LOS ANDES NO SON EL HIMALAYA
(¿Un trasfondo interesado?)

Por:
Eduardo Paz Rada

Publicado el 01/02/2010

El jaqueo que ha empezado a sentir el Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC por su sigla en inglés) de parte de algunos países como la India y secundados por el propio Greenpace, que solicitaron la dimisión del Presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, con relación a un error que se habría detectado sobre la tasa de retracción del glaciar Himalaya, que fuera reconocido por esta entidad, podría ser utilizado interesadamente por las grandes industrias para poner en duda el Cuarto Reporte de Evaluación del IPCC, lo cual a su vez desencadenaría que los países desarrollados y más que todo sus industrias, no acaten sus responsabilidades históricas en lo que hace al calentamiento global.

 

Los países en vías de desarrollo con economías débiles que son los más vulnerables a los impactos del cambio climático deben concentrarse en que la validez científica, en relación a los impactos del cambio climático, se están verificando nítidamente en varias regiones, tal el caso de la retracción de los glaciares andinos donde estudios de varios años atrás y de instituciones serias han venido siendo sustentadas científicamente.

 

Para los bolivianos la desaparición real y evidente de Chacaltaya, nevado ubicado en las cercanías de las ciudades de El Alto y de La Paz, es un muestra contundente del impacto del cambio climático y lo propio la retracción de los glaciares Tuni y Condoriri, que son aportantes a las fuentes de agua que alimentan estas ciudades y que también sirven para la agricultura. Las proyecciones realizadas por glaciólogos del Instituto de Hidráulica e Hidrología de la UMSA para el caso de estos dos últimos glaciares “estiman” su desaparición entre 2025 para el Tuni y 2045 para el Condoriri.

 

Otros glaciares como el Huayna Potosí, importante para la generación de energía y para la regulación ecosistémica, asi como el propio Illimani, verdadero guardián milenario de la cultura aymara andina, están siendo estudiados, ya que los pobladores aledaños están denotando una paulatina retracción de su masa glaciar.

 

En el caso del Perú, estudios realizados señalan que esos glaciares se están derritiendo a una tasa tal que se estima su desaparición alrededor del año 2015.  El Perú alberga al 70 por ciento de los glaciares tropicales del mundo; El Qori Kalis está situado en la región de Cusco, en el sur-oriente peruano, y es uno de los muchos glaciares del nevado Quelccaya, la masa más grande del hielo en las zonas tropicales, que se está derritiendo. Un informe dado a conocer por el Proyecto de Manejo de Riesgos de Desastres Naturales, reveló que el nevado Coropuna, al sur del país, se ha derretido en cerca de 54 por ciento en los últimos 48 años.  El nevado Pastoruri de la Cordillera Blanca, al norte del Perú, se contrajo casi 40 por ciento entre 1995 y 2005.

 

Una serie de estudios también fueron llevados a cabo en el Glaciar Antisana, ubicado en las cercanías de Quito y que sirve también de importante fuente de recurso hídrico para consumo de esa ciudad. Glaciólogos ecuatorianos y franceses establecieron en el Antisana 15 una retracción del orden del 50%. Un situación similar se advierte en los glaciares de Colombia.

 

Se puede inferir que las investigaciones en los glaciares tropicales, que son la característica de los nevados andinos, están cada vez mejor abordadas y los resultados  son cada vez más contundentes.

 

Los pueblos afectados por este fenómeno que verán reducido su acceso al agua, los ecosistemas andinos, especialmente los bofedales y la agroganadería alto andina, sumado a ello la migración poblacional, no se quedarán a esperar que el dato de la desaparición de los glaciares se estime con niveles perfectos de probabilidad.

 

Por ello, el poner en duda las estimaciones desarrolladas por el IPCC, que para el caso de los Andes están claramente fundamentadas, puede transformarse en una especie de cortina de humo que se quiera crear en torno a las evidencias científicas existentes. Por ello debe quedar claramente establecido que Los Andes no son el Himalaya y que la posición firme de los países en vías de desarrollo de esta región con relación a la vulnerabilidad de la cual son objeto por efectos del cambio climático no generado por ellos, no puede ser puesta en duda y, por el contrario debe ser objeto de un real apoyo económico. Años más, años menos el impacto llegará si no se asumen medidas de carácter global que obligue a los países desarrollados a reducir efectiva y domésticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero.