DOS CIVILIZACIONES

Por:
Félix Patzi

Publicado el 01/01/2010

Cada fin de año es costumbre que la gente esté afanada para recibir la noche de Navidad y esperar el Año Nuevo. Casi todas las instituciones de caridad se vuelcan a organizar regalos a los niños pobres y para la población también se ha hecho costumbre hacer largas filas para recibir los regalos, aunque éstos en su valor económico sean totalmente insignificantes.

Antes la gente del campo no recordaba Navidad, esa fecha pasaba como cualquier día, porque en su cultura no hay nacimiento de Jesús o el origen del mundo o del universo es explicado de otra manera. No consideran a sus dioses como todo un poderoso y omnipresente ni es tan abstracto como el Dios bíblico. De acuerdo con esta concepción todos los dioses están en la naturaleza, o es la naturaleza que constituye todo un mundo “cósmico”, por eso es más material visible y algo tangible.


En ninguna de las sociedades indígenas encontramos que hay una excesiva negación al valor de la vida terrenal y una sobrecargada exaltación sobre la vida celestial, o sea la creencia en un “más allá”, en la visión de los indígenas no está presente el sacrificio y sufrimiento en la vida terrenal y un goce y felicidad del paraíso terrenal que estaría en el mundo celestial, tal como promete la Biblia.


Los indígenas parten de una filosofía totalmente contraria a la de la Biblia, de tener mayor goce y felicidad en la tierra y no se interesan del goce y felicidad en la otra vida. Inclusive, no creen que el muerto se va al más allá, sino está diariamente con ellos, presente en los sueños y en los quehaceres cotidianos, de ahí que dialogan constantemente y siempre piden que les ayude a salir de los problemas.


El goce y la felicidad como algo íntegro que va desde el bienestar espiritual (fiestas y ritos) hasta el mundo material (proveerse de alimentos, vestimenta y otros elementos de consumo). Según esta concepción, esa integridad sólo es posible manteniéndola en equilibrio con la naturaleza y con el propio ser humano; por eso, cualquier desequilibrio sea con la naturaleza o con el propio ser humano afecta al goce y felicidad, o sea en el buen vivir.

Por tanto, el equilibrio es el eje ordenador de todo tipo de bienestar y sólo es posible lograrlo mediante la reciprocidad y complementariedad con la naturaleza y el propio ser humano. En ese sentido no hay explotación de la naturaleza de manera incontrolada ni hay explotación del hombre por el hombre. La respuesta a ese modo de pensamiento en términos de organización de sociedad ha de ser el sistema comunitario.
Sólo que esta concepción social del mundo ha sido condenada a la clandestinidad y considerada como no legítima, mediante el ejercicio de la violencia simbólica y mediática donde se inunda con propagandas de Navidad haciéndola aparecer como una cultura universal sin respetar a las otras concepciones sociales del mundo.


*Félix Patzi es sociólogo, fue ministro de Educación (2006 - 2007).