiciones de hacer cumplir esa "garantía". 

 

La intervención de Chávez, una de las más esperadas por su anuncio sobre los preparativos para la ruptura de relaciones con Colombia, se desinfló un poco con la exposición del peruano García y cuando se presentó un informe militar de Estados Unidos sobre la región. Evo Morales había advertido que no iba a firmar un documento que no expresara el rechazo de Unasur a la presencia de bases militares extranjeras en la región. Morales, que reiteró su propuesta de convocar un referendo popular en la región sobre las bases de Colombia, logró su objetivo y terminó sumándose al acuerdo final.
Pese a las discrepancias, la mayoría de los mandatarios coincidió en la necesidad de definir una “doctrina común” de Defensa para dar salida al tema de Colombia y a posibles casos similares en