DOBLE CARÁCTER DE LA DESCOLONIZACIÓN

Por:
Eduardo Paz Rada

Publicado el 01/02/2010

Si bien la historia de los pueblos tiene características singulares, existen rasgos compartidos que se articulan a las condiciones internacionales y a ondas políticas e ideológicas que trascienden las particularidades y marcan las tendencias en regiones y espacios geográficos de acuerdo a la potencia de las fuerzas sociales que protagonizan los cambios en la sociedad.

 

En relación a los procesos de descolonización, dos son los grandes flujos que caracterizan estas manifestaciones. El primero, vinculado a los quince años de la Guerra de la Independencia de los pueblos de América Latina contra los imperios europeos representados por la Corona Española que, en la primera mitad del siglo XIX, fue precedido por los levantamientos indígenas y la revolución negra de los haitianos.

 

Significó la conjunción de luchas de guerrilleros mestizos e indígenas con  ejércitos libertarios, republiquetas, juntas tuitivas, levantamientos y cercos a las incipientes ciudades. El objetivo común era derrotar a los ejércitos realistas y a los representantes político-administrativos del Rey. Tupac Katari, Petión, Morazán, Pedro Domingo Murillo, Simon Bolivar, Antonio José de Sucre, José de San Martín, el cura Morelos, los hermanos Lanza, José Artigas, Juana Azurduy son algunos de los egregios nombres de esta campaña.

 

La Patria Grande de los pueblos de América Latina y el Caribe impulsó su lucha y se convirtió en sueño incumplido de Bolivar, Morazán y San Martín, quienes fueron derrotados por las oligarquías locales que fragmentaron la región y priorizaron su relación con las potencias de Europa y Estados Unidos.

 

El segundo flujo descolonizador está constituido por la experiencia de los procesos de Liberación Nacional de los pueblos de Africa y de Asia en las post Segunda Guerra Mundial. Nuevamente esta lucha enfrentó a las los pueblos organizados contra las potencias imperialistas Europeas, desde Argelia hasta Mozambique y Angola, desde la India hasta Indonesia.

 

La consigna de la Unidad Africana, el impulso de la solidaridad y lucha común contra el imperialismo, la conjunción de los países del Tercer Mundo, la creación de la organización de los Países No Alineados fueron el impulso mas importante para avanzar en la emancipación de los pueblos. El más claro pensador de esta lucha fue Franz Fanon.

 

Fanon, en “Los condenados de la Tierra” decía: “Se trata, para el Tercer Mundo, de reiniciar una historia del hombre que tome en cuenta al mismo tiempo las tesis, algunas veces prodigiosas, sostenidas por Europa, pero también los crímenes de Europa, el más odioso de los cuales habrá sido, en el seno del hombre, el descuartizamiento patológico de sus funciones y la desintegración de su unidad; dentro del marco de una colectividad la ruptura, la estratificación, las tensiones sangrientas alimentadas por las clases; en la inmensa escala de la humanidad, por último, los odios raciales, la esclavitud, la explotación y, sobre todo, el genocidio no sangriento que representa la exclusión de mil quinientos millones de hombres”

 

Los procesos históricos de descolonización han estado vinculados, en los países y pueblos dominados por los imperios o el imperialismo, a la doble tarea de destruir los lazos de opresión del poder externo y, al mismo tiempo, construir un poder nacional soberano capaz de representar a quienes forman parte de una comunidad nacional.
 
Ante ambos procesos descolonizadores, sin embargo, el capitalismo imperialista se impuso con mayor oprobio y sometimiento a los pueblos, la explotación de sus riquezas naturales y la imposición de un sistema semicolonial, fundado, en los últimos cincuenta años, en el neoliberalismo y el triunfo de las corporaciones transnacionales.

 

En el caso boliviano actual, la descolonización impulsada por el gobierno de Evo Morales, debería estar marcada por ambas tareas. Por una parte, el desmantelamiento del colonialismo interno con la formación de un movimiento patriótico nacional y popular que impulse la unidad nacional frente a los intentos autonomistas que tienden a la fragmentación y, por otra parte, la ruptura con el dominio imperialista que aún impera a través de poderosas transnacionales petroleras, mineras, bancarias y comerciales.

 

La “desconexión”, categoría trabajada por el egipcio Samir Amin para expresar la necesidad de romper los lazos de la dominación, generando un proceso autocentrado de desarrollo en los pueblos del Tercer Mundo, no es otra cosa que la propuesta endógena de desarrollo nacional y latinoamericano que parta por conseguir la autosuficiencia de alimentos, vestido y vivienda con una revolución productiva, moral y participativa.

 

En Bolivia, la propuesta de plan de gobierno de Morales con el Salto Industrial, utilizando y transformando los recursos naturales como el litio, el gas y el hierro, la Revolución Vial que integre al país, la producción agrícola y ganadera a gran escala para asegurar la soberanía alimentaria puede convertirse en la ruta de la emancipación nacional.

 

Los vaivenes de la geopolítica latinoamericana actual, con un movimiento agresivo del imperialismo estadounidense, respaldado por los gobiernos de Colombia y México y con las fluctuaciones de gobiernos en Argentina, Chile y Brasil, hacen imprescindible que el proyecto integrador y unitario de América Latina y el Caribe con el ALBA y UNASUR, a pesar de sus dificultades, sean impulsados y potenciados ante los desafíos y peligros que acechan a la región y al planeta.